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miércoles, 14 de octubre de 2020

Hostiario gótico del platero Pedro de Porres en el Museo de Málaga.

Hostiario o píxide burgalés en plata blanca, 11,50 x 9,50 Ø máx. cm. Museo de Málaga

© Foto del autor, 2018

 

Del patrimonio histórico-artístico que tutelan los museos, la Platería es la menos habitual, principalmente debido a su valor elevado y a su significación singular. La primera circunstancia determina que, tanto en el ámbito público como en el privado, estos bienes culturales conserven una especial estima, esmerado cuidado y transmisión preferente; mientras que la segunda los ha mantenido en continuo uso, especialmente en su empleo litúrgico en todas las ceremonias religiosas o simbólico en numerosos acontecimientos de carácter civil. Esta situación no se ha visto afectada en España, a pesar de que hayan sido codiciados botines en los conflictos políticos y sociales de la nación, en los procesos desamortizadores decimonónicos y en el activo comercio de antigüedades, donde suelen ser fondos muy habituales. Además, en las piezas conservadas es frecuente encontrar pérdidas, así como intervenciones que han modificado sustancialmente su estilo, transformado su inicial tipología o cambiado su original uso, ejecutados por otros orfebres en satisfacción de las apetencias de sus propietarios. La participación de restauradores en estas intervenciones es relativamente reciente, pues como patrimonio mueble debemos demandar hoy que se apliquen sobre la Platería los criterios consensuados por la praxis internacional en Conservación y Restauración de Bienes Culturales. Este último aspecto ha incidido negativamente sobre su valor museográfico, siendo muchos más numerosos los fondos preservados en los almacenes de los museos, que los exhibidos en sus colecciones permanentes.  

 

Museo de Málaga, exposición ambiental en torno a 1971 en el Palacio de Buenavista


Escasas son las referencias documentales en el Museo de Málaga sobre su procedencia, algunas de ellas adquiridas en el mercado nacional de antigüedades durante la dirección de Manuel Casamar Pérez. Muchas de ellas fueron seleccionadas como ejemplares representativos de las llamadas Artes Aplicadas o Decorativas en diferentes estilos artísticos, idóneas al carácter generalista y a la presentación ambientada que presidió el proyecto museográfico con el que se inauguró su nueva sede en el Palacio de Buenavista. El resultado fue la formación de una colección heterogénea y con escasa referencia local, en un arco cronológico y de procedencia extremadamente amplio: del Gótico Internacional a la platería comercial del siglo XX, y de centros orfebres norte y centroeuropeos a numerosos talleres castellanos y andaluces, la inmensa mayoría de carácter religioso. Hoy contamos con nuevos criterios en la incorporación de fondos en nuestros museos, como demuestra en 1973 la adquisición en el comercio de antigüedades parisino de una pieza excepcional, ejemplo de orfebrería civil, blasones de propiedad y punzones malagueños setecentistas. La cafetera del platero malagueño Bernardo de Amores adquiere así un alto valor referencial en la colección permanente del Museo de Málaga, por su excepcional estado de conservación, su singularidad tipológica e indudable procedencia local, como demuestran sus punzones.

 

Cafetera malagueña en plata repujada (c. 1752-1757) del platero Bernardo de Amores. Museo de Málaga

© Foto del autor 2020


La Platería posee singularidades que pasan desapercibidas para el público general de los museos, en la mayoría de los casos fomentada por una presentación que pone en valor su carácter suntuario, decorativo o crematístico, soslayando su valoración histórica y estilística. No solemos incidir lo suficiente sobre la intensa labor conceptual y proyectual de los orfebres sobre sus creaciones, siendo muy abundantes los diseños y modelos realizados sobre distintos soportes tanto por reputados plateros, como por arquitectos, pintores y escultores que realizaron incursiones en este campo artístico dominado por la ostentación y la fantasía. Habitualmente, estos bocetos aparecen firmados y fechados detalladamente al ser empleados como modelos a presentar a la aceptación de sus clientes, lo que de alguna forma evitaba un incipiente espionaje industrial, y perfectamente definidos al usarse como patrones ante las singulares técnicas y distribución de tareas en los talleres orfebres. A esta característica, se suma el no ser habitual las piezas plateras ágrafas, pues la necesidad de ofrecer garantías a aquéllos que adquirían a un alto precio estas producciones, indujo a los poderes públicos y a los gremios al empleo de un estricto sistema de marcaje. Los punzones empleados para la contención del fraude, hoy son herramientas indispensables de lectura para el conocimiento de su procedencia, datación y autoría.

