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viernes, 21 de diciembre de 2018

HISTORIA DE LOS MUSEOS EN MÁLAGA, Boletín de Arte 16, Málaga 1995


Actualmente podemos encontrar en la red de redes la gran mayoría de referencias bibliográficas que se vienen publicando por todo el mundo, una posibilidad que ni nos atrevimos a soñar aquéllos que a principios de los años noventa del siglo XX comenzamos nuestras investigaciones académicas. Por aquel entonces, la documentación y la bibliografía se reservaba en los archivos y bibliotecas, siendo necesaria según mi añorada profesora universitaria María Dolores Aguilar García unas buenas y económicas cajas de zapatos para ir acumulando organizadas las miles de fichas bibliográficas y de citas necesarias a la redacción de una tesis doctoral y a la formación de una especialidad profesional, en mi caso en Museología y Museografía.

En aquellas décadas debía ir comunicando mis investigaciones, a la vez que se confeccionaba con las publicaciones un lugar en la historiografía museológica con voz propia, con identidad reconocible al nivel territorial que cada uno pudiese aspirar. Con esas ansias se produjo mi primera publicación en el segundo lustro de la década de los noventa: “Historia de los museos en Málaga”, un artículo tan ambicioso en su extensión que por indicación de Rosario Camacho Martínez se publicaría sólo una primera parte, de la que quedó inédita la segunda con el correr de los tiempos y los nuevos intereses que reclamaron mi atención.

La edición papel no ha alcanzado su digitalización y edición en la red, motivo que me induce a presentárselo en esta nueva entrada de mi blog. Espero que despierte su interés y le sea de utilidad.  

Ficha bibliográfica
“Historia de los museos en Málaga” / José Ángel Palomares Samper en Boletín de Arte, nº 16 Málaga; Departamento de Historia del Arte, Universidad de Málaga, 1995 — págs. 85 – 100; 24 cm. — DL MA-490/1981, ISSN 0211-843
UNESCO 620 300

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viernes, 7 de diciembre de 2018

El Gran Sitio a Gibraltar en un grabado veneciano de 1781.



Vista de la ciudad y roca de Gibraltar asediada [Venecia, 1781]. Museo de Málaga


En relación con las últimas negociaciones que el Brexit ha motivado entre el gobierno del Reino Unido y la Unión Europea, se ha deslizado en la compleja vida política española el sempiterno tema de la soberanía británica sobre el Peñón de Gibraltar y las aspiraciones nacionales por recuperar, racionalizar o sobrevivir a un anacronismo en pleno corazón de la Bahía de Algeciras o Campo de Gibraltar. La mal denominada, creo que desde un prisma hispano, colonia británica ha sido objeto de disidencia entre dos países tradicionalmente afrontados, que nunca han encontrado las condiciones necesarias a la solución del problema de una larga convivencia, a la que vino a dar normalidad la inclusión de ambos bajo el espacio común que ofrece la Comunidad Económica Europea.

Hoy, España e Irlanda son los dos países que más intereses tienen en la resolución por convenio de una salida que reintegra el férreo concepto de frontera entre dos espacios simétricos por próximos, cuyas poblaciones se habían habituado a la convivencia paneuropea. No obstante, la historia es tozuda en recordarnos los acontecimientos sobre los que se cimentan realidades que nos parecen anacrónicas, y en esta línea se encuentra la última obra adscrita por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte al Museo de Málaga, integrándose en su colección estable. 


Vista de la ciudad y roca de Gibraltar asediada [Venecia, 1781]. Museo de Málaga, registrada con número de inventario BA/CE02150 el 8 de junio de 2016
© Del autor 

Ficha Técnica:
Título: Vedutta della cittá e rocca di Gibillterra assediata [Venecia, 1781].
Autor: dibujo de M. Ratinó e impreso por Gio Valerio Pasquali [Venecia].
Materia: Talla dulce [aguafuerte y buril] sobre papel verjurado y ahuesado.  
Medidas: 310 x 460 mm (huella) y 375 x 520 mm (conjunto).
Enmarcado: 43,50 x 59,60 x 02,50 cm bajo cristal.
Firmas y leyendas: ‘Vedutta della città e rocca di Gibillterra assediata // delineata localmente dall’ Ingo M. Ratinó, in maggio 1781, e data in luce li 19 luglio l’an stesso’ (lat. sup.); ‘Gio Valerio Pasquali, sculp e scrisse / si vende in Venezia dallo stesso’, (áng. inf. dcho).
Etiquetas: ‘This pint is quaranteed / to be a genuine / early specimen / R.J. Benzaquen’, adherida al reverso.
Procedencia: Orden Ministerial de 12 de abril de 2016 de ordenación de colecciones por la que se asigna un bien integrante del Patrimonio Histórico Español a la colección del Museo de Málaga en aplicación de lo establecido en el artículo 29.4 de la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español.








