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sábado, 9 de noviembre de 2013

Envejecimiento de los montajes museográficos: un mal frecuente en las presentaciones permanentes de los Museos.



   Museo de Éfeso (Viena, Austria), 08 de agosto de 2012. Panel trasero muy 
   deteriorado. Foto José Ángel Palomares Samper. 



Los conservadores de museos estamos muy habituados a demandar de los distintos profesionales que nos asisten a garantizar la permanencia de los materiales que empleamos con respecto a los fondos de nuestras colecciones. Las cartas internacionales referidas a la restauración y conservación preventiva del patrimonio cultural mueble e inmueble, auténticos códigos deontológicos de los profesionales de los bienes culturales, inciden en el hecho de que los materiales empleados posean una testada eficacia en su empleo, no produzcan daño a los materiales originales constitutivos de la integridad física de los bienes, se puedan remozar y eliminar en caso de necesidad y no distorsionen la lectura patrimonial de dichos bienes, presentando un aspecto diferenciado con las partes originales conservadas.


Si la inocuidad y controlado envejecimiento de estos materiales ha sido testado por las empresas que los facturan, que nos garantizan hoy su eficacia, inalterabilidad y posibilidad de remoción, porqué no solemos encontrar los mismos estándares en aquellos materiales que se emplean en las instalaciones museográficas de muchos de nuestros museos.

Actualmente, las empresas dedicadas a actividades museográficas han ido desarrollando productos cada vez más perfeccionados en su fabricación, donde mobiliario de almacenaje de bienes culturales, materiales tapón para su conservación, vitrinas de exposición, sistema de embalaje y transporte, etc., participan de una dinámica de profesionalización y tecnificación altas en materiales empleados, diseños y acabados. No obstante, es frecuente que los materiales expo-técnicos procedan del mundo comercial, donde la fungibilidad de los materiales comercializados, la continua remoción de las instalaciones  y la rápida respuesta a requerimientos mercadotécnicos y económicos nuevos han propiciado la incorporación de materiales, diseños y acabados de no testada permanencia.

Aunque pueda parecer un reproche, no resulta más que la reflexión museológica de un profesional que ha visitado numerosos museos europeos, detectando algunos aspectos que pueden pasar aparentemente desapercibidos para los neófitos, pero que subconscientemente les procura una sensación de demérito hacia las colecciones presentadas y la institución que las tutela.
Todos nos sentimos eufóricos en entornos comerciales donde los expositores, espacio comercial y limpieza de los locales está cuidado en sus más mínimos detalles, mostrándonos incómodos e irritados en caso contrario. Para los museos se puede aplicar la misma regla, a la que debemos sumar que la permanencia de las instalaciones se convierte en un factor a tener en cuenta a la hora de seleccionar materiales, diseños y acabados, pues lo más habitual es que no podamos remozarlas en mucho tiempo.

Así, como elementos de reflexión, podemos aportar a los diseñadores y fabricantes de materiales expositivos para ámbitos de presentación de patrimonio cultural algunas líneas de actuación, sin entrar en aspectos de atractivo perceptivo, diseño estético o su idoneidad de diseño respecto a los mensajes museológicos a transmitir.

Museográficamente, nos parece importante la mejora de los siguientes aspectos:

1.   Comprobada perdurabilidad de los materiales. Aportar a los materiales y acabados expositivos de una probada eficiencia en el envejecimiento de los materiales, procurando que su remoción sea limpia, rápida e inerte con los bienes culturales con los que se relaciona, en directo contacto o cercano en su presentación.
2.   Inocuidad para la adecuada conservación preventiva de los bienes culturales. En esta línea, la investigación y trabajo conjunto con empresas especializadas en bienes culturales puede ser muy fructífera para ambos, ampliando las primeras su campo de negocio y una probada experiencia en la materia para los segundos. La inocua composición de materiales es garantía de conservación preventiva de las piezas museísticas, principal razón por la que los profesionales de los museos rechazamos o aprobamos diseños expositivos donde: la emisión de gases orgánicos, inadecuado ph, materiales excesivamente acidificados, acabados granulados duros y altamente rugosos, etc., inducen a su reprobación en el uso museográfico.
3.   Materiales y diseños de fácil limpieza. En ocasiones asistimos a salas museísticas donde parece que se ha diseñado una compleja pista americana para los técnicos y trabajadores de estas instituciones. Suelos excesivamente porosos, paramentos acabados en texturas delicadas, materiales de elevada fragilidad y porosidad imposibles de remozar, vitrinas de apertura complicadísima y ubicación espacial surrealista, elementos de sujeción en materiales no inocuos y mal envejecimiento, etc., son habitualmente utilizados en los museos según la moda del momento, personalizando a la institución en el preciso momento de las tendencias museográficas más populares y extendidas, lo que aporta un aspecto más evidente de su envejecimiento. 

Presentamos algunos ejemplos, que no pretenden ser los casos más habituales en la mayoría de los museos actuales, donde se han realizado importantes esfuerzos por mejorar la calidad y excelencia de sus presentaciones museográficas, en muchos casos aún demasiado jóvenes. 


  Musée du Louvre (París, Francia), julio de 2007. Vitrina dispuesta sobre 
  una gran escalera en las salas egipcias, con gran acumulación de suciedad 
  por difícil accesibilidad de limpieza. Foto José Ángel Palomares Samper.  


  Musei degli Barcello (Florencia, Italia), 27 de julio de 2010. Pared en  
  la sala de escultura clásica de la planta baja, con evidentes signos de 
  depósitos de suciedad procedente del calefactor. 
  Foto José Ángel Palomares Samper.