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miércoles, 10 de junio de 2015

Una Sancta Facies en el Museo de Málaga.



Santa Faz, Museo de Málaga. © Autor, junio 2015. 


El Museo de Málaga tutela entre sus colecciones una pieza a la que se ha prestado escasa atención por su consideración como obra menor de taller y desconocer su procedencia, lo que le añadiría valor si se lograse documentar su relación con el patrimonio histórico provincial. Este santo rostro anónimo presenta, además, un deficiente estado de conservación con gran parte de la obra perdida, lo que afecta principalmente a su parte derecha y, dentro de ésta, a su lateral inferior.

La Sancta Facies forma parte de una larga tradición ortodoxa y cristiana que refleja un especial culto por este icono religioso al considerarse un akeropoietoi u obra no realizada por mano humana. La posibilidad de poseer una vera efigie de Jesucristo se relaciona tanto con un episodio legendario como con otro inscrito en la narración Pasionista, aquel en que martirizado y casi extenuado por el peso de la cruz camino del Calvario, el Salvador fue caritativamente atendido en la calle de la Amargura por una de las santas mujeres, quien recibió el nombre de Verónica por “vera icona”. En su afán por atenuar el sufrimiento del condenado a muerte, al secar con un lienzo blanco la sangre, sudor y lágrimas del doliente, quedó en éste impregnada de forma milagrosa la imagen facial del nazareno.

Rostro de la Santa Faz, Museo de Málaga. © Autor, junio 2015. 


La sancta facies o vera efigie del Redentor se perpetuó a través de dos principales tradiciones: una oriental y otra occidental. La oriental procede del área sirio-palestina, desde donde más tarde pasó a la capital del imperio bizantino, Constantinopla —hoy Estambul (Turquía)—, sustentada sobre el acontecimiento legendario del que hemos hablado. En esta área se conservó el mandylion, reliquia que se relacionó con la propiedad del legendario rey Abgar V de Odessa o de Edesa, quien durante una enfermedad solicitó la presencia del Salvador para procurar su milagrosa sanación. Éste declinó la invitación a la corte y prometió el envío de una reliquia tras su martirio, cuyo mencionado lienzo con la vera efigie lo entregó el apóstol Judas Tadeo al monarca. La obra, tras distintas vicisitudes que incluye la hipótesis de su destrucción en la capital francesa durante la revolución, hoy se considera original la que se conserva en El Vaticano.

Ambas tradiciones debemos ponerlas en relacionan con la Hemorrosia procedente de los Evangelios Apócrifos, es decir, con la milagrosa capacidad de curación de dolientes por el simple y furtivo roce con la túnica del Salvador, lo que se transfiere a los lienzos con la santa faz de las tradiciones oriental y occidental.

La occidental, por su parte, se inscribe plenamente en la tradición evangélica católica, para la que el velo de la Verónica sería una variante del mandylion o lienzo de Edesa fuera de la tradición ortodoxa. Durante la Edad Media, creció la devoción por la figura de la Verónica, aumentando la veneración por esta figura femenina que porta entre sus manos el velo cristífero o lienzo del Christus dolens.

Estilísticamente, el mandylion oriental representó la faz de Jesucristo en estricta frontalidad, dominado por escuetos rasgos esquemáticos que apenas se refieren a la apariencia natural de un semblante, prestando el aspecto impersonal y mayestático atribuido a la imagen sacra, lo que se interpreta como expresión de la inmutabilidad y trascendencia de lo divino. En este sentido, Gómez Piñol apunta la idea de que, al evitar mostrar signo alguno de los padecimientos de la Pasión cristológica, los artistas intentaron acercar la vera faz a la impasible majestad del Pantocrator.

