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lunes, 17 de marzo de 2014

El beso internacional [Madrid, Artes Gráficas Mateu, s.a.], Joaquín Santana Bonilla.


© José Ángel Palomares Samper, colección personal.



De entre los artistas malagueños que forman parte de lo que algunos autores califican como escuela decimonónica de pintura malagueña, uno de los integrantes menos conocido es  Joaquín Santana Bonilla.

Nacido en Málaga en la segunda mitad del siglo XIX, debemos suponer hasta la obtención de más datos biográficos que recibió su formación artística inicial en la Escuela de Bellas Artes de San Telmo malagueña.

Sin poseer mucha más información que de sus otros compañeros de promoción, Antonio Cánovas Vallejo en sus Apuntes para un diccionario de pintores malagueños del siglo XIX, publicado en la madrileña Imprenta de Antonio G. Izquierdo en 1908, lo incluyó en el prontuario de artistas malagueños con errata en su apellido. El próximo conocimiento que demuestra de la gran mayoría de los incluidos en la publicación pone de manifiesto que no debió ser así con el pintor que nos ocupa. Sí nos informa, no obstante, que en aquel momento era discípulo de la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado de San Fernando en Madrid.

Curricularmente, Santana Bonilla intentó abrirse camino en el difícil mundo artístico nacional con la presencia en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, a las que concurrió en dos únicas ocasiones: la primera, a la celebrada en el año 1899, de la que apenas tenemos más datos que fue la primera a la que concurrió, presentando según el mencionado A. Cánovas tres paisajes; y la celebrada en 1910, la segunda, a la que concurrió con un paisaje titulado “En el Retiro” y una obra de composición que se menciona como “El rey de la creación” o “En el palco”. Como hipótesis podemos suponer que la ausencia continuada en los certámenes nacionales, provinciales o locales se deba al escaso aprecio que los jurados realizaron de sus obras, no sólo no obteniendo galardones y recompensas sino tan siquiera mención de la crítica artística del momento.

Los éxitos que no alcanzó en el ejercicio de los pinceles, lo obtuvo en el campo de la ilustración gráfica, donde participó con personalidad destacada en la vida publicitaria y editora nacional.

Sin pretender ser exhaustivo en su presentación, Santana Bonilla intervino como ilustrador en la publicación El Arte del Teatro [Madrid, 1906], para la que realizó los retratos caricaturizados de los dramaturgos: Ruperto Chapí, Jacinto Benavente, Carlos Arniches, Serafín Álvarez Quintero, Donato Jiménez, Benito Pérez Galdós y Fernando Díaz Mendoza.

Como ilustrador participó en las publicaciones en castellano de las obras de Lewis Carrol, Alicia en el país de las Maravillas [Madrid, s.a.] y de Mark Twain, Cuentos humorísticos para la Biblioteca Los Cuentos, [Madrid, Noticiero-Guía, 1910]. Para ambos casos, Santana Bonilla dejó volar su imaginación más fantasiosa y sarcástica según la orientación de los relatos. En la misma línea, realizó las ilustraciones de Los zapatos blancos de Enrique D’Artagnan [Barcelona, Sopena-México Maucci, 1902-1910], para su Colección Galante de Novelas Cortas; y el número 219 de El Cuento Semanal [Vicente Pastor, Los amores de Vicente Pastor, s.l., 1912].

La obra más interesante, es la ilustración que realizó en colaboración con los dramaturgos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero para la publicación en Madrid, por el Administrador M. Poveda en 1901, de su obra: Fruslerías.

En la misma línea, fue asiduo ilustrador para la editora madrileña Rivadeneyra, para la que ilustró varios libretos en este primer tercio de siglo, entre los que destacan: Tryp, Morito, Zoraida, Catalina, Lino, Las aventuras de Sambo o La Merienda.