Se trata de la estampa italiana: Vedutta de la cittá e rocca di Gibilterra assediata [Venecia, 1781], sobre la tercera gran ofensiva de la corona española para la recuperación de la Roca en el último cuarto del siglo XVIII, hoy conocida como el “Gran Sitio”, tras su primer intento en el año 1704 y un frustrado segundo asalto en 1727. Esta nueva gran ofensiva tuvo su origen en las negociaciones entre Carlos III de España y Luis XVI de Francia por reeditar el pacto de familia entre ambas coronas en contra de Gran Bretaña, explícito en la firma del Tratado de Aranjuez el 12 de abril de 1779. Así, España declaró la guerra el 16 de julio de ese mismo año, cerrando sus fronteras con la plaza el siguiente día 21. 


This pint is quaranteed / to be a genuine / early specimen / R.J. Benzaquen, adherida en la trasera de la obra enmarcada
© Del autor

La estrategia española se centró en esta ocasión sobre un férreo bloqueo de la plaza británica para vencer a la guarnición militar y rendir a la población civil gibraltareña por desabastecimiento y hambruna, situando al frente del asedio al general Martín Álvarez de Sotomayor, diestro en abiertas campañas militares, quien se encontró frente al también destacado general George Elliott, que como ingeniero tenía mayor experiencia en asedios, siendo el personaje británico más idóneo para la defensa de Gibraltar en esas duras circunstancias, a juicio del profesor Sepúlveda Muñoz. La asistencia marítima al general Álvarez de Sotomayor, acuartelado tras la batería fortificada de Punta Mala frente al Peñón, le correspondió al almirante Antonio de Barceló, quien desde los puertos de Algeciras y Ceuta procuró el cerco de la plaza y dispuso una flota en la Bahía de Cádiz para impedir la asistencia naval británica.

La rendición rápida prevista por los españoles no fue posible y hoy se mantiene historiográficamente un primer período largo, entre el inicio de las hostilidades y el año 1782, dominado por el asedio con escasos enfrentamientos militares, que terminó por demostrar que la estrategia hispana no fue suficiente a la rendición de la plaza, máxime cuando al año del inicio del bloqueo la armada británica encabezada por el almirante George Rodney logró su abastecimiento y refuerzo del acuartelamiento con un regimiento de tropas escocesas. La segunda fase del conflicto, posterior a la fecha del grabado que nos ocupa, se inicia con el éxito militar español en la recuperación de la plaza británica de Menorca en 1782 y la sustitución del general Álvarez de Sotomayor por el francés Berton Balle de Quiers, duque de Crillon, general que se puso al frente de las tropas franco-españolas para el definitivo asalto de Gibraltar. La estrategia de la ofensiva, una vez comprobada la inutilidad del asedio, fue la construcción de unas baterías flotantes que se aproximarían a la Roca con continuo fuego de artillería, según diseño del ingeniero militar Jean Le Michaud D’Arçon. Los movimientos hispano-franceses fueron advertidos por los británicos, quienes venían reforzando sus defensas portuarias y enfrentando el tunelado defensivo interior del Peñón, en la forma en que hoy lo conocemos. El ataque iniciado el 13 de septiembre de 1782 fue un auténtico fracaso en la efectividad de los ingenios flotantes de asedio, despedazados por los proyectiles y el fuego enemigo gibraltareño, resignándose España el 3 de septiembre del año siguiente a la firma de la Paz de Versalles, entre cuyos frutos se encuentra el reconocimiento de la independencia de los Estados Unidos por sus colonizadores, alzados en armas en 1774, y algunas concesiones territoriales a las coronas francesa y española, en cuyo último caso la devolución de soberanía sobre el Peñón de Gibraltar ni se mencionó.  