 

Presentación fondos de Platería, almacén visitable del Museo de Málaga

© Foto del autor 2016


En esta línea, presentamos una de las piezas más interesantes de entre aquéllas que se exhiben en el almacén visitable de la planta baja del Palacio de la Aduana de Málaga: un hostiario o píxide gótico burgalés. El hostiario, previamente estudiado y publicado por Rafael Sánchez-Lafuente, es un ejemplo de platería religiosa punzonada castellana que debió alcanzar los fondos del museo malagueño entre las adquisiciones en el comercio madrileño de antigüedades durante las décadas de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo. Morfológicamente, la pieza presenta cuerpo cúbico de escasa altura, sobre el que encaja un esbelto tapador cónico y remata en orbe esférico de fundición, sobre el que falta su crucífero colofón. Tipológicamente, conserva intacto su diseño original, no recibiendo las habituales transformaciones por el cambio de gusto que otros ejemplares suelen haber sufrido, especialmente mediante la incorporación de un esbelto astil. Técnicamente, la pieza está trabajada sobre plancha cincelada, repujada a buril, fundida y soldada, que presenta plata blanca en su exterior y un áureo sobredorado interno, recibiendo el marcaje en el reverso de su base circular.


Exterior en plata blanca e interior sobredorada. Píxide, Museo de Málaga

© Foto del autor 2018

 

Esta tipología ha sido estudiada por Javier Alonso de Benito, quien la singulariza como producción característica de la platería burgalesa medieval. Los talleres castellanos fueron herederos de las técnicas artesanales y modelos decorativos islámicos, asimilados a través de contextos mozárabes y adaptados a los nuevos usos litúrgicos que se derivaron de las constituciones sinodales del obispo de Burgos Gonzalo de Mena y Roelas (1386-1393). Así, los hostiarios de sección cilíndrica con tapador encarnaron pequeños tabernáculos portátiles, lo suficientemente dignificados como para recibir su santificado contenido, en expresión del investigador. El profesor de la Universidad de Cantabria, Aurelio Barros García (BARROS GARCÍA, Aurelio A.; 2000, 47), nos informa que este tipo de píxide modificaron su inicial aspecto achaparrado hacia el año 1450, mediante el aumento del peralte de su tapador, adoptando una singular forma en referencia a la volumetría de las tiendas de campaña o pabellones militares medievales, empleados por los musulmanes y emulados por la nobleza castellana. En los casos conservados, la decoración repujada a buril del cuerpo de la caja cilíndrica incluye una amplia banda central con estilizados caracteres góticos, siguiendo la tradición islámica de las decoraciones anicónicas, a las que se suman tempranas aportaciones decorativas del importado repertorio renacentista, como las cardinas que pautan el texto o los elementos de su remate inferior, compuesto en nuestro caso de una cinta de perlas troqueladas entre lisas molduras.

 

Tienda de campaña de tipo morisco de Carlos V (siglo XVI), Museo del Ejército en Toledo. Hostiario gótico burgalés del 

Museo de Málaga

© Composición del autor 2020


El modelo conservado más próximo al ejemplar malagueño posiblemente sea el píxide gótico en plata de la Iglesia de San Pedro y Ermita del Salvador de Beinza-Labayen (Navarra), que conserva aún sobre el orbe su Crucificado. Hemos aludido a la frecuencia de pérdidas en este tipo de piezas, lo que disminuye su valor museográfico, fundamentalmente debidas a causas de deterioro inherentes a su material constitutivo. Entre otras, aquella referida a la necesaria aleación de la plata con otros metales para reforzar su consistencia. Con el paso del tiempo, sin embargo las aleaciones pierden su maleabilidad, volviendo la plata débil y quebradiza. Este fenómeno de deterioro, conocido como plata agria, suele ser el causante de que las piezas se agrieten, se vuelvan frágiles y presenten la suficiente debilidad como para que se fracturen algunos elementos durante su continuo uso. Esta es la causa de las presentes deformaciones que se observan en la pieza analizada y a la pérdida del Crucificado, fracturado en su base. 


Píxide gótico (siglo XVI) de Beinza-Labayen (Navarra) y píxide gótico del Museo de Málaga, comparativa


Su decoración prácticamente se reduce a la banda con leyenda que circunda el cuerpo central del hostiario, donde se ha repujado en relieve burilado: HIC / EST / CORPUS / DÑO / NTRO / IHS / XRTI, en alusión al destino de este tipo de recipientes sacros: He aquí el cuerpo del dueño Nuestro Señor Jesucristo. El texto se articula en abreviaturas latinas con caracteres góticos entre clásicas cardinas vegetales al romano: unas simples con tallo vegetal leñoso, que envuelve un elemento floral pentafolio; otras dobles, con tallo central que se bifurca en dos simétricos roleos sobre el mismo motivo floral; y otras compuestas, donde el roleo central incluye en su desarrollo los mismos elementos florales perimetrales en menor tamaño. La decoración repujada se inscribe sobre fondo puntillado y encaja entre dos bandas sogueadas. Inscrita entre ellas, destaca la existencia al inicio de la leyenda de una enigmática Cruz de Malta de brazos de perfil angrelado, tras la que se cruzan dos estilizadas tibias en aspa, quizás en alusión al comitente de la pieza. El tapador presenta una decoración más simple, compuesta por estrella central de ocho puntas sobre fondo punteado a buril, en un diseño geométrico muy plano en comparación con el relieve del cuerpo central del hostiario.  