La Sancta Facies relacionada con la Verónica tomó carta de naturaleza en la tradición católica a partir del siglo XIV, al considerarse que el lienzo donde Cristo enjugó su rostro forma parte de los “mirabilia romae” o reliquias sagradas conservadas en la capital de la Cristiandad, a la que más tarde se añadieron dos nuevos “mirabilia” en Jerusalén y en la andaluza catedral de Jaén. En esta línea, el Christus dolens, aunque partió de cierto hieratismo y esquematismo propios del mandylion oriental, fue ganando fuerza en la representación de los signos de la Pasión, como la representación de la corona de espinas y la cara ensangrentada y doliente del nazareno, alcanzando su punto álgido en las representaciones barrocas del siglo XVII, donde se subrayaba el sello patético y humanizado del dolor propio de una religiosidad que empatizara con los fieles.

Emilio Gómez Piñol subrayó, además, la importancia del mismo ritual de manifestación de estas reliquias en muy escasas ocasiones, considerados por el común como la vera imagen del Salvador, lo que reunía en torno a su exhibición extraordinaria la veneración fervorosa de una multitud de fieles expectantes y enardecidos por la fe. Es el caso de la Santa Faz de la catedral de Jaén, que sólo se exhibía solemnemente en los oficios fúnebres del Viernes Santo, alcanzando una enorme popularidad entre los siglos XIV y XVI. La devoción por esta imagen veraz de Jesucristo fue tal que se multiplicó la producción de copias y estampas impresas para la privada oración, y se convirtió en un elemento devocional añadido a numerosos retablos españoles, donde se ubicaron en el centro de la predela para permitir que los fieles se inclinasen y pudiesen besar la sancta facies, lo que las hizo especialmente vulnerables al deterioro por su continuo uso.

La obra conservada en el Museo de Málaga es una pieza muy influida por el mandylion oriental, que podemos relacionar con el arte ortodoxo del icono trasladado al lenguaje plástico del guadamecí hispano, trabajando la imagen sobre piel curtida, ferreteada con punzón y teñida como soporte de la imagen pictórica de Jesucristo, posible anónimo del siglo XVI. El soporte se montó sobre tabla para prestarle mayor rigidez, alcanzando 47,00 x 37,00 cm, con un doble enmarcado: uno tradicional con simple marco de madera moderno, y otro sobre el mismo soporte que recibió una amplia inscripción, hoy perdida en gran parte, donde puede leerse “ORIHSXPO / ADO..E / MAESTRO / N….N”.

Cenefas ferreteadas a punzón, Museo de Málaga. © Autor, junio 2015.


La leyenda corre en torno a los cuatro lados perimetrales de la pieza, interrumpida en sus esquinas por cuadrados con decoración pintada que parece simplemente geométrica o de inspiración floral, en cuyo centro se encuentra la piel trabajada con punzones decorativos aplicados sobre la piel a martillo en distintas franjas decorativas y cubiertas con dorado. La franja más cercana al texto se compone de un recuadro doble que imita una trata de tejido de fibras vegetales en damero, hacia el interior se dispone una amplia cadena de ochos enlazados y en los espacios triangulares, a modo de jambas en torno a la cabeza, se emplean cenefas decorativas más complejas mediante elementos circulares enmarcados por una especie de greca interrumpida por el rostro. El contorno de la Sancta Facies se compone de un grueso borde punteado que delimita como en los iconos ortodoxos la imagen de Jesucristo, con la concreción hierática de la divinidad presente en el mandylion bizantino.   

Detalle de la decoración ferreteada en torno al santo rostro, Museo de Málaga. © Autor, junio 2015.



El rostro del Redentor se presenta perfectamente enmarcado por la oscura cabellera que cae desde la parte superior en dos amplias guedejas que, junto a la barca, determinan en su base la perfecta simetría del rostro en tres apéndices lanceolados. Los ojos almendrados e inexpresivos, bajo dos perfectas cejas en arco, nariz recta y serena boca, de cuyas comisuras nace la poblada barba, prestan al semblante la majestad impasible de la divinidad que representa una estética extremadamente arcaizante.

La pieza presenta en su soporte de tablas una pestaña superior, quizá medio de anclaje a la predela de algún altar, tal y como venimos afirmando que era la función principal de este tipo de representaciones religiosas, que no presenta encolado entre las dos tablas traseras, sino unión mediante dos travesaños transversales. El montaje original ha debido de ser una de las principales causas de los deterioros sufridos por la obra, cuyas pérdidas parecen originarse en la fractura del guadamecí causada a lo largo de las zonas de ensamblaje de las tablas traseras. 