Vue générale de l’assaut des batteries flottantes sur Gibraltar le 13 septembre 1782. Anónimo [s.l., 1782]. Aguatinta, 588 x 335 mm
Anne S.K. Brown Military Collection. Brown University Library


El grabado responde por lo expuesto a la primera parte del "Gran Sitio" a la plaza gibraltareña (1779-1782), previo al desarrollo del asalto de los dos años siguientes, donde se presenta la fortaleza de Gibraltar desde la occidental Punta d’Europa (1) a la oriental  Batteria della Regina Anna (19), frente al Ponte levatojo e gran fosso d’acqua (30) que comunicaba por tierra con la península, defendido por la Torre del Diavolo (31) y la Batterie nuove inglesi (32). Frente a ésta se situaron, según la leyenda del grabado, algunas instalaciones de la Avvanzata di Spagna (34), que lograron superar las fortificaciones británicas de defensa del perímetro de acceso a la plaza, desde el próximo Castel di Sta Barbara


Plaza de Gibraltar desde Punta de Europa a la fortificación de Torre del Diablo, sobre la que campea con flecha la orientación de los vientos marcada por una flecha direccional
@ Del autor


Internamente en el Peñón, próximo a Punta de Europa se presenta una amplia explanada, ocupada por: el Accampamento inglese (2), un Quartieri capacci di 4000 uomini (4) y el Caserme per i marineri (6), zona de concentración del acuartelamiento militar de infantería y marina presente en el Peñón de Gibraltar, entre el Castello del Sud (6) y la Batteria nouva (3), compuesta por un largo malecón costero fortificado, con pautadas estructuras en punta de diamante para la disposición de artillería defensiva, hasta alcanzar el Baluardi con bandiera inglese (7) y el Arsenale (8). Más al interior se situó un nuevo Ospedale per la trupa (9) y los Depositi di Polvere (10), alejados de la inquietante primera línea de fuego en la costa y protegidos a medio camino del escarpado terreno que alcanza por esta parte su punto más elevado en el Salto del Lupo (13). Por lo peligroso de mantener residencia tan cercana a los depósitos de explosivos, durante el siglo XVIII entre los depósitos de la pólvora y el Salto del Lobo se extendía el amplio Cimiterio degli’Inglese (11), camposanto para la población anglicana británica.

El centro poblacional del Peñón de Gibraltar lo constituye su urbe, Cittá di Gibralterra quasi distrutta (24), que ocupa la zona más llana cercana a la costa, defendiendo su segura ensenada los diques del Molo Vecchio y el Molo Nuovo, cada uno protegido desde tierra por un Baluardi con bandiera inglesa (7), en cuyo centro y frente a un banco de arena se sitúa el defensivo: Baluardo del Molo (23). Una construcción piramidal llama poderosamente la atención en el interior del espacio urbano, que la leyenda aclara como Castello antico dei Mori (17), vestigio patrimonial de las antiguas poblaciones señaladas como islámicas que se asentaron en la ladera de la Roca. Joaquín Cestino nos describe la construcción del Moorish Castle, fechada en torno al año 1333 tras el asedio de Alfonso XI, del que hoy resta una doblemente almenada Torre del Homenaje o Torre Mocha, algunos antiguos lienzos murados que descienden desde las alturas del Peñón y restos de unos baños árabes, hoy integrados en el inmueble que ocupa el Museo de Gibraltar (Joaquín Cestino, 2007; 233).


Construcción piramidal del Moorish Castle (c. 1333)
© Del autor


La zona más escarpada del Peñón, de una orografía que dista de la real fisonomía de la prominencia rocosa, presenta en el grabado dos cumbres en las que campean sendas fortalezas coronadas por bandera inglesa: Veduta piú eminente della Rocca, o sia Monte Calpe, della altezza diun miglio e mezzo circa, che rissulta 7500 piedi (22), en la posición más elevada como narra la leyenda; y la Torre dei segnali, e guardia della Rocca (14). Bajo la torre de vigilancia gibraltareña aparecen varías zonas de tránsito seguro entre baluartes, siendo la más antigua por su topónimo hispano la Linea di Carlo V (12), ascendente desde la zona de acuartelamiento, la Sfilata di S. Michele, dove si piú imboscare mille soldati (15) y la Strade coperte fatte l’anno 1779 (16), es decir uno de los pasos posiblemente subterráneos para el tránsito seguro de las tropas por las entrañas de la Roca realizadas al principio del asedio español. El lugar más elevado del Monte Calpe, que señala con leyenda 22, ofrece unos lienzos murados que se adaptan a lo escabroso del terreno, siendo el más cercano a la ciudad el Forte di Pasteles (18) y la ya mencionada Batería de la Reina Ana, tras él. La cara más cercana a la unión terrestre del Peñón dispone de dos nuevas Batterie nuove per difesa della Rocca (21), inmuebles construidos para la defensa del Peñón y desde cuya artillería se representan las bombas incendiarias con sus respectivas trayectorias que hostigaban a las tropas españolas, una vez superadas ya las defensas del puente por el que se accedía a la plaza, tal y como hemos descrito.

