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jueves, 22 de noviembre de 2018

Aduana del Mar. Una aproximación histórica a su apreciación social


El pasado martes 20 de noviembre se realizó la presentación de la revista Cuadernos de Rebalaje, número monográfico que reúne mi texto La Aduana del Mar. Una aproximación histórica a su valoración social, con prólogo de Belén Ruiz Garrido y dibujos de Luis Ruíz Padrón. El acto organizado por la Asociación Cultural Amigos de la Barca de Jábega, y a la que fue invitada la Asociación de Amigos del Museo de Málaga, Bellas Artes y Arqueológico, se celebró en el Salón de Actos del Museo de Málaga, del que es sede dicho edificio histórico.

 
Para aquellos que no pudisteis asistir a la presentación, os ofrezco el texto de mi intervención.  


Portada Cuaderno del Rebalaje 44 [Málaga, octubre-diciembre 2018]

En primer lugar, agradecer encarecidamente a la presidencia de la Asociación Cultural Amigos de la Barca de Jábega y a los miembros del equipo de redacción de la revista Cuadernos del Rebalaje por su generoso ofrecimiento de publicar en su número 44 mi personal visión sobre un edificio, el Palacio de la Aduana, cuya transformación de sede administrativa y residencia gubernamental en Museo he visto renacer desde sus mismas cenizas como Ave Fénix, así como el continuo y esmerado apoyo por ir depurando y concretando sobre papel el inicial texto de quienes han sido sus diestros timoneles: Miguel Moreta-Lara y Felipe Foj Candel. 


Mesa institucional [© 2018]

En segundo lugar, a la profesora titular del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Málaga, compañera y amiga Belén Ruiz Garrido por su generosa respuesta a formar parte crucial del proyecto, no solo prologando, sino ennobleciendo mi escrito, declarando públicamente con motivo de este acto mi personal cariño y rendido reconocimiento a su talla intelectual y calidad científica. Así como a Luis Ruiz Padrón por sus bellísimos dibujos.


Intervención de la profesora Belén Ruiz Garrido [© 2018]

Y, por último, a la institución que nos alberga, diario escenario de mi actividad laboral e inspiración de mis investigaciones y publicaciones, lo que me lleva a su esencia constitutiva más importante: todos ustedes. Así, no solo les agradezco su generosa presencia en esta tarde de entresemana, sino su insuflar de vida y sentido a un Museo que existe por y para todos ustedes. El éxito del programa que ha dotado al Museo de Málaga de nueva sede y fisonomía expositiva en el Palacio de la Aduana no reside tanto en su materialización física, como en la apreciación social que conforma la opinión que cada uno de ustedes tenga sobre nuestro diario trabajo. Es decir, una vez salido de astilleros, la buena navegación de este centenario buque dependerá de la satisfacción de su pasaje. 


Exposición de José Ángel Palomares Samper [© 2018]

Quisiera iniciar la presentación de la publicación, sin caer en el spoilers sobre el texto que hoy presentamos, con unas notas sobre el origen del mismo, que podríamos situar en torno al año 2008, cuando se iniciaron las gestiones para la ejecución del proyecto que para el edificio planteó el estudio de arquitectura PARDOTAPIA

El primer motivo de reflexión lo suscitaron las visitas técnicas a las empresas que concursaron para su ejecución arquitectónica, que realizamos yo y mi compañero Francisco Jiménez, quienes en maratonianas sesiones recorríamos con sus representantes la totalidad del edificio, desde los semisótanos que constituyen las áreas en la zona más baja en la cota de terreno que ocupa, hasta alcanzar el ático. Estudiado ya el proyecto, los técnicos de las distintas empresas constructoras tenían bastante claro los procedimientos, medios y materiales con los que ejecutar las obras, tan solo existía un recóndito arcano sobre quienes todos ellos preguntaban: cómo producir en fundición de aluminio con impresión de una vista decimonónica de Málaga las planchas para montaje mediante anclajes en esvástica de la nueva cubierta del edificio.
 

