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miércoles, 2 de enero de 2019

LOS MUSEOS: SU SEGURIDAD Y SU PÚBLICO, ¿DOS ANTAGONISMOS?, Boletín de Arte 17, Málaga 1996


Tras el primer artículo publicado en la revista editada por el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Málaga, al año siguiente un nuevo polo de atracción reclamó mi atención, hasta el momento centrado en mis investigaciones sobre la personalidad museológica de la provincia malagueña.

En este caso, la espita que detonó el nuevo rumbo fue mi asistencia al seminario La prevención del patrimonio cultural en Museos españoles y latinoamericanos, celebrado entre los días 3 y 7 de julio de 1996 en el Palacio de La Magdalena (Santander, Cantabria), integrado en los Cursos de Verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, bajo la dirección de Dª Nieves Valentín del madrileño Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales (ICRBC), hoy Instituto del Patrimonio Cultura de España (IPCE).

En la presentación de algún proyecto de intervención sobre patrimonio cultural inmueble en Latinoamerica, cuya rehabilitación tenía implícita su futura función como museo, sus responsables expusieron la dificultad de contar con técnicos en sistemas de seguridad en Museos, un capítulo prácticamente inexistente en la bibliografía disponible en lengua castellana y escaso en otros idiomas en aquellos años. 

La base sustancial del artículo se encontraba en el Informe Schroëder, documento encargado por el Comité Internacional para la Seguridad en los Museos (ICMS), uno de los comités específicos creado en 1974 en torno al Consejo Internacional de Museos (ICOM), en el que se analizaba el estado de la seguridad en los museos a lo largo de todo el mundo. Los resultados fueron difundidos en una publicación del ICMS por sus editores Robert G. Tillosot y Diana Menkes, cuya versión castellana publicó el Ministerio de Cultura: La seguridad en los Museos (Madrid, 1980).  No obstante, en mis pesquisas sobre tema tan técnico y árido se deslizaba persistentemente su deseada neutralidad o necesaria discreción a los ojos del público, es decir que los sistemas de seguridad no alcancen a obstaculizar o incomodar a los visitantes durante su experiencia museística. No podemos entender su seguridad en antagonismo con su función pública, lo que podríamos plantear para una cámara acorazada, pues por un lado el público del museo requiere percibir que existe seguridad sobre sus bienes culturales y sus personas -recogida en los actuales Planes de Protección y Evacuación de Colecciones y de Autoprotección del Museo- y, por otro lado, algunas de las medidas adoptadas por los museos poseen un primer impacto disuasorio sobre determinados comportamientos en sus salas, a los que no podemos renunciar.

La ficha bibliográfica
"Los Museos: su seguridad y su público, ¿dos antagonismos?" / José Ángel Palomares Samper. - en Boletín de Arte, nº 17. - Málaga; Departamento de Historia del Arte, Universidad de Málaga, 1996. - Págs. 153-176; 24 cm
D.L. MA-490/1981, I.S.S.N. 0211-8483
U.N.E.S.C.O. 620 300