Tras las fortificaciones inglesas de esta zona, se extienden las Trincere Spagnole (33), parte de las líneas que castiga con sus proyectiles la artillería británica, donde se disponen el Corpo di guardia di S. Benito (35) y el Corpo di guardia de S. Mariana (37), en defensa de la Cittá di S. Rocco, hoy San Roque. Cruzando el rio Lance, en la zona del Torreone di Gimena, se encontraba cerca de su desembocadura el Magazino di munizioni di guerra (40) y, entre esta zona de almacenamiento y la batería de Punta Mala, el Allogio di Generali (59), es decir la residencia del general Álvarez de Sotomayor. Rodeando la zona de residencia del general y entre la que se encuentra el Parco Reale di Artiglieria (46), se concentraba el acuartelamiento de las tropas hispanas en distintos batallones y cuerpos: Accampamento di Zamora (42), Accampamento di Soria (43), Accampamento di Cavallaria (44) y Accampamento di Guardie Spagnuole (45). 


Acuartelamiento de las tropas españolas tras la batería de Punta Mala, entre el arroyo Lance y la desembocadura del Guadarranque
© Del autor



Entre la desembocadura del Guadarranque y el Palmones sólo se encontraba la Torre degli Ammungli, mientras que entre el último y la desembocadura del arroyo de La Miel se extiende la Picciola cittá d’Algesiras (48) y los Isolletes d’Algesiras (52), mientras que frente a la ciudad y cruzando el cauce se levantaba el Castello d’Algesiras (49) y, en un islote frente a éste, la Isola e Forte di Palomas (51). Los promontorios rocosos más al oeste de la ciudad de Algeciras disponen de la Torre del Carnero (49) en la Punta del Carnero o Montone (50). 


Costa africana
© Del autor
Hasta el momento hemos descrito, siguiendo la lectura numerada de la leyenda, la costa gaditana en torno a Campo de Gibraltar, siendo desde ahora un ejercicio conceptual  que no físico el seguir la costa del extremo derecho del grabado, pues respondería a la línea costera africana bajo soberanía española. Esta línea costera la centra el fortificado núcleo urbano de la Cittá di Ceuta (53), cuyo promontorio más cercano dispone de la Torre di segnali di Ceuta y la Torre di Guardia (54), situándose cercano a ésta el Castello di Ruper, e Baja (55). 

Entre los puertos algecireño y ceutí, circulando el Stretto di Gibilterra, se distribuye la Armata navale Spagnola (57), capitaneada por la Nave S. Gio: Batista comandata da S.E. il Signor Comandante Generale Don Antonio Barceló (56); mientras que en torno al puerto salvo gibraltareño se dispone la Armata inglese (58), protegidas por las infraestructuras defensivas de su muelle. 

Hasta aquí la descripción de lo representado en el grabado, según dibujo de mayo del año 1781 del ingeniero militar de la alianza franco-hispana Sr. Ratinó, quizá predecesor de D’Arçon. La descripción topográfica y los acontecimientos representados corresponden al final de la fase primera del “Gran Sitio”, cuando ya fue un hecho evidente la inutilidad del largo asedio ante la ruptura del bloqueo marítimo por la armada británica y la rápida y costosa fortificación de la plaza. El autor de los diseños parece estuvo más interesado en la minuciosa descripción de las defensas británicas que era necesario abatir que en las hispanas, más allá de ubicar el asentamiento de los acuartelamientos españoles y el desarrollo por tierra de la ofensiva militar, única zona donde se explicita el fuego enemigo en hostigamiento de las tropas nacionales. Por las fechas de ejecución y siguiendo el relato de Cestino (Joaquín Cestino, 2004; 202-203), el grabado debe representar la definitiva ruptura del bloqueo por los británicos el 12 de abril de 1781, cuando cuarenta y tres navíos de guerra ingleses escoltaron a casi un centenar de naves de transporte hasta alcanzar puerto salvo gibraltareño, entre los protectores diques del Muelle Viejo y Nuevo, donde se concentran en el grabado las embarcaciones británicas. Por lo que respecta a la armada española, salieron desde el cercano puerto de Algeciras para evitar el abastecimiento y aumento del acuartelamiento en la plaza sin ningún éxito, cuyo frente ocupó la capitana San Juan Bautista del almirante de la Real Armada Española Antonio de Barceló (Galilea, Palma de Mallorca, 1717 – 1791), quien se encargó de comandar la flota española tanto bajo el mando del general Álvarez de Sotomayor como de su sucesor, duque de Crillon.  
  