Teja para cubierta del Museo de Málaga, patente de diseño industrial de PARDOTAPIA arquitectos [2013]

La percepción urbana de la reforma no sólo recuperaría una nueva volumetría para esta pieza arquitectónica, de cuya memoria histórica no existía ya recuerdo en la ciudad, sino que el material de su piel sería una estridente película reflectante sobre su entorno, esencialmente sensible en un área de gran concentración en edificios histórico-artísticos, especialmente conformado por la mole pétrea catedralicia y el conjunto profusamente ajardinado de Alcazaba-Gibralfaro. 

El segundo motivo de reflexión se produjo meses antes de la salida del Museo de Málaga del edificio para dar comienzo a las obras, durante la jornada de puertas abiertas que organizamos en torno a las actividades realizadas con motivo del Día Internacional de los Museos, durante el fin de semana que constituyeron los días 17 y 18 de mayo de 2008. Los malagueños pudieron recorren las principales áreas del inmueble, realizando comentarios y apreciaciones muy interesantes sobre aquello que la inmensa mayoría veía por vez primera. 


Día Internacional de los Museos [domingo, 18 de mayo 2018]

Incapaz de compartir ya la excitación de esa primera mirada, comencé a recomponer la apreciación social que podría esperarse de la nueva imagen que la Aduana presentaría a su entorno social, en base a la aplicación de una metodología propia a la estética de la recepción, es decir cómo el edificio se percibiría y sería valorado por sus observadores. La base se encuentra en los estudios en sicología cognitiva que presentaron en España en el año 1994 Paul Watzlawick y Peter Krieg en: El ojo del observador. Según sus investigaciones, el ojo del observador añade nuevos significados a los bienes culturales. En otras palabras, el objeto de reflexión se encontraba en concentrarnos en la interacción entre edificio y sociedad, analizando su valoración urbana a través de los ojos de quienes lo percibieron y representaron en distintos medios escritos, dibujados, pintados, impresos, fotografiados o filmados. El realizar una aproximación histórica a esa valoración social quizá nos ofreciera las claves para intuir cuál sería su mérito o demérito futuros entre sus nuevos observadores. 

Estas iniciales elucubraciones pudieron concretarse en un texto donde ordenar mis iniciales intuiciones e ir definiendo conceptos tras la elección ministerial de la empresa constructora SACYR, que entre 2009 y 2013 afrontaron las obras con la propuesta final de publicar una monografía sobre dicha intervención, para la que se me propuso la inclusión de un texto. Inicialmente más extenso, éste acabó en el limbo de los no-natos en un cajón de mi escritorio, hasta que la propuesta de la Asociación Cultural a través de su equipo de redacción hoy me da la oportunidad de su alumbramiento, reducido a su esencia y adaptado a la publicación que lo recibe. 


Obras Palacio de la Aduana por SACYR [2009, 2010, 2013 © El autor]

El escrito que tendrán entre sus manos, bien en tradicional papel o en nuevos soportes de reproducción digital, comienza por valorar la personalidad urbana propia malagueña, que tan certeramente describió el poeta como Ciudad del Paraíso, determinada por la abrupta orografía circundante y el clima benigno que disfruta, lo que ofrece una aproximación a la urbe más placentera desde su extensa fachada litoral mediante la navegación de cabotaje, que en duro tránsito desde su interior. Así lo han explicitado a lo largo de la historia los relatos periegéticos o la literatura de viajes, que en la mayoría de los casos se aproximan a la descripción de Málaga observada desde su rebalaje. 
 


J. Osses. Panorámica de Málaga, [1895]. Colección Fernández Rivero de Málaga


Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos, / colgada del imponente monte, apenas detenida / en tu vertical caída a las ondas azules, / pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas, / intermedia en los aires, como si una mano dichosa / te hubiera detenido, un momento de gloria, / antes de hundirte para siempre en las olas amantes 


ALEXANDRE, Vicente (1944), Sombras del Paraíso, Madrid, Adán.
 

De puerto salvo en un Mare Nostrum seguro, su perfil urbano lo definen fundamentalmente los elevados lienzos murados que la fortalecen y defienden de las incursiones de aquellos que pretenden hostigarla durante el medievo. Lienzos musulmanes, cristianizados desde su incorporación a la Corona de Castilla y mantenidos y ampliados como parte fundamental de las defensas castellanas de sus urbes portuarias durante la Edad Moderna. 


