“La joven” [Mujer ante el espejo, c. 1968-1974], óleo sobre lienzo, 131,00 x
80,00 cm.
Museo de Málaga.
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El Museo de Málaga
en su concepción institucional podría considerarse como depositario natural
del patrimonio cultural de la provincia malagueña, desde su constitución hace
poco más de un siglo. Es por ello que el recorrido por sus almacenes nos
permiten transitar desde la inicial ocupación antrópica del terreno malagueño
hasta lo que hoy somos en el concierto mundial, incluso podríamos vislumbrar lo
que deseamos ser.
En esta ocasión,
deseo rescatar una obra inquietante del pintor malagueño Salvador Calvo, un
óleo sobre lienzo que su autor anotó en la desnuda tela de su reverso con el
enigmático título de: La joven. La inquietud posiblemente proceda del carnal erotismo que
la poliédrica figura femenina nos provoca, en una misteriosa combinación de largas
pinceladas sinuosas y colores vibrantes, que parecen ir tomando forma corpórea
mientras las observamos o bien derretirse ante la intensidad de nuestra mirada.
Salvador Calvo
Martín, pintor nacido en la localidad serrana de Istán (Málaga) en el mes de abril de 1948,
comenzó su carrera artística en el segundo lustro de los años sesenta en el
Patronato de Enseñanzas Medias de Ronda, bajo el magisterio del pintor Cristóbal
Aguilar. El alumno no debió de progresar nada mal bajo las directrices artísticas
recibidas, pues en 1968 obtuvo el segundo premio en el Certamen de Pintura al
Aire Libre celebrado en la localidad de Ronda y el primero en el Certamen
Juvenil de Artes Plásticas provincial. La
siguiente década se inició con instructivas estancias en París y Londres,
instalando su residencia en Madrid a partir del año 1972 para completar sus estudios
artísticos. Salvador Calvo es uno de los artistas más polifacéticos del
ambiente artístico actual, posiblemente producto de sus amplios intereses plásticos
demostrados ya durante sus años de formación. Las clases oficiales en pintura y
escultura fueron intensamente complementadas con la asistencia a los talleres
de otros artistas o con asiduas visitas al Museo Nacional del Prado, donde el
pintor ha declarado se dejó seducir por los grandes maestros que le han servido
de referentes, sin embargo también la fotografía y las técnicas gráficas fueron
procedimientos artísticos de los que Salvador Calvo quiso conocer sus más
secretos arcanos, asistiendo a la Escuela
Photo Centro y al taller de grabado Tres
en Raya, donde compartió tórculo con el maestro Manolo Ayllón. El fruto de sus
indagaciones plásticas durante estos años fue su presentación pública en una
exposición colectiva en la madrileña Galería de Arte Baleno el mismo año de
su llegada, y ya en solitario en esta galería y en la Villares-Toro y
nuevas colectivas en las Toisón y Osma, todas en Madrid durante 1974.
1978 es
crucial en la biografía del pintor, pues numerosos son los galardones obtenidos
por toda España en ese año: los levantinos II Certamen de Pintura “Villa de
Gandía” (Valencia), II Certamen de Pintura “Villa de Pego” (Alicante) y VIII
Salón de Otoño de Sagunto (Valencia); los madrileños Premio de Pintura
"Francisco de Goya" y Certamen de Pintura “Ciudad del Manzanares”; y, en Ávila,
el IV Premio Nacional “Adaja”. Sin embargo, más decisiva fue su
internacionalización, al ser convocado por la revista Arte Fotográfico para formar parte del proyecto: “Fotografía actual
española”, exposición colectiva itinerante entre las ciudades alemanas y rusas
de Berlín, San Petersburgo y Moscú; y su presentación al público norteamericano
en Yolanda Gallery (Chicago, Illinois, USA), donde
preparó su primera individual en 1983 y con la que dio inicio a una intensa carrera expositiva por todo el país.
Salvador Calvo
debió de adivinar el éxito que sus propuestas plásticas tendrían entre el público
estadounidense, pues en el año 1982 decidió trasladar su residencia a Chicago (Illinois,
USA). En la carrera desarrollada durante sus años americanos ha tenido una
fuerte presencia la fotografía artística, así como una especial incidencia la práctica del grabado, de cuya técnica completó su formación asistiendo al Evanston Art Center (Evanston, Illinois, USA), sin olvidar su
vocación pictórica y las investigaciones sobre nuevos materiales escultóricos,
incorporando a sus iniciales trabajos en madera, la piedra y el metal, de la que puede
ser muy buen ejemplo su obra: La Esfera,
homenaje a su localidad natal, en cuya Plaza del Calvario se instaló la pieza en
el año 2003.
“La Esfera” [instalación octubre 2003]. Mármol verde, blanco y
metal oxidado.
Plaza del Calvario, Istán (Málaga).
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De regreso a
España en el año 2007, desde donde no ha dejado de tener una importante presencia en los
ambientes artísticos norteamericanos, estableció su definitiva residencia en la localidad costera de Marbella. En ella destaca su presencia no solo como creador plástico, sino como perspicaz ensayista en torno al mundo que mejor conoce: las
Artes. Bajo esta última faceta, de su tan extraordinariamente polifacética
personalidad artística, quiero traer a colación sus palabras para continuar
introduciéndome en el enigma de: La joven.