La obra fue grabada en Venecia el 19 de julio de 1781, ciudad que gozó de una especial relevancia en esta técnica artística durante el siglo XVIII, con un importante elenco de grabadores y editores en estampas de reproducción. Sobre los diseños del ingeniero militar, las planchas fueron abiertas y grabadas por Gio Valerio Pasquali, adquiriéndose esta obra en la capital véneta, donde desde 1717 se venía protegiendo esta importante industria editorial a través de la asociación: Bottegha de Scultori e Stampatori in Rame di Venetia

 
La obra fue intervenida en el año 2014 por la Sección de Seguridad del Aeropuerto de Málaga, en tránsito hacia Roma sin los prescriptivos permisos de exportación de bienes con más de cien años de antigüedad, quedando bajo tutela pública en las Dependencias de Aduanas e Impuestos Especiales de Málaga hasta la resolución del expediente de infracción administrativa de contrabando por la Agencia Tributaria. Resuelto el 20 de noviembre de 2015, el bien cultural fue adscrito al Museo de Málaga por acuerdo del Consejo de Patrimonio Histórico en su sesión reunida en Córdoba el 10 de marzo de 2016, retirando el personal técnico del Museo de Málaga la obra de las dependencias aduaneras el siguiente 1 de junio, para terminar por quedar incorporado a la colección estable de dicha institución desde esta fecha. 



Bibliografía

CESTINO, Joaquín, El Estrecho. Treinta siglos de historia de Gibraltar, Tánger, Tarifa, Ceuta y Algeciras, Málaga, Editorial Arguval, 2004.
CESTINO, Joaquín, Estrecho de Gibraltar. Costas y ciudades, Málaga, Editorial Arguval, 2007.
SEPÚLVEDA MUÑOZ, Isidro, Gibraltar: la razón y la fuerza, Madrid, Alianza Editorial, 2004.  
 
 

jueves, 22 de noviembre de 2018

Aduana del Mar. Una aproximación histórica a su apreciación social


El pasado martes 20 de noviembre se realizó la presentación de la revista Cuadernos de Rebalaje, número monográfico que reúne mi texto La Aduana del Mar. Una aproximación histórica a su valoración social, con prólogo de Belén Ruiz Garrido y dibujos de Luis Ruíz Padrón. El acto organizado por la Asociación Cultural Amigos de la Barca de Jábega, y a la que fue invitada la Asociación de Amigos del Museo de Málaga, Bellas Artes y Arqueológico, se celebró en el Salón de Actos del Museo de Málaga, del que es sede dicho edificio histórico.

 
Para aquellos que no pudisteis asistir a la presentación, os ofrezco el texto de mi intervención.  


Portada Cuaderno del Rebalaje 44 [Málaga, octubre-diciembre 2018]

En primer lugar, agradecer encarecidamente a la presidencia de la Asociación Cultural Amigos de la Barca de Jábega y a los miembros del equipo de redacción de la revista Cuadernos del Rebalaje por su generoso ofrecimiento de publicar en su número 44 mi personal visión sobre un edificio, el Palacio de la Aduana, cuya transformación de sede administrativa y residencia gubernamental en Museo he visto renacer desde sus mismas cenizas como Ave Fénix, así como el continuo y esmerado apoyo por ir depurando y concretando sobre papel el inicial texto de quienes han sido sus diestros timoneles: Miguel Moreta-Lara y Felipe Foj Candel. 


Mesa institucional [© 2018]

En segundo lugar, a la profesora titular del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Málaga, compañera y amiga Belén Ruiz Garrido por su generosa respuesta a formar parte crucial del proyecto, no solo prologando, sino ennobleciendo mi escrito, declarando públicamente con motivo de este acto mi personal cariño y rendido reconocimiento a su talla intelectual y calidad científica. Así como a Luis Ruiz Padrón por sus bellísimos dibujos.


Intervención de la profesora Belén Ruiz Garrido [© 2018]

Y, por último, a la institución que nos alberga, diario escenario de mi actividad laboral e inspiración de mis investigaciones y publicaciones, lo que me lleva a su esencia constitutiva más importante: todos ustedes. Así, no solo les agradezco su generosa presencia en esta tarde de entresemana, sino su insuflar de vida y sentido a un Museo que existe por y para todos ustedes. El éxito del programa que ha dotado al Museo de Málaga de nueva sede y fisonomía expositiva en el Palacio de la Aduana no reside tanto en su materialización física, como en la apreciación social que conforma la opinión que cada uno de ustedes tenga sobre nuestro diario trabajo. Es decir, una vez salido de astilleros, la buena navegación de este centenario buque dependerá de la satisfacción de su pasaje. 


