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domingo, 3 de junio de 2018

Antonio Muñoz Degrain e Igueriben, un episodio de la Guerra del Riff


Los de Igueriben mueren pero nunca se rinden [Málaga, 1924]
 Museo de Málaga, depósito del Ayuntamiento
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El Museo de Málaga exhibe de forma permanente un lienzo de gran formato, última obra del pintor Antonio Muñoz Degrain (Valencia, 18 de noviembre de 1840 - Málaga, 12 de octubre de 1924), íntimamente vinculado con el círculo artístico malagueño desde que en 1870 fue llamado por su compañero y amigo Bernardo Ferrándiz y Badenes para que colaborase en la proyección y ejecución de la decoración pictórica del techo sobre el patio de butacas del Teatro Cervantes. Su permanencia en la ciudad la procuró primero su nombramiento como profesor supernumerario de su Escuela de Bellas Artes el 20 de junio de 1879, plaza muy inferior a su consolidado prestigio artístico al encargarse de la sustitución de cualquier profesor ante ausencia o enfermedad, y como profesor auxiliar numerario de Dibujo Lineal y Adorno desde el año 1884, después. Durante estos años, el pintor valenciano afianzó su vinculación con la ciudad de forma estable, al contraer matrimonio con la malagueña Dolores Sánchez Molina e instalar residencia y estudio en la calle Victoria.

Su vinculación con Málaga no terminó en el año 1895, a pesar de trasladar su residencia a Madrid para tomar posesión de la Cátedra de Paisaje en la Escuela Superior de Escultura, Pintura y Grabado de San Fernando, en sustitución del fallecido Carlos de Haes, y de la que llegó a ser Director desde 1901. En la capital del reino alcanzó los más altos galardones y destacadas distinciones reservadas a los artistas de su siglo, sin que dejase sus residencias valenciana y malagueña, a las que se trasladaba casi todos los veranos hasta su fallecimiento y sepelio en Málaga. Esta es la causa de que dentro del bloque que el Museo de Málaga le dedica en su área de Arte, la última obra datada del pintor se incluya en la primera de sus unidades expositivas relacionadas con su pintura vinculada a lo local, pues a pesar de su residencia foránea se mantuvo vinculado al círculo malagueño y, tras la jubilación en 1918, Antonio Muñoz Degrain se trasladó definitivamente a Málaga en 1923, tras recibir el año anterior un cálido homenaje. 

La presente obra está en estrecha relación con la construcción y exorno de la nueva Casa Consistorial que se estaba construyendo a principios del siglo XX en terrenos ganados al mar, sobre los que se había diseñado un elegante parque público en la línea de los salones burgueses europeos, cuajado de gran cantidad de ejemplares botánicos exóticos, crecidos ferazmente por la benignidad de nuestro clima. El Salón de Plenos de la nueva Casona del Parque incluyó en la decoración pictórica la representación del heroico episodio en el que se había distinguido la población malagueña, al intervenir en el salvamento de la tripulación de la goleta alemana Gneissenau naufragada a escasa distancia del puerto de Málaga. El comportamiento solidario, el valiente rescate y la capacidad organizativa del auxilio demostrada por la anónima población de la ciudad fueron reconocidos tanto por el estado alemán como por la corona española, concediendo por Real Decreto de la reina María Cristina en 1901 la divisa heráldica de “Muy Hospitaria” para nuestro escudo. 
 
Antonio Muñoz Degrain fue el seleccionado por el Consistorio en 1920 para enfrentar dicho episodio, quien debió ejecutarlo en su estudio madrileño para luego trasladarlo e instalarlo en el Ayuntamiento malagueño. Las tres mil pesetas en las que el pintor valoró su obra fueron donadas para instituir un premio extraordinario destinado a aquellos alumnos más aventajados de su Escuela de Bellas Artes. 


Decoración del Salón de Plenos, fondos fotográficos del legado José Nogales Sevilla, expuesta en 1933 
junto a la obra de Igueriben en la Sala Muñoz Degrain
Museo de Málaga

Pocos años después, Antonio Muñoz Degrain completó su presencia en el exorno del nuevo Ayuntamiento malagueño mediante una nueva donación. Esta vez se trató de una epopeya de malagueños en tierras africanas durante la Guerra del Riff: la defensa en 1921 del puesto de Igueriben por el comandante Julio Benítez Benítez (El Burgo, Málaga, 1878 - Igueriben, Marruecos, 1921) y sus tropas. No fue ésta la primera vez que el pintor se había sentido profundamente impresionado por la valentía que demostraron algunos conciudadanos en la Guerra de Marruecos, y en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1904, donde recibió la Medalla de Honor por Jesús en el lago Tiberiades,  ya había presentado: El cabo Noval. Un episodio de la Guerra del Riff (Museo de Valencia), obra muy controvertida en las crónicas de la época y por la que recibió la distinción con la Orden de Alfonso XII.