Málaga se percibe asomada a estos baluartes costeros cual civitas honestamente encorsetada, donde la alta construcción catedralicia y los campanarios parroquiales y conventuales marcan la vida cotidiana de una ciudad que paulatinamente va superando las defensas y extendiendo a lo largo y ancho de la costa su caserío. 


J. Chereau. Málaga 1770]

El siglo XVIII procura una nueva seguridad de tránsito mediterráneo, que va dejando obsoletas sus antiguas defensas, lo que procura el asentamiento de una nueva dinastía monárquica con tintes ilustrados y el fortalecimiento de una nueva clase social burguesa, ennoblecida por las nuevas empresas de industrialización y afianzamiento comercial del litoral malagueño. A estas circunstancias políticas, económicas y sociales responderá un nuevo modelo de ciudad, para la que se requiere una elegante y despejada fachada litoral. 



Situación de la “Nueva Alameda” respecto al lienzo de murallas en el siglo XVIII, previa a su urbanización, dominada por el castillo de San Lorenzo y las Atarazanas (en rojo en el plano)

La urbanización de la zona más cercana a las instalaciones portuarias de Poniente con la apertura del “Salón Bilbao”, hoy Alameda Principal, trazado por el Teniente de Ingenieros Fernando López Mercader con modelo en el madrileño Salón del Prado, comienza a aportar una nueva fisonomía urbana que va haciendo caer en dominó las murallas perimetrales del centro histórico, en un necesario empuje que termina con el Castillo de San Lorenzo y la apertura del puente de Tetuán sobre el Guadalmedina hacia el oeste y la eliminación de las murallas a lo largo de Cortina de Muelle, al este de la ciudad, enlazando con las nuevas fortificaciones de Levante. 




Este nuevo frente portuario requirió la construcción de una Aduana del Mar, promoción directa de la corona mediante modelos arquitectónicos basados en el neoclasicismo italiano, cuya construcción se dilata entre 1791 y la fecha de su inauguración en 1829. La imponente imagen que ofrecía la Aduana sobre el malecón de Levante y la agitada vida portuaria en torno a la amplia ensenada urbana volvieron a ganar la percepción de puerto salvo en una remansada bahía, donde las primeras imágenes hasta su inauguración se encuentran entre la proyección, la idealización y el ensueño.

 

William Jacob.  Travels in the South of Spain, in letters written A. D. 1809 and 1810
 [London, 1811]


Isidoro Laurent Deroy (París, 1797 – 1886). Málaga. Vista del Puerto
Impresor Becquet. Edición E. Dardoize, 12 rue de L’Eperon, Paris [c. 1800]

La imagen más popular durante el siglo XIX la ofreció el limpio perfil de la moderna Aduana en diálogo con la cercana estructura catedralicia y a los pies de la ascendente Alcazaba, militarizada hasta el Castillo de Gibralfaro durante la primera mitad del siglo. Imagen que se internacionalizó rápidamente por el masivo acceso a la ciudad por los forasteros que la alcanzaban en las chalupas que los transportaban desde los enarbolados navíos a los malecones del puerto, fundamentalmente difundidas en grabados, pinturas y primeras fotografías. Esta popular imagen tuvo una ligera variación en aquellos espíritus imbuidos de romántico pintoresquismo, quienes prefirieron representar la ciudad desde las ruinas islamitas en picado sobre la extensión urbana de la ciudad y las factorías industriales en lontananza, caso del grabado de David Roberts impreso en la nueva cubierta. 





David Roberts. Málaga desde la fortaleza árabe de Gibralfaro
Edición de Robert Jennings, David Roberts dibujo y Thomas Higham grabado [Londres, 1837]


A caballo entre dos siglos, La Aduana quedó definitivamente varada lejos de las cristalinas aguas de la bahía, a las que antaño se asomaba, por los terrenos que se fueron ganando entre el antiguo malecón y el nuevo atirantado del muelle del Marqués de Guadiaro. Un primer diseño municipal de los jardines de Antonio Cánovas del Castillo por Emilio de la Cerda, aún prestaba aliento a las ansias marítimas de la Aduana, con una amplia avenida que la comunicase con las nuevas dependencias portuarias. Sin embargo no se produjo dicha comunicación, creándose un eje perpendicular a la línea de costa que hizo transitar al pueblo malagueño en calesa desde la Alameda Principal hasta la nueva Plaza del General Torrijos y las residencias de La Caleta, atravesando el nuevo Parque de Málaga orillando la mole de la Aduana. 