Exposición de José Ángel Palomares Samper [© 2018]

Quisiera iniciar la presentación de la publicación, sin caer en el spoilers sobre el texto que hoy presentamos, con unas notas sobre el origen del mismo, que podríamos situar en torno al año 2008, cuando se iniciaron las gestiones para la ejecución del proyecto que para el edificio planteó el estudio de arquitectura PARDOTAPIA

El primer motivo de reflexión lo suscitaron las visitas técnicas a las empresas que concursaron para su ejecución arquitectónica, que realizamos yo y mi compañero Francisco Jiménez, quienes en maratonianas sesiones recorríamos con sus representantes la totalidad del edificio, desde los semisótanos que constituyen las áreas en la zona más baja en la cota de terreno que ocupa, hasta alcanzar el ático. Estudiado ya el proyecto, los técnicos de las distintas empresas constructoras tenían bastante claro los procedimientos, medios y materiales con los que ejecutar las obras, tan solo existía un recóndito arcano sobre quienes todos ellos preguntaban: cómo producir en fundición de aluminio con impresión de una vista decimonónica de Málaga las planchas para montaje mediante anclajes en esvástica de la nueva cubierta del edificio.
 

Teja para cubierta del Museo de Málaga, patente de diseño industrial de PARDOTAPIA arquitectos [2013]

La percepción urbana de la reforma no sólo recuperaría una nueva volumetría para esta pieza arquitectónica, de cuya memoria histórica no existía ya recuerdo en la ciudad, sino que el material de su piel sería una estridente película reflectante sobre su entorno, esencialmente sensible en un área de gran concentración en edificios histórico-artísticos, especialmente conformado por la mole pétrea catedralicia y el conjunto profusamente ajardinado de Alcazaba-Gibralfaro. 

El segundo motivo de reflexión se produjo meses antes de la salida del Museo de Málaga del edificio para dar comienzo a las obras, durante la jornada de puertas abiertas que organizamos en torno a las actividades realizadas con motivo del Día Internacional de los Museos, durante el fin de semana que constituyeron los días 17 y 18 de mayo de 2008. Los malagueños pudieron recorren las principales áreas del inmueble, realizando comentarios y apreciaciones muy interesantes sobre aquello que la inmensa mayoría veía por vez primera. 


Día Internacional de los Museos [domingo, 18 de mayo 2018]

Incapaz de compartir ya la excitación de esa primera mirada, comencé a recomponer la apreciación social que podría esperarse de la nueva imagen que la Aduana presentaría a su entorno social, en base a la aplicación de una metodología propia a la estética de la recepción, es decir cómo el edificio se percibiría y sería valorado por sus observadores. La base se encuentra en los estudios en sicología cognitiva que presentaron en España en el año 1994 Paul Watzlawick y Peter Krieg en: El ojo del observador. Según sus investigaciones, el ojo del observador añade nuevos significados a los bienes culturales. En otras palabras, el objeto de reflexión se encontraba en concentrarnos en la interacción entre edificio y sociedad, analizando su valoración urbana a través de los ojos de quienes lo percibieron y representaron en distintos medios escritos, dibujados, pintados, impresos, fotografiados o filmados. El realizar una aproximación histórica a esa valoración social quizá nos ofreciera las claves para intuir cuál sería su mérito o demérito futuros entre sus nuevos observadores. 

Estas iniciales elucubraciones pudieron concretarse en un texto donde ordenar mis iniciales intuiciones e ir definiendo conceptos tras la elección ministerial de la empresa constructora SACYR, que entre 2009 y 2013 afrontaron las obras con la propuesta final de publicar una monografía sobre dicha intervención, para la que se me propuso la inclusión de un texto. Inicialmente más extenso, éste acabó en el limbo de los no-natos en un cajón de mi escritorio, hasta que la propuesta de la Asociación Cultural a través de su equipo de redacción hoy me da la oportunidad de su alumbramiento, reducido a su esencia y adaptado a la publicación que lo recibe. 


Obras Palacio de la Aduana por SACYR [2009, 2010, 2013 © El autor]

El escrito que tendrán entre sus manos, bien en tradicional papel o en nuevos soportes de reproducción digital, comienza por valorar la personalidad urbana propia malagueña, que tan certeramente describió el poeta como Ciudad del Paraíso, determinada por la abrupta orografía circundante y el clima benigno que disfruta, lo que ofrece una aproximación a la urbe más placentera desde su extensa fachada litoral mediante la navegación de cabotaje, que en duro tránsito desde su interior. Así lo han explicitado a lo largo de la historia los relatos periegéticos o la literatura de viajes, que en la mayoría de los casos se aproximan a la descripción de Málaga observada desde su rebalaje. 
 