Trasera, Museo de Málaga. © Autor, junio 2015. 


El modelo podemos rastrearlo en España, donde existen dos imágenes derivadas del mandylion de tradición oriental: la que presenta la vera faz con los ojos cerrados tras el martirio, en la línea del sudario de la sábana santa, como son los rostros de Cristo custodiados en el Convento de las Clarisas de Monforte (Galicia) o en la Iglesia de San Marcos de Madrid, ambos supuestos regalos a nobles españoles en Roma por Paulo V; y las del rostro de un Redentor aún vivo, como los de la catedral jiennense, conservado allí desde el siglo XIV, o el alicantino Monasterio de la Santa Faz desde el siglo XV.  A esta última línea debemos  adscribir la pieza del Museo de Málaga, que podemos datar en un amplio arco cronológico entre el siglo XIV y el XVI, aunque aproximándonos más a esta última centuria, y quizá procedente del ámbito religioso provincial. 


Sin tener aún datos documentales precisos sobre su incorporación a las colecciones del museo malagueño, en el lateral derecho del marco presenta restos de una etiqueta troquelada de las que se emplearon durante los años de tutela de piezas rescatadas por la Junta de Defensa del Tesoro Artístico Nacional en su Servicio de Vanguardia de Málaga en los locales de la Alcazaba malagueña, inscritos en un minucioso libro de registro de ingresos en 1937, que anotaba y custodiaba Juan Temboury Álvarez. La etiqueta presenta la anotación 703, que coincide con su actual número de inventario (A/CE00703), lo que quizá nos ofrezca un ligero aunque incierto indicio de que la obra pudiese ingresar en las colecciones del entonces Museo Provincial de Bellas Artes de Málaga en el mes de junio de 1938, tras no ser reclamado por ninguna persona que pudiese demostrar legítima titularidad sobre la pieza, como otros bienes ingresados por esta vía con constatación documental. No obstante, de esta pieza no hemos encontrado anotación alguna. 

La obra me parece especialmente interesante y personalmente ha despertado una curiosidad que prometo mantener, hasta poder localizar de forma definitiva la procedencia y canal de ingreso de ésta entre los actuales fondos patrimoniales del museo malagueño. 

Bibliografía:
GÓMEZ PIÑOL, Emilio, “El velo de la Verónica en la obra de Zurbarán”, Temas de Estética y Arte XX, Sevilla, Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, 2006, pp. 107-131.
RÉAU, Louis, Iconografía del arte cristiano. Iconografía de los santos de la P a la Z, Barcelona, Ediciones del Serbal, 1997, pp. 315-318. 

lunes, 18 de mayo de 2015

Colecciones de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo en el Museo de Málaga.




Entrada a la sala Degrain en el Museo de Bellas Artes en el antiguo colegio jesuita en la Plaza de la Constitución en torno a los años treinta del siglo XX. 

Antecedentes
La Real Academia de Bellas Artes de San Telmo se creó por Real Decreto de 31 de octubre de 1849, aprovechando los años de pujanza de la capital malagueña para la promoción a través de las Artes de sus capacidades económicas, sociales y culturales en seguimiento de capitales andaluzas que ya las poseían como Sevilla, Cádiz y Granada; y enmarcada en las reformas estatutarias decretadas por el Gobierno de Isabel II en torno al año 1844, por la que se instaba a crear nuevas corporaciones de segunda clase a lo largo y ancho del país. La Ley de Instrucción Pública de 1857 confió al cuidado del Gobierno el establecimiento de un museo en cada una de las capitales de provincia de la nación, que para el caso local correspondió a la joven academia la formación de un Museo Provincial de Bellas Artes en Málaga desde 1852.


