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sábado, 16 de junio de 2018

Eva desnuda [Málaga, 1945], obra de madurez de Juan Barbero Martínez (1908-1952).


 

“Eva desnuda”, óleo sobre lienzo, 167,00 x 91,00 cm.
Museo de Málaga.

Existen obras que pertenecen a la memoria sentimental de la infancia, durante la cual la recién estrenada herramienta del raciocinio va atesorando imágenes, sensaciones, sonidos y datos para conformar un mapa conceptual con el que manejarnos por la vida, y en la propia he contado con una de las postales que se vendían en la ciudad, de entre las colecciones del Museo de Málaga, con la “Eva desnuda” del pintor Juan Barbero Martínez como motivo. Desde aquellos ya fabulados tiempos, hoy se exhibe en las salas permanentes de su nueva sede del Palacio de la Aduana este desnudo femenino que, cuando transito en el silencio de las inspecciones periódicas, continúa conteniendo la magia que me devuelve a mi infancia.   

Apenas tenía noticia de su autor, Juan Barbero Martínez, hasta el generoso contacto con su sobrina materna: María Eugenia Pereiro Barbero. El pintor nació el 18 de enero de 1908 en la localidad madrileña de Tielmes de Tajuña, donde comenzó de forma autodidacta a practicar vocacionalmente el ejercicio de la pintura. Una vez instalado en Madrid, su tesón en descollar entre los maestros de la pintura nacional le prestó la suficiente osadía como para mostrar sus dibujos a pintores ya consagrados, caso de José Garnelo, Marceliano de Santa María o el valenciano Manuel Benedito. De entre todos ellos, fue este último quien ejerció su magisterio sobre el joven Barbero, en el que descubrió una sensibilidad plástica más próxima y una forma más cercana a su concepto de la pintura, presentándole a los marqueses de Urquijo quienes ejercieron el mecenazgo durante sus años de formación. Gracias a esta afortunada situación, Juan Barbero pudo ingresar como alumno en el año 1928 en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, durante cuyos años de estudio se aplicó con denuedo y entrega a lograr despuntar con éxito, como demostraron los Diplomas de Mérito obtenidos en Perspectiva, Dibujo de Estampas, Estudios preparatorios de Colorido e Historia del Arte en su primer curso, y de Desnudo del Natural, Dibujo Científico y, de nuevo, Historia del Arte en su segundo año. Todos estos méritos acumulativos fueron determinantes para que el claustro de profesores solicitase por unanimidad la concesión de la pensión para continuar sus estudios que ofrecía la Diputación Provincial de Madrid en años sucesivos, hasta su conclusión.

Durante la década de los años treinta del siglo XX, Juan Barbero obtuvo pensión en la Residencia veraniega de Paisaje en la segoviana Cartuja de El Paular en 1933, y en la Residencia oficial en la ciudad de Granada en 1934, siendo uno de los géneros en los que se mostró mejor dotado. En este último año hizo acto de presencia en el panorama artístico nacional, con su primera exposición individual en la Asociación de Amigos del Arte de Recoletos, con gran éxito de crítica y un importante número de ventas, consecuencia lógica de su acogida entre el público. Al siguiente año, coincidiendo con una nueva estancia en la Residencia oficial granadina, presentó su segunda gran individual en el Centro Artístico de Granada. 


“Jardines de la Alcazaba”, óleo sobre lienzo, 62,00 x 50,00 cm.
Excmo. Ayuntamiento de Málaga.

En el mismo año en que estalló la Guerra Civil, Juan Barbero ya había decidido un futuro estable relacionado con la docencia plástica en Institutos de Enseñanza Secundaria, preparando los cursos de capacitación docente, a la vez que preparaba una segunda exhibición en el granadino Centro Artístico. Terminada la contienda nacional, comenzó a concurrir a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de Madrid del año 1941 y a ampliar la presentación de sus obras en sendas exposiciones gaditana en el Hotel Atlántico y en la malagueña sala de la Escuela de Magisterio en 1942.

Su formación europea se completó en el año 1944, cuando obtuvo la beca Conde de Cartagena que otorgaba la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando para ampliar estudios en el extranjero. En Roma residió hasta su regreso a España en 1948, presentándose en una exhibición individual en la madrileña Galería Dardo. Había establecido su residencia en la malagueña calle Cobertizo del Conde del barrio de Lagunillas al menos desde 1945, desde la que se presentó a varias colectivas nacionales con distintos galardones, distinciones y medallas. Su fama artística fue aumentando en los últimos años de su vida, durante los que fueron ejecutadas sus mejores obras, especialmente en el retrato, lo que facilitó su establecimiento en el barcelonés Paseo Bosanova 5 y de su concurrido estudio en Gran Vía, falleciendo en la Ciudad Condal el día 15 de enero de 1952. 