A este grupo de publicaciones pertenece la obra que aquí presentamos, la ilustración del libreto El beso internacional, editado para la madrileña Artes Gráficas Mateu en el primer tercio del siglo XX, con música de Francisco Sanna y letra del maestro “Cortadillo”, interpretada por las cupletistas Olimpia D’Avigny y “Preciosilla”.

La portada desarrolla la tendencia Art Decó predominante durante los años de primera guerra y posguerra europeas, que centra la composición en una elegante figura femenina que, en actitud forzada, nos invita a conocer la partitura del cuplé. En proporción muy superior a las figuras que la rodean, la elegancia de atuendo y la delicadeza del gesto se encuentra en la línea más decorativa y burguesa del movimiento, con cierto regusto oriental en el empleo de la amplia diadema de raso negro sobre el que campea broche de gran cabujón atalina, Lino, Las aventuras de amplio broche de gancia de atuendo y la Gryp, Morito, Zoraida, Catalina, Lino, Las aventuras de esmeralda y los ricos estampados de la sobrefalda sobre vestido azul intenso, con pasamanería y encajes negros. Más caricaturescas son las cuatro parejas que rodean en proporción muy inferior a la figura central, que siguiendo el desarrollo del libreto muestran los besos de distintas nacionalidades europeas, representadas con los trajes más característicos del país. Es curiosa la representación de la maja española de impactantes ojos oscuros, con alta peineta y mantilla con madroñera, que repite en el vuelo de su falta, que casi fagocita a un pequeño español de mejillas fuertemente sonrojadas, ambos en la línea más goyesca.

© José Ángel Palomares Samper, colección personal.

En la portada interior simula una cartela de perfil sinuoso para enmarcar título, autores e  Intérpretes de la obra, que abraza una amplia guirnalda floral de carnosas corolas de reminiscencia Art Noveau, como encuadre de las reproducciones fotográficas de las cupletistas “Preciosilla” y Olivia D’Avigny.

En un blog de Museología y Museografía puede producirnos cierta sensación de extrañeza la presentación de una obra que, no obstante, plantea una disyuntiva sobre la conceptualización de la pieza como fondo museográfico o bibliográfico en el Museo. El conocimiento de autor y obra puede quizá decantarnos por seleccionar la pieza como los fondos museográficos de la sección papel de un Museo más allá de su carácter bibliográfico, que con las necesarias prevenciones en conservación puede constituir un adecuado ejemplo de la producción que desarrolla el círculo de artistas malagueños en el ámbito nacional en sala de exposición, muy presente en la ilustración gráfica con autores como Sancha Lengo, Verdudo Landi, Blanco Coris o el menos conocido, Santana Bonilla. Espero que algún día forme parte por donación de los fondos del Museo de Málaga. 

Bibliografía recomendada.
ARNAIZ, José Manuel, LÓPEZ JIMÉNEZ, Javier y MERCHÁN Díaz, Manuel (dtores), Cine años de pintura en España y Portugal (1830-1930), tomo X (Sal-Th), Madrid, Ediciones Antiquaria, 1993, p. 110, s.v. ‘Santana Bonilla, Joaquín’.
CÁNOVAS VALLEJO, Antonio, Apuntes para un diccionario de pintores malagueños del siglo XIX, Madrid, Imprenta de G. Izquierdo [s.a., 1908], edición facsímil Málaga, Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, Fundación Unicaja, 1996, p. 65.
GODOY ROLLÓN, Dionisio, Artistas andaluces en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes (1856-1936), Málaga, Fundación Unicaja, 2009.
PEÑA HINOJOSA, Baltasar, Los pintores malagueños del siglo XIX, Málaga, Diputación Provincial de Málaga, 1964, p. 118.
QUINTERO, Serafín y Joaquín, Fruslerías… con ilustraciones de Santana Bonilla, Biblioteca Moderna VII, Madrid, Administrador M. Poveda, Calle de Manuel Fernández y González 8, 1901.