 

Leyenda gótica del píxide conservado en el Museo de Málaga

© Composición del autor 2018


Cardinas simple, doble y compuesta. Píxide del Museo de Málaga

© Composición del autor 2018



Cruz de Malta y decoración geométrica de la tapa. Píxide del Museo de Málaga

© Composición del autor 2018


El reverso de la base circular alberga los punzones que nos permiten localizar, datar y atribuir con precisión la pieza. Este tipo de triple marcaje se inició precisamente en Burgos a lo largo del siglo XV, cuyo gremio de plateros lo instituyó como medio de garantizar los derechos de sus clientes ante el uso fraudulento de plata de baja ley. Se incorporó el sello de la ciudad como garantía de su Concejo, el cuño del fiel del contraste y el punzón del maestro platero, lo que alcanzó tal éxito fiscalizador que los Reyes Católicos impusieron el marcaje triple con carácter general mediante la Pragmática sobre moneda y marcaje de la plata, otorgada en la ciudad de Valencia el 12 de abril de 1488. Los punzones de esta pieza fueron publicados por Rafael Sánchez-Lafuente en la década de los años ochenta, que hoy podemos cotejar con la sistematización establecida por Aurelio Barrón García para la platería castellano-leonesa medieval y moderna. El punzón con cabeza real coronada sobre tres torres y la leyenda: BURGOS, alude evidentemente a la localidad donde trabajaba el orfebre, sello municipal que se empleó entre los años 1500 y 1560, cambiando posteriormente su diseño. El punzón con forma cuadrada y una letra mayúscula en cada una de sus cuadrículas interiores se relaciona con los fieles del contraste, pareja de plateros que ocuparon el cargo en la ciudad por designación de su regimiento entre los años 1521 y 1526: "O/S" se correspondería con Andrés de Santa Cruz y "P/A" con Pedro de Acebedo. Ambos punzones se refieren al sistema gremial de marcaje de la plata establecido para sus autoridades fiscales, mientras que el tercero de mayor tamaño corresponde al platero Pedro de Porres, autor de la pieza, que ha sido documentado por el profesor Barros García en la localidad burgalesa al menos entre los años 1560 y 1600. En este caso, podríamos hablar de una obra de creatividad limitada por parte del maestro platero Pedro de Porres, que se ciñe estrictamente a los modelos de hostiario de mayor éxito y nutrida demanda entre los círculos religiosos castellanos, aunque para las fechas de ejecución sea ya una moda decadentista.

 

Punzones del píxide, Museo de Málaga, y punzones publicados por Rafael Sánchez-Lafuente Germar (Madrid, 1980, 

nº de catálogo 23)

© Composición del autor 2020


De su análisis, podemos deducir que nos encontramos posiblemente ante una pieza temprana en la producción de Pedro de Porres, datada durante el segundo cuarto del siglo XVI, continuando los modelos más demandados de hostiarios góticos de entre los talleres orfebres burgaleses. Por su valor histórico, hoy constituye una de las piezas más singulares y apreciables de entre los fondos plateros del Museo de Málaga, ya que nos permitiría llegar a plantear una ampliación cronológica de la actividad como orfebre de Pedro de Porres, debido a la lectura cruzada de sus punzones. El severo y elegante diseño compositivo gótico de tradición mozárabe burgalesa, la conservación intacta de su tipología original y la referencia completa de su punzonado son razones suficientes para que le dediquen una especial atención, durante su próxima visita a las colecciones del Museo de Málaga.  

 

Bibliografía:

ALONSO BENITO, Javier, Platería. Colecciones del Museo Nacional de Artes Decorativas, Madrid, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2015.

BARRÓN GARCÍA, Aurelio A., La platería burgalesa, 1475-1600, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 1994. 

BARRÓN GARCÍA, Aurelio A., “Archidiócesis de Burgos”, en VV.AA., La Platería en la época de los Austrias Mayores en Castilla y León [Catálogo exposición Monasterio de Nuestra Señora de Prado, Valladolid, 19 de febrero a 30 de marzo], Salamanca, Junta de Castilla y León, 1999. 

BARRÓN GARCÍA, Aurelio A., "La Platería en Castilla y León", en VV.AA., El arte de la plata y de las joyas en la España de Carlos V [Catálogo exposición Palacio Municipal de Exposiciones "Kiosco Alfonso" La Coruña, 6 de julio a 27 de septiembre de 2000], La Coruña, Sociedad Estatal para la Comemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000, pp. 41-59. 

BARRÓN GARCÍA, Aurelio A., “Platería hispano-flamenca bilbaína: Martín Follou y Pedro Martínez de Otaza”, en RIVAS CARMONA, Jesús (Coord.), Estudios de Platería San Eloy 2004, Murcia, Universidad de Murcia, Servicio de Publicaciones, 2004, pp. 99-118.

NAVARRO PÉREZ, Mª Paz, “La restauración de orfebrería: alteraciones y criterios de intervención”, en RIVAS CARMONA, Jesús (Coord.), Estudios de Platería San Eloy 2010, Murcia, Universidad de Murcia, Servicio de Publicaciones, 2010, pp. 503-516.

SÁNCHEZ-LAFUENTE GEMAR, Rafael, Orfebrería del Museo de Málaga, Madrid, Ministerio de Cultura, 1980, nº cat. 23, p. 22 [reproducción lám. 28, p. 78].