Según crónica periodística de Muñoz Estrada para la “Unión Mercantil” de 25 de agosto del año 1923, la obra debió de ejecutarse en ese año en el taller de calle Victoria, incluso dejando otros encargos que ya tenía en curso para poder donarla a la alcaldía durante su presidencia por José Gálvez Ginachero. Una vez instalada en la Casa Consistorial, al pintor no le satisfizo la impresión que causaba en su definitivo emplazamiento, por lo que se devolvió al estudio donde Muñoz Degrain aumentó las dimensiones de la obra mediante el cosido de una nueva banda de lienzo en su lateral izquierdo. Durante la realización de las modificaciones requeridas para el definitivo acomodo de la obra en su emplazamiento, a Muñoz Degrain le sobrevino la enfermedad que puso fin a su vida en octubre de 1924. 

La testamentaría del pintor aumentó con algunos bienes culturales de su propiedad el ya amplio legado pictórico de 1915, por lo que el Consistorio decidió no colocar la obra en su destino y depositarla con el resto de bienes donados en el Museo Provincial de Bellas Artes de Málaga. En la cuarta reimpresión al Catálogo General del Museo Provincial de 1920, aparecido varios años después de esta primera edición, ya se recoge con el número 804 como depósito del Ayuntamiento, y en la ampliación del Catálogo del Museo de 1933, editada su quinta reimpresión en el año 1944, Rafael Murillo Carreras ya subrayaba la declamatoria presentación de la epopeya militar:

Benítez, envuelto en la sagrada bandera de España, es saludado, con respetuosa reverencia por el jefe de taifa, que monta sobre un caballo enjaezado con alamares y sedas verdes, color preferido del Profeta.

En 1912 algunas áreas del territorio marroquí pasaron del protectorado francés al español, bajo un acuerdo que evitase la amenaza de intervención en la zona por alemanes e ingleses. Las tribus rifeñas se sublevaron contra sus protectores en 1921, capitaneadas por Abd-al-Krim, por lo que el comandante Benítez, destacado en la guarnición de Sidi Dris, recibió la orden de defender el flanco sur de Annual desde las trincheras de la ladera del monte Igueriben. Los cinco días que duró el asedio fueron tremendamente cruentos, a pesar de que el 17 de julio de 1921 el General Manuel Fernández Silvestre ya había ordenado el abandono del puesto. El título de la obra subraya en línea panegírica del acontecimiento un escueto párrafo del telegrama de respuesta a Fernández Silvela: “Los de Igueriben mueren pero no se rinden”. Las crónicas militares narran un heroísmo con escasos precedentes pues, declarando que en el atrincheramiento sólo existían doce cargas de cañón, el comandante Benítez urdió su empleo para hostigar a los rifenos y, tras su agotamiento, ser la señal para que las tropas españolas atacasen con artillería el puesto, inmolándose a favor de la destrucción del máximo número de enemigos. Tras el desembarco de Alhucemas, que puso fin a la sublevación, los bravos soldados de la defensa de Igueriben fueron enaltecidos como máxima expresión del patriotismo nacional.

 

Instalación de la obra en la Sala Muñoz Degrain del Museo Provincial de Bellas Artes en los locales de San Telmo
© Rafael Murillo Carreras, 1933



La obra ocupó la sala dedicada a Muñoz Degrain en su nuevo emplazamiento en locales cedidos por la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, junto a la Escuela de Bellas Artes en el exclaustrado colegio jesuita en la actual Plaza de la Constitución, en cuyas ilustraciones se aprecia la existencia de un antiguo marco con amplias cartelas recortadas que explicitaban con enardecidos textos las hazañas bélicas de Igueriben y orientaban sus claves de lectura. Conservadas hoy entre los fondos del Museo de Málaga, podemos leer:

Sólo quedan doce cargas de cañón que em/pezaremos a disparar para rechazar el/ asalto. Contadlas y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros, pues moros y /españoles estaremos envueltos en/ la posición/ BENÍTEZ”.  



Cartela inferior del antiguo marco de la obra, Museo de Málaga
© Del autor

La composición se abre a una extensa panorámica sobre los campamentos rifeños que asediaron el baluarte de Igueriben, cuya escena central la ocupa el plano inferior más próximo al espectador, que centra Julio Benítez sobre la bandera nacional a modo de santo sudario. El personaje se encuentra flanqueado por dos escenas en la que un imán se encarga del transporte en féretro de algunos caídos entre sus filas, mientras que en el extremo opuesto uno de sus cabecillas parece estar dando órdenes sobre la ocupación de la plaza por el grupo de rifeños más cercanas al parapeto desde el que momentos antes disparaban los atrincherados. Los colores son intensos en una atmósfera limpia y clara, mientras la pincelada es suelta en la definición de las figuras y las duras sombras bajo la intensa luz solar. La atmósfera sofocante apenas mueve los paños en los que se envuelven los asaltantes y las diseminadas hogueras del horizonte elevan con pesadez sus penachos de blanquísimo humo, mientras el cielo es un manto plano de añil. Los colores se emplean sin apenas gradaciones, que crean volumen y caracterizan formas por la proximidad de nuevas cargas de pigmento, en una obra de rápida ejecución. 