Retrato de D. José Seijas Lozano, integrante del gobierno de Isabel II,
 responsable del nuevo marco legal de las Reales Academias de Bellas Artes en
 España en 1844, encargo de la corporación a un joven
 José Moreno Carbonero para su sala de sesiones.
Las iniciativas fueron infructuosas desde un punto de vista institucional, no así en la formación de una colección que se emplease principalmente como material docente para los alumnos de la recién creada Escuela de Bellas Artes en 1851 y custodiada en el Real Colegio Náutico de San Telmo, de quien recibió su patronímico por acuerdo de 1883.

Con el Real Decreto de 24 de julio de 1913, por el que se crearon museos provinciales y municipales de Bellas Artes en aquellas capitales de provincia donde no existiesen, el Estado instituyó el Museo Provincial de Bellas Artes de Málaga, creado en régimen de Patronato en 1915 e inaugurado en agosto del año siguiente. En esta coyuntura, ambas instituciones patrimoniales fueron concomitantes, por cuanto la Junta de Patronato se nutrió de los cargos electos de la corporación académica, desde su Presidente hasta un elevado número de sus vocales, y en tanto que el director del mismo fue nombrado de entre los académicos en su sección de pintura: Rafael Murillo Carreras.







Formación de las colecciones del Museo
La iniciativa de creación de un museo provincial destinado a las Bellas Artes en Málaga había quedado en suspenso tras el fallecimiento don José Freüler y Alcalá-Galiano, marqués de la Paniega, quien había sido su único presidente desde su creación hasta el inicio del siglo XX. Tras una decena de años sin apenas actividad, la nueva Junta directiva de la corporación académica reactivó el interés en la creación del Museo, para el que realizó un inventario de sus fondos en 1910.

El resultado de este inicial inventario es la base del Acta de depósito de las obras de la Real Academia de San Telmo el 18 de diciembre de 1915 en el Museo de Málaga. La titularidad de esta inicial colección museográfica no está correctamente discriminada en la mencionado acta, pues las colecciones iniciales se componían de:

A.                       Un grupo formado por obras propiedad directa de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo por adquisición o donación según criterios de: indudable valor patrimonial (obras del sevillano Bernabé de Ayala), obras adquiridas como ayuda económica a pintores y familias de académicos fallecidos (Murillo Bracho, Carolina Terán, viuda de Bernardo Ferrándiz) o directamente relacionadas con el exorno del salón de sesiones (Gutiérrez de León, José Moreno Carbonero, Antonio Muñoz Degrain, etc.). 
B.                       Un segundo grupo integrado por depósitos de otras instituciones, que se involucraron en la labor docente de la colección como medio de enseñanza a los alumnos de la Escuela de Bellas Artes de San Telmo, en dos grupos fundamentales: los depósitos estatales (alguna obra pictórica y una importante colección de grabados de creación -Alcaraz, Ricardo Baroja, Carlos Verger, etc. - y de colecciones de la Calcografía Nacional en 1857); y de la Diputación Provincial (obras de Emilio Ocón, Criado Baca, Enrique Simonet, etc.). En este caso, la titularidad nunca ha dejado de ser de sus legítimos propietarios. 
C.                       Un tercer grupo lo formó un confuso grupo de piezas procedentes de los distintos procesos desamortizadores sobre los bienes religiosos en la capital y provincia malagueñas, de cuyos conjuntos el más conocido es el grupo de ménsulas figuradas mudéjares procedentes del desmonte del desamortizado convento de La Merced. En este caso, la titularidad no es de la corporación académica que actuaba como organización de tutela de estos bienes de propiedad estatal, y así el artículo 2.1 del Real Decreto de 1913 establecía el ingreso en los museos creados de: las pinturas, grabados, estatuas, relieves y demás objetos de arte procedentes de las extinguidas órdenes monásticas y cedidos en calidad de depósito por el Estado a las corporaciones de la provincia.



Busto de D. José Freüller, marqués de la Paniega, primer 
presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo,
 bronce de Rafael Gutiérrez de León [1888]. 

En las actas de la Academia de Bellas Artes de San Telmo constan algunos de estos ingresos procedentes de exclaustraciones, como los desmontes del convento de Santa Clara recogidos en acta de 23 de enero de 1869. 