Debemos mirarla [las obras artísticas, en general] como un ente con autonomía propia, como un
objeto o forma desconocidos que hemos encontrado. Esta es la manera más idónea
para iniciar un diálogo inmediato. La obra, igual que le sucede al autor en el
proceso creativo, nos comunicará, entre otros conceptos, misterio, sugerencia e
interrogantes a través de sus líneas, color, ritmos y formas.
Así,
comienzo mi diálogo con la obra sin reparar en que sobre su ángulo inferior
izquierdo se ha dejado constancia de su autoría con la firma: ‘S. Calvo’, y me
dejo seducir por la ausencia de rostro de una figura que me increpa
directamente, sin poder aún mirarme tal y como yo la observo. Quizá no he sido
suficientemente sigiloso para entrar a hurtadillas, interrumpiendo un
metamórfico acto íntimo que se está produciendo desde uno de los ángulos inferiores del
lienzo, donde amplios cuerpos de estirpe vegetal, compuestos de pétalos y tallos
en referencias de color y forma, parecen estar gestando en su seno la figura
femenina que nos ofrece, creo que agazapada, la carnosa visión trasera de su vulva-corola. Esta figura es la más enigmática e
inquietante, tanto por su carnalidad brutal como por romper misteriosamente la
unicidad humana de su título: La joven.
Podemos contar hasta tres figuras en el lienzo: las posaderas que se ofrecen
medio cubiertas por las formas que se deslizan para dejar al descubierto su
carnal desnudez; el torso que se enmarca en un espacio oval, recortado sobre
una mancha de color de la que parece recibir su luz toda la escena; y el personaje
que nos descubre y nos mira sin rostro, avergonzado ante la sacrílega intrusión
en el acto metamórfico y que recoge sus manos para cubrir su sexo en un púdico
gesto ya clásico.
Las tres figuras femeninas que conforman la presencia de una única joven.
Museo de Málaga.
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La
razón nos impone su tiránica obsesión por dar sentido figurativo a lo que vemos,
tal vez la causa por la que el título original de la obra fue variado al
incorporarse a las colecciones del museo, recibiendo el más explícito: Mujer ante el espejo. Así, hemos dotado
de sentido al personaje del segundo plano de la composición: la figura que, enmarcada en un espacio oval, duplica en su superficie lunar a la joven que nos increpa, espejo
del seno que en su original solo se perfila y de la informe masa de dorados
cabellos, que en su doble enmarcan el vacío rostro. Sin embargo, el enigma no
se resuelve por completo y perdura el misterio en la evanescente sensación de
que no hemos terminado de descifrar su arcano.
Técnicamente,
la obra se resuelve con una pincelada larga y sinuosa, definiendo en masas de
color puro la extraña volumetría de los cuerpos, donde los toques de luz no
definen la ortodoxa traducción
bidimensional de la realidad sensible. Aquí es donde reside el aspecto órfico
que atribuimos a la obra, pues Salvador Calvo, evitando la estricta abstracción, nos impone una realidad artística
personal en la búsqueda de un arte puro, autónomo de su trasunto real. El autor
nos ofrece la posibilidad de dejarnos seducir por una propuesta plástica que
conforma un metamórfico políptico de alumbramiento de nuevas formas con referentes femeninos exclusivas
a la alquimia artística.
“La joven” [Mujer ante el espejo, c. 1968-1974], óleo sobre lienzo, 131,00 x
80,00 cm.
Museo de Málaga.
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Su incorporación al Museo creo
que la debemos datar en torno a finales de los años sesenta y primer lustro de los setenta,
como la ejecución de la propia obra, que parece relacionarla con algunas otras que llegaron a
la institución donadas o adquiridas de entre las exposiciones individuales o
colectivas celebradas en Málaga en aquellos años, durante la dirección de don Manuel Casamar Pérez. Así, hoy constituye uno de
los ejemplos de la plástica malagueña en torno a las numerosas propuestas de
aquella generación de pintores nacidos en torno a los años cincuenta, que
recuperaron la expresión plástica que le hubiese correspondido de no haberse
interrumpido en España la evolución de la vanguardia internacional, transitando
caminos tan personales como le inspiraron sus intuiciones de qué constituía y
dónde residía en aquellos años la Modernidad. Hoy presentamos una de las obras menos conocidas de los fondos de arte contemporáneo, que el Museo de Málaga tutela de aquella valiente generación.
Bibliografía:
CALVO MARÍN, Salvador, “Sobre Clasicismo y Modernidad”, La Garbía. Revista crítica y cultural de la
Costa del Sol Occidental 2, Marbella, marzo 2017, pp. 12-14.
RÍO, Meme del, “El artista Salvador Calvo instala una
fuente-escultura en la plaza de Istán”, El
País, Marbella 13 de octubre de 2003.
SANJUÁN, José Manuel, Pintura
Contemporánea en Marbella. 50 nombres, Málaga, Ediciones Algorfa, 2013, pp.
40-41.
SANJUÁN, José Manuel, “Misterio sin resolver” (abril, 2017)
en SANJUÁN, José Manuel, Sobre arte y
otras lindezas, Málaga, Ediciones Algorfa, 2018, pp. 159-161.
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