Francisco Pérez (Madrid). Vista de la Aduana de Málaga
Litografía F. P. Periódico “El Guadalhorce”, Málaga [1839 – 1840]


Proyecto de prolongación de la Alameda [1897]
Ayuntamiento de Málaga

El tiempo es inexorable y la fisonomía urbana cambia como los tiempos, y lo que antaño fueron defensas militares sobre la ciudad hoy son objeto de ocupación ciudadana, convirtiendo a la altiva Alcazaba en un paupérrimo barrio obrero de viviendas enjalbegadas y, junto a él, la Aduana se empequeñece a través de un pavoroso incendio que conmociona la ciudad en 1922. Su reconstrucción prácticamente desde la planta segunda del inmueble se realiza en detrimento de su original volumetría, y la Aduana pierde su cubierta a dos aguas por un ático aterrazado que impone un aspecto excesivamente cúbico al inmueble. 


Arthur Trevor Haddon (1864-1941). Vista de la bahía de Málaga

Son años de pérdida de visibilidad en el entramado urbano, como una muela picada al borde de la Alcazaba, desplazada del nuevo eje de gestión y administración de la ciudad a lo largo del amplio parque colindante y tímidamente recluida tras su alto abanico de washingtonianas palmeras. La Aduana se recluye sobre sí misma, inexpugnable a la ciudadanía circundante, cuyo mejor ejemplo lo ofrece Amanecer en Puerta Oscura, película de José María Forqué con guión del dramaturgo Alfonso Sastre de 1957, donde la Aduana se transforma en Prisión Provincial a la que sólo se le dará paso franco a Nuestro Padrea Jesús el Rico. 

 

Amanece en Puerta Oscura (1957), director José María Forqué. JENYMAR, S.A.


La década de los noventa del siglo XX de alguna manera apunta la posibilidad de su recuperación bajo nuevos usos con la organización en 1991, con motivo de unas obras de rehabilitación, de una exposición organizada por el Gobierno Civil con pintores malagueños contemporáneos en su sede. Quizá hoy podamos dar un hilo conductor a la decisión que adoptó el Ministerio de Cultura en 1997 de albergar las colecciones de la sección de Arte y locales expositivos del Museo de Málaga en el Palacio de la Aduana, y a la implantación en el ideario colectivo malacitano de que el final último para recuperar su Aduana del Mar fuese su uso cultural como íntegra sede del Museo de Málaga. 


Catálogo: Exposición de pintores malagueños, Gobierno Civil. Málaga, 1991
Imágenes de salida del Museo de Málaga del Palacio de Buenavista [1997], almacenaje 
y exposición en Sala de las Columnas de planta baja de la Aduana [1997-2008]

Como en las comedias románticas, los finales suelen ser felices y dejar un buen sabor de boca, y así la confluencia de voluntades terminó por ceder el inmueble al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte quien intervino el edificio entre 2008 y 2013, comenzando al año siguiente la dotación museográfica hasta su apertura pública el 12 de diciembre de 2016. 

 

Ejecución de las obras por SACYR y PARDOTAPIA [© autor, 2012]


Ejecución museografía por EMPTY y FRADE Arquitectos [© autor, 2014 al 2016]

La valoración social que hoy tengamos de la Aduana no reside tanto en mis escritos como en la mente de todos ustedes, que constituyen la base de la percepción meritoria de un edificio que vuelve a navegar en el mascarón de proa que conforma la colina descendente de la Alcazaba, en la confluencia de nuevos ejes urbanos peatonalizados, que han ganado como arterias ciudadanas la calle Alcazabilla, Císter y Postigo de los Abades, y continua transitando por el amplio ándito del Parque de Málaga, con el lifting de una rejuvenecida Aduana del Mar, que ya se empina altiva con nueva cubierta sobre el verde parapeto de sus palmeras y ofrece nuevas perspectivas a los cuatro puntos cardinales a los que se dirigen sus esquinas encadenadas de piedra. 


MUCHAS GRACIAS.


Reseñas Diario SUR