 

La obra durante su almacenaje previo al montaje en el Palacio de la Aduana en 2016, 
con bandas de protección y refuerzo del nuevo marco
© Del autor

 La sacra concepción del martirio de Julio Benítez, casi en solitaria inmolación en el altar de Igueriben, plantea la admiración entusiasta del pintor valenciano por la gesta militar conocida, en que el macilento mártir aún conserva extenuadas fuerzas para señalarnos la frase que, a modo de rápido grafiti, recorre el interior del muro de defensa: Los de Igueriben prefieren la muerte a la rendición Viva España, firmada sobre su base por Julio Benítez y a cuya ejecución se ha comprometido, rubricándola con las huellas digitales de su sangre.

Su amplio formato, intenso cromatismo y llamativa composición formal, con una intensa diagonal que marca el primer plano con los fondos, integran la línea de fuerte atracción que impele al visitante, desde el abandono de la anterior crujía del museo, a continuar la visita dejándose seducir por la hazaña del comandante Benítez en Igueriben.
 

 

Exposición permanente de Igueriben en el Palacio de la Aduana, planta primera Arte
© Del autor, 2016

Desde nuestra actual perspectiva, nos causan sentimientos encontrados la entronización sacralizadora de los fallecidos en Igueriben, sobre unos acontecimientos aún no superados respecto a nuestro papel con la defensa y apoyo del pueblo saharaui, pero que debemos leer con las claves de los primeros años del siglo XX: la debilidad de una corona que necesitaba de estos gestos patrióticos para su supervivencia y una opinión pública polarizada entre la defensa o la demonización de nuestro papel en el protectorado norteafricano, de lo que la obra de Antonio Muñoz Degrain es un magnífico documento histórico.
 
Bibliografía

ÁLVAREZ RUBIERA, A. y TENORIO VERA, R. (2000), Primeras Donaciones: 1916-1930. Museo de Málaga, Madrid.
CHAVES GUERRERO, Elisa Isabel (2008), “Muñoz Degrain, renovando la pintura de historia: Los de Igueriben mueren; informe sobre su propiedad“, Museo y Territorio 1, Málaga, Ayuntamiento de Málaga, Área de Cultura, MUPAM, pp. 143-144.
GARCÍA ALCARAZ, Ramón (1996), Antonio Muñoz Degrain. Valencia, 1840- Málaga, 1924 [Museo San Pío V, Valencia, abril-mayo 1996], Valencia.
MUÑOZ ESTRADA (1923), “Homenaje a Muñoz Degrain y Salvador Rueda”, La Unión Mercantil de 25 de agosto, p. 3.
MURILLO CARRERAS, Rafael (1920), Museo Provincial de Bellas Artes de Málaga. Catálogo general [4ª ed.], Málaga. Tipografía de M. Rodríguez [s.a.], p. 133 (nº cat. 804).
MURILLO CARRERAS, Rafael (1944), Museo de Bellas Artes de Málaga (quinta edición 1933), Málaga, pp. 39-40.
OLALLA GAJETE, Luis F. (1980), Museo de Málaga. La pintura del siglo XIX, Madrid, Ministerio de Cultura, pp. 160-162.
PAZOS BERNAL, Mª  Ángeles (1986), “Antonio Muñoz Degrain y el Museo de Malaga”, Boletín de Arte 7, Málaga, Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Málaga, p. 149.
SAURET GUERRERO, Teresa (2004), Tradición e innovación en el Museo de Málaga (1850-1949). [Palacio Episcopal de Málaga, febrero – mayo 2004]. Sevilla, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, p. 61.
SAURET GUERRERO, Teresa (2008), Muñoz Degrain y las poéticas paisajísticas fin de siglo en Málaga [Museo del Patrimonio Municipal, 10 de diciembre de 2007 a 30 de marzo de 2008], Málaga, Ayuntamiento de Málaga, Área de Cultura, pp. 54-61.

3 comentarios:

  1. Como en sus anteriores artículos sobre Arte, muestra una ardua documentación que se lee con sumo gusto.

    Le ruego tenga a bien corregir el nombre del Comandante General de Ceuta y Melilla:
    General MANUEL FERNÁNDEZ SILVESTRE (1871-1921). -No 'Silvela'-

    Gracias y atentos saludos.

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  2. Muchas gracias, amigo.

    Tenía confundida la data y, como me indica, paso a actualizar el contenido.

    Un afectuoso saludo.

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  3. He leído con mucho interés este articulo que me ha parecido super interesante,,, pues también toca la vida y obra de mi bisabuelo, Antonio Muñoz Degrain,,, se lo agradezco personalmente y les mando un fuerte abrazo!! Gracias!!

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