J. Osses. Panorámica de Málaga, [1895]. Colección Fernández Rivero de Málaga


Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos, / colgada del imponente monte, apenas detenida / en tu vertical caída a las ondas azules, / pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas, / intermedia en los aires, como si una mano dichosa / te hubiera detenido, un momento de gloria, / antes de hundirte para siempre en las olas amantes 


ALEXANDRE, Vicente (1944), Sombras del Paraíso, Madrid, Adán.
 

De puerto salvo en un Mare Nostrum seguro, su perfil urbano lo definen fundamentalmente los elevados lienzos murados que la fortalecen y defienden de las incursiones de aquellos que pretenden hostigarla durante el medievo. Lienzos musulmanes, cristianizados desde su incorporación a la Corona de Castilla y mantenidos y ampliados como parte fundamental de las defensas castellanas de sus urbes portuarias durante la Edad Moderna. 


Málaga se percibe asomada a estos baluartes costeros cual civitas honestamente encorsetada, donde la alta construcción catedralicia y los campanarios parroquiales y conventuales marcan la vida cotidiana de una ciudad que paulatinamente va superando las defensas y extendiendo a lo largo y ancho de la costa su caserío. 


J. Chereau. Málaga 1770]

El siglo XVIII procura una nueva seguridad de tránsito mediterráneo, que va dejando obsoletas sus antiguas defensas, lo que procura el asentamiento de una nueva dinastía monárquica con tintes ilustrados y el fortalecimiento de una nueva clase social burguesa, ennoblecida por las nuevas empresas de industrialización y afianzamiento comercial del litoral malagueño. A estas circunstancias políticas, económicas y sociales responderá un nuevo modelo de ciudad, para la que se requiere una elegante y despejada fachada litoral. 



Situación de la “Nueva Alameda” respecto al lienzo de murallas en el siglo XVIII, previa a su urbanización, dominada por el castillo de San Lorenzo y las Atarazanas (en rojo en el plano)

La urbanización de la zona más cercana a las instalaciones portuarias de Poniente con la apertura del “Salón Bilbao”, hoy Alameda Principal, trazado por el Teniente de Ingenieros Fernando López Mercader con modelo en el madrileño Salón del Prado, comienza a aportar una nueva fisonomía urbana que va haciendo caer en dominó las murallas perimetrales del centro histórico, en un necesario empuje que termina con el Castillo de San Lorenzo y la apertura del puente de Tetuán sobre el Guadalmedina hacia el oeste y la eliminación de las murallas a lo largo de Cortina de Muelle, al este de la ciudad, enlazando con las nuevas fortificaciones de Levante. 




Este nuevo frente portuario requirió la construcción de una Aduana del Mar, promoción directa de la corona mediante modelos arquitectónicos basados en el neoclasicismo italiano, cuya construcción se dilata entre 1791 y la fecha de su inauguración en 1829. La imponente imagen que ofrecía la Aduana sobre el malecón de Levante y la agitada vida portuaria en torno a la amplia ensenada urbana volvieron a ganar la percepción de puerto salvo en una remansada bahía, donde las primeras imágenes hasta su inauguración se encuentran entre la proyección, la idealización y el ensueño.

 

William Jacob.  Travels in the South of Spain, in letters written A. D. 1809 and 1810
 [London, 1811]


Isidoro Laurent Deroy (París, 1797 – 1886). Málaga. Vista del Puerto
Impresor Becquet. Edición E. Dardoize, 12 rue de L’Eperon, Paris [c. 1800]

La imagen más popular durante el siglo XIX la ofreció el limpio perfil de la moderna Aduana en diálogo con la cercana estructura catedralicia y a los pies de la ascendente Alcazaba, militarizada hasta el Castillo de Gibralfaro durante la primera mitad del siglo. Imagen que se internacionalizó rápidamente por el masivo acceso a la ciudad por los forasteros que la alcanzaban en las chalupas que los transportaban desde los enarbolados navíos a los malecones del puerto, fundamentalmente difundidas en grabados, pinturas y primeras fotografías. Esta popular imagen tuvo una ligera variación en aquellos espíritus imbuidos de romántico pintoresquismo, quienes prefirieron representar la ciudad desde las ruinas islamitas en picado sobre la extensión urbana de la ciudad y las factorías industriales en lontananza, caso del grabado de David Roberts impreso en la nueva cubierta. 