“Retrato femenino” [1946], Lápiz, clarión y sanguina sobre papel.
Colección particular.

“Eva desnuda” es una de las mejores obras del pintor en sus primeros años de residencia en Málaga, firmado en el año 1945, que tuvo como modelo a una jovencísima “bailaora” flamenca de nombre Isabel Expósito Junco y de apodo: La Coreana. Por directa confesión de la modelo a alguno de los miembros más antiguos de nuestra plantilla, el pintor la conoció durante las largas esperas con la cartilla de racionamiento para conseguir los alimentos en plena autarquía posbélica durante su adolescencia, y no pudo resistir el estipendio que le ofreció Barbero para posar de esa guisa.

La modelo se presenta en púber desnudez, ocupando frontalmente toda la composición en directa interpelación al espectador, a quien ofrece la manzana del pecado original. La pose corporal clásica y los atributos bíblicos no son motivos suficientes para tranquilizar nuestra mirada sobre una belleza infantil tan serena, de incipientes pechos púberes y de fuerte carnalidad racial de la modelo. La pincelada es justa en la definición del dibujo, la paleta de color sin estridencias en la definición de la aterciopelada epidermis de la joven y el entorno de paisaje se deshace en mayor sensación de bruma, cuyo marco envolvente que conforman tronco y ramajes funciona a modo de mandorla en torno a la gitanilla representada. Toda la intención de la obra se concentra en el rostro inmaculado de Isabel y la jugosa manzana que sostiene con cuidado en su mano, ofrenda inocente que encierra toda la terrible expulsión del paraíso terrenal que procurará nuestra caída en el pecado original, del que aún ni el cuerpo por desarrollar de Eva puede preconizar futuros alumbramientos con dolor, tan ajenos aún al desenlace del relato bíblico. 


“Eva desnuda”, óleo sobre lienzo, 167,00 x 91,00 cm.
Museo de Málaga.

La economía de medios empleada por Barbero es tal que el propio título de la obra se ha desdibujado en la historia de la imagen, mencionada como “Eva”, “Eva gitana” o, finalmente, “Gitanilla”. De hecho, en una relación de obras existentes en el Museo de Málaga con fecha 18 de noviembre de 1953, pocos meses después de su incorporación, se menciona como almacenada por falta de espacio para su exposición permanente en los locales compartidos aún con la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo en los exclaustrados locales jesuíticos de la actual Plaza de la Constitución, y es descrito como un desnudo femenino donado por la viuda del pintor. La obra no encontró acomodo en la exposición permanente de la institución hasta su reinauguración en el Palacio de Buenavista, en cuyo catálogo de 1961 se presenta en la sala XVIII.  

José Luis Estrada Segalerva, en sus Efemérides malagueñas (Málaga, 1979: I, 139), nos informa que la obra llegó al Museo de Málaga el día 23 de enero del año 1953, gracias a las gestiones realizadas por Gustavo García Herrera. La obra, por tanto, fue donada por la familia del pintor al Museo Provincial de Bellas Artes de Málaga en esas fechas, como lo corrobora una comunicación del Director General de Bellas Artes estatal con el entonces Presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y del Patronato del Museo Provincial, con fecha 21 de febrero de 1953,  agradeciendo:

Recibido el atento escrito de V.S. dando cuenta de que los fondos de ese museo provincial se han incrementado con los donativos de un cuadro titulado “Preludio” que su autor Dn. Manuel León Astruc ha cedido con carácter definitivo y “Eva” del fallecido pintor don Juan Berbero (sic) cedida al Museo por los familiares de dicho artista, esta Dirección General agradece dicha noticia y ruega a V.S. que en su nombre dé las gracias a los generosos donantes. Lo que comunico a V.S. para su conocimiento y demás efectos. Dios Guarde a V.S. muchos años.

La noticia ha sido completada por la sobrina del pintor en comunicación con el Museo de Málaga, quien afirma que la donación en representación del pintor y su viuda la realizaron sus padres: Eleazar Pereiro Durán y Presentación Barbero Martínez, hermana del pintor, con el nombre de “Eva desnuda” al año de su fallecimiento. 


“Eva desnuda” en los almacenes del museo antes de su intervención y montaje en 2016.
© del autor, 2015.

El arco cronológico que vinculaba la obra a mis recuerdos de infancia, con la mirada inocente de entonces sobre el púber desnudo salido de los pinceles de Barbero Martínez, hoy se completa con el rendido homenaje de María Eugenia Pereira Barbero hacia la obra de su tío materno, lo que justifica sobradamente el tributo que hoy se rinde al pintor y su modelo.

Bibliografía:

Dirección General de Bellas Artes (1961) Museo Provincial de Bellas Artes de Málaga, Málaga, p. 25 (sala XVIII).
ESTRADA SEGALERVA, José Luis, (1979) Efemérides malagueñas, Tomo I, Málaga,

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