Ninfa perseguida por un fauno
Roberto Chaveau de
Vasconcelles
Bonce.
Museo de Málaga.
Donación la viuda del autor
en 1966 al Estado y depósito en el Museo de Málaga.
Hijas
de Gea, diosa de la Tierra, las ninfas son diosas menores que representan la
vitalidad y fecundidad de la naturaleza, de ahí que reciban distintos nombres
si se tratan de ninfas marinas, fluviales, arborícolas… Habitualmente se
representan como voluptuosas jóvenes que desnudas recorren los paisajes
naturales con sus alegres cantos y bailes, siendo adoradas por los humanos para
ganarse su protección y beneficiarse de su capacidad fecundadora. Frente a las
hermosas y alegres ninfas, el mito desarrolló otra serie de divinidades menores
de oscuros instintos, que se refleja en su apariencia grotesca y monstruosa,
los sátiros o faunos. También están relacionados con las fuerzas fecundas de la
Naturaleza, integrantes del cortejo báquico de Dionisos, mitad humanos y mitad
machos cabríos. Ninfas y faunos han representado las fuerzas en continua
atracción y rechazo en la naturaleza: el principio de atracción fecundo
femenino y el de persecución engendrador masculino. El escultor francés Roberto
Chaveau plasmó en bronce el inestable equilibrio entre ambas fuerzas,
inmortalizando el instante en el que los musculosos dedos del fauno logran
apresar la grácil muñeca de la ninfa, que no deja de atraer al enamorado con el
ligero paño que ondula en el aire entre las dos figuras. El trato de las formas
es expresivo de ambas fuerzas contrapuestas y en continua atracción: de pulida
suavidad en las voluptuosas formas de la ninfa y de tosco acabado en el fauno.
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