David Roberts. Málaga desde la fortaleza árabe de Gibralfaro
Edición de Robert Jennings, David Roberts dibujo y Thomas Higham grabado [Londres, 1837]


A caballo entre dos siglos, La Aduana quedó definitivamente varada lejos de las cristalinas aguas de la bahía, a las que antaño se asomaba, por los terrenos que se fueron ganando entre el antiguo malecón y el nuevo atirantado del muelle del Marqués de Guadiaro. Un primer diseño municipal de los jardines de Antonio Cánovas del Castillo por Emilio de la Cerda, aún prestaba aliento a las ansias marítimas de la Aduana, con una amplia avenida que la comunicase con las nuevas dependencias portuarias. Sin embargo no se produjo dicha comunicación, creándose un eje perpendicular a la línea de costa que hizo transitar al pueblo malagueño en calesa desde la Alameda Principal hasta la nueva Plaza del General Torrijos y las residencias de La Caleta, atravesando el nuevo Parque de Málaga orillando la mole de la Aduana. 


Francisco Pérez (Madrid). Vista de la Aduana de Málaga
Litografía F. P. Periódico “El Guadalhorce”, Málaga [1839 – 1840]


Proyecto de prolongación de la Alameda [1897]
Ayuntamiento de Málaga

El tiempo es inexorable y la fisonomía urbana cambia como los tiempos, y lo que antaño fueron defensas militares sobre la ciudad hoy son objeto de ocupación ciudadana, convirtiendo a la altiva Alcazaba en un paupérrimo barrio obrero de viviendas enjalbegadas y, junto a él, la Aduana se empequeñece a través de un pavoroso incendio que conmociona la ciudad en 1922. Su reconstrucción prácticamente desde la planta segunda del inmueble se realiza en detrimento de su original volumetría, y la Aduana pierde su cubierta a dos aguas por un ático aterrazado que impone un aspecto excesivamente cúbico al inmueble. 


Arthur Trevor Haddon (1864-1941). Vista de la bahía de Málaga

Son años de pérdida de visibilidad en el entramado urbano, como una muela picada al borde de la Alcazaba, desplazada del nuevo eje de gestión y administración de la ciudad a lo largo del amplio parque colindante y tímidamente recluida tras su alto abanico de washingtonianas palmeras. La Aduana se recluye sobre sí misma, inexpugnable a la ciudadanía circundante, cuyo mejor ejemplo lo ofrece Amanecer en Puerta Oscura, película de José María Forqué con guión del dramaturgo Alfonso Sastre de 1957, donde la Aduana se transforma en Prisión Provincial a la que sólo se le dará paso franco a Nuestro Padrea Jesús el Rico. 

 

Amanece en Puerta Oscura (1957), director José María Forqué. JENYMAR, S.A.


La década de los noventa del siglo XX de alguna manera apunta la posibilidad de su recuperación bajo nuevos usos con la organización en 1991, con motivo de unas obras de rehabilitación, de una exposición organizada por el Gobierno Civil con pintores malagueños contemporáneos en su sede. Quizá hoy podamos dar un hilo conductor a la decisión que adoptó el Ministerio de Cultura en 1997 de albergar las colecciones de la sección de Arte y locales expositivos del Museo de Málaga en el Palacio de la Aduana, y a la implantación en el ideario colectivo malacitano de que el final último para recuperar su Aduana del Mar fuese su uso cultural como íntegra sede del Museo de Málaga. 


Catálogo: Exposición de pintores malagueños, Gobierno Civil. Málaga, 1991
Imágenes de salida del Museo de Málaga del Palacio de Buenavista [1997], almacenaje 
y exposición en Sala de las Columnas de planta baja de la Aduana [1997-2008]

Como en las comedias románticas, los finales suelen ser felices y dejar un buen sabor de boca, y así la confluencia de voluntades terminó por ceder el inmueble al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte quien intervino el edificio entre 2008 y 2013, comenzando al año siguiente la dotación museográfica hasta su apertura pública el 12 de diciembre de 2016. 

 

Ejecución de las obras por SACYR y PARDOTAPIA [© autor, 2012]


Ejecución museografía por EMPTY y FRADE Arquitectos [© autor, 2014 al 2016]

La valoración social que hoy tengamos de la Aduana no reside tanto en mis escritos como en la mente de todos ustedes, que constituyen la base de la percepción meritoria de un edificio que vuelve a navegar en el mascarón de proa que conforma la colina descendente de la Alcazaba, en la confluencia de nuevos ejes urbanos peatonalizados, que han ganado como arterias ciudadanas la calle Alcazabilla, Císter y Postigo de los Abades, y continua transitando por el amplio ándito del Parque de Málaga, con el lifting de una rejuvenecida Aduana del Mar, que ya se empina altiva con nueva cubierta sobre el verde parapeto de sus palmeras y ofrece nuevas perspectivas a los cuatro puntos cardinales a los que se dirigen sus esquinas encadenadas de piedra. 


MUCHAS GRACIAS.


Reseñas Diario SUR