El traslado de la sede del Museo Provincial de Bellas Artes a los locales de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo (1922-1961)
La primera sede del Museo en un piso de la calle Pedro de Toledo, desde su inauguración en 1916, fue cesión del Presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y nombrado del Patronato del Museo, el marqués de Casa Loring, por lo que el Museo físicamente no compartió en sus inicios inmueble con la corporación. No así la vida administrativa, pues las sesiones de las Juntas de Patronato quedan reflejadas mejor en las sesiones de la corporación académica, así como la documentación hasta prácticamente la década de los años sesenta se confunde en los archivos administrativos de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y del Museo. No obstante, la producción documental de esos años es exigua si lo comparamos con la tramitación administrativa posterior a la reunión de los dos museos provinciales -de Bellas Artes y Arqueológico- en el Museo de Málaga por disposición ministerial de 1973, año en que se desvinculan totalmente a pesar de que la Real Academia continuó alojada en la sede museística en el Palacio de Buenavista.

En 1922, el propietario del inmueble que ocupaba el Museo lo vendió a la corporación teresiana y el Museo Provincial de Bellas Artes de Málaga se trasladó a los locales de los que disponía la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo en el antiguo colegio jesuítico de la actual Plaza de la Constitución de Málaga, donde se logró una confusión mayor entre ambas instituciones, pues ya se compartieron: inmueble, colecciones, administración y personal.

El incremento de colecciones de la academia se reduce, durante estos años, a la primera de las vías del apartado anterior, pues los depósitos de otras instituciones no suelen hacerse ya a través de la Academia, así como los depósitos estatales desde los años veinte y treinta a los sesenta que se realizan directamente al Museo Provincial. No obstante, incluso en el caso de obras donadas por sus autores a la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo por diversas causas (ingreso como académico de número, correspondiente u honorario, donaciones de particulares, etc.), son agradecidas en ocasiones mediante misivas por los directores generales del ramo, como si sobre el Estado y su Museo recayese la propiedad y tutela de las obras donadas. 

El Museo de Bellas Artes de Málaga en el Palacio de los Condes de Buenavista (1961-1997)
En 1961 culmina el feliz alumbramiento de un proyecto largos años madurado, que pretendía unir los destinos de uno de los edificios históricos más emblemáticos y olvidados de la ciudad: el Palacio de los condes de Buenavista de la calle de San Agustín; y el Museo Provincial de Bellas Artes de Málaga -desde 1969 sólo Museo de Bellas Artes-, constreñido y asfixiado por los escasos locales de su anterior ubicación. En este caso, la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo se traslada al inmueble compartido con el Museo, e invitada a permanecer en él desde 1973, reuniendo: Sala de Sesiones, archivo histórico-administrativo y biblioteca en los locales de calle San Agustín.


Recepción de Ramón Areces como académico en 1986. 

Con respecto al incremento de colecciones que la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo posee, durante estos años debemos mencionar tres importantes vías:

A.    En primer lugar, el habitual medio de incremento de obra por los artistas y eruditos artísticos  que ingresan en la corporación, como hasta el momento venimos comentando. 
B.    En segundo lugar, los encargos directos que se realizan para completar el exorno de la Sala de Sesiones de la Academia y la galería de sus presidentes (Luis Bono, Roquero Tovar, Cañete Sánchez, Capulino Jáuregui, Virgilio Galán, Torres Mata, Revello de Toro, etc.).
C.    En tercer lugar, importantes donaciones de familiares de pintores que realizan su depósito o donación en la Academia sin otro fin que su exhibición en el Museo de Bellas Artes de Málaga, siendo los casos más sintomáticos: los de la familia de Denis Belgrano, que dona en 1976 tres obras para la exhibición en el Museo; la donación de obras de la familia del poeta José Luna, en 1965; y, la más importante por su extraordinario valor cuantitativo y cualitativo, la de la familia del pintor malagueño José Moreno Carbonero en diciembre de 1967 y en marzo de 1973. 
D.    Obras premiadas en los Salones de Invierno organizados por la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo en el Museo provincial, como en el caso de los siguientes ejemplos:

Autor.
Obra
Nº Inventario
Observaciones.
PÉREZ DE PERCEVAL, Jesús.
Madre de Mojácar
BA/DO00619
Premio “Picasso” en el III Salón de Invierno de 1967.
POZO LORA, Manuela.
Descanso
BA/DO01007
Premio “Pedro Sáenz” en el V Salón de Invierno de 1969.
BORREGO GUTIÉRREZ, Antonio.
Mujer sentada en bronce
BA/DO00605
Premio “Fernando Labrada” en el VI Salón de Invierno de 1970.
MONTES LÓPEZ, Luis.
Bodegón interior.
BA/DO01066
Primer Premio VII Salón de Invierno (I Bienal) de 1972.
CARMONA JIMÉNEZ, Rafael.
Torso [1973]
BA/DO00838
Premio en el VIII Salón de Invierno (II Bienal) de 1974.



Sala Denis en la reforma museográfica que el Museo de Málaga vivió en la década de los años ochenta del siglo XX, 
bajo supervisión de Isidoro Coloma Martín, con la donación del retrato de los padres del pintor José Denis Belgrano en 
octubre de 1976 por Léonie Martín Lapadu. 


Actualmente, los incrementos de la colección adscrita a la Real Academia de Bellas Artes se circunscribe a obras entregadas por los nuevos académicos y donaciones directas a la corporación, pendientes de adscripción por depósito a las colecciones del Museo de Málaga debido a un nuevo marco jurídico autonómico en materia de patrimonio histórico y de museos. En este sentido, aunque no se han reformado los estatutos de estas corporaciones desde la Real Orden de 1849, lo que requeriría una reforma a través de una norma de igual rango y carácter general a juicio de Ramón Corzo, la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo actualizó su Reglamento en 1975, previo por tanto al nuevo marco constitucional y autonómico, por lo que no ha asumido en él ninguna de las nuevas circunstancias que marca el actual ordenamiento jurídico en materia de museos y la distribución de competencias desde 1984 entre la titularidad estatal del museo y su gestión transferida a la Comunidad Autónoma, a quien actualmente compete la valoración, aceptación y tutela de estos nuevos depósitos académicos, autorizando sus depósitos.

Así mismo, para una convivencia futura entre ambos se requerirá un nuevo acuerdo en la política de incrementos bibliográficos de su extensa biblioteca, donde poder contemplar la posibilidad de aplicar una adecuada política de expurgo que no hipoteque el crecimiento de la biblioteca especializada del Museo de Málaga con publicaciones no afectas a las disciplinas concernidas por la institución, así como de un adecuado sistema de distribución de sus publicaciones, para las que tampoco pueden disponerse almacenes internos de acopio indefinido espacial y temporalmente.


Madre de Mojácar [1965] de Jesús de Perceval (Almería, 1916 – 1985). 

Para aventurar el futuro de esta vinculación, deseo hacer mías las palabras de Ramón Corzo Sánchez, de la Universidad de Sevilla: … la Academia malagueña ha sabido reivindicar su vinculación y ha obtenido que las nuevas instalaciones corporativas  se trasladen junto al Museo al Palacio de la Aduana, para conservar su vinculo con un patrimonio creado gracias al esfuerzo de los académicos.

Bibliografía
CAMACHO MARTÍNEZ, Rosario, “Vinculación de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo en el Museo de Málaga”, Anuario Real Academia de Bellas Artes de San Telmo 6, Málaga, 2006, pp. 15-20.
CORZO SÁNCHEZ, Ramón, “Las Academias de Bellas Artes de Andalucía. Sus orígenes, historia y organización actual” (conferencia impartida en la Real Academia de Córdoba, el jueves 22 de octubre de 2009), Temas de Estética y Arte XXV, Sevilla, Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, 2011, pp. 208-226. www.insacan.org/.../9%20RAMON%20CORZO%20SANCHEZ.pdf (consultado 18/05/2015).
PAZOS BERNAL, María Ángeles, La Academia de Bellas Artes de Málaga en el siglo XIX, Málaga, Editorial Bobastro, 1987.