CaixaForum © foto 2016, José Ángel Palomares Samper. |
En la década de los ochenta, Luis Caballero Zoreda afirmaba que uno de los fines más nobles y elevados del museo es la divulgación de conocimientos entre la sociedad, menos importante es cómo se comunique y más imprescindibles los contenidos comprensibles y positivos para el individuo en particular y para el cuerpo social en general. En este sentido, el cómo que preocupaba menos a Caballero Zoreda se articulaba en torno al reconocimiento de una pedagogía que le era propia al lenguaje del museo, un nuevo mundo frente al talante eminentemente investigador del museo y sus conservadores en España. Una década antes y desde la lejana y a la vez cercana Quito, Aurelia Bravamalo de Espinosa advertía que esa pedagogía del museo es altamente especializada, enfocada a poner al alcance de su público aquellas teorías y metodologías que ayudasen a interpretar sus colecciones en su campo científico específico, a cuya aritmética habría que sumar que debe hacerlo potenciando el goce estético y espiritual del individuo y la amenidad que reporta al realizarse en un entorno educativo no formal.
Los
años noventa en España incidieron en estas tendencias educativas de los museos
en estudios y publicaciones donde tanto profesionales,
principalmente a través de las actas de las reuniones de los Departamentos de
Educación y Acción Cultural (DEAC) y de personales investigaciones en este
campo dentro de las instituciones, como de investigadores en los inicios de los estudios de
museología y museografía en las distintas universidades españolas crearon un
corpus interdisciplinar desde el que valorar los contenidos y la metodología
empleada en la pedagogía museística.
Hoy,
después de más de una década del siglo XXI y perfectamente integrados en los
estándares más profesionalizados y avanzados de la museología mundial, existen
experiencias probadas del buen funcionamiento del papel social de los
museos y la buena salud que presenta la pedagogía museológica y su praxis
museográfica, como demuestra Caixaforum. La institución catalana realiza
especiales esfuerzos en el diseño, ejecución y evaluación de exposiciones
temporales de un marcado cariz pedagógico o de espacios educativos anexos a
exhibiciones de carácter más científico o estético. El pasado 17 de junio tuve
la fortuna de visitar “Dibujar Versalles. Charles Le Brun 1619-1690”,
organizada junto al Museo del Louvre, donde se tutelan los centenares de cartones
con los que se trasladaron a los muros los espectaculares diseños que decoran el
francés Palacio de Versalles.
El
dibujo en soporte papel empleado para el diseño de las composiciones murales;
su traslado a plantillas colosales –el cartón- empleadas mediante técnicas de
estarcido de carbonilla sobre los diseños punteados de sus líneas o esgrafiados
con un punzón sobre los estucos frescos en necesarias reutilizaciones; y los
grabados que difunden el resultado de los conjuntos áulicos en el resto de
cortes europeas son los contenidos de una exposición muy instructiva. Los
frágiles soportes originales se completan con la reproducción de sus resultados
escenográficos en grandes paneles y en audiovisuales de divulgación:
tanto sobre su producción, empleo y conservación en la colección real francesa;
como sobre las complejas técnicas de restauración, enmarcado y conservación en
almacenes con condiciones medioambientales altamente sopesadas en niveles de
humedad, temperatura, pureza ambiental e iluminación.
Estas
salas didácticas me recuerdan el museum game o juego didáctico en el
Museo, definidos por Luis Alonso Fernández (Madrid, 1988; 447-448) como una
sala adyacente a la exposición, donde disponer contenidos y objetos para
actividades didácticas relacionadas con lo observado en la exposición en visita
previa, correcta forma de desarrollar la actividad didáctica en el marco
expositivo del museo, empleando un sistema pedagógico vivo.
Panel para colocar los dibujos de la actividad © foto 2016, José Ángel Palomares Samper.
|
La
exposición se articula espacialmente mediante una arquitectura efímera que gira
en torno a un espacio central, aprovechado para albergar un taller para público
familiar y escolar que Caixaforum kids dedica a actividades de aprendizaje
lúdico sobre contenidos medulares de las muestras, en este caso sobre: “Alegorías,
la visión mágica de un reino”, en referencia a las composiciones decorativas de
los espacios arquitectónicos palatinos como medio de expresión de la grandeza
de la monarquía francesa a través de su relación con los mitos clásicos.
Primer
panel de presentación de la actividad © foto 2016, José Ángel Palomares Samper.
|
El
espacio se articula a través de selectos y escasos textos donde trasladar al
público los contenidos centrales de la actividad propuesta, los materiales para
su realización y los espacios de exhibición de la actividad realizada, cuyo
resultado se anima al público participante a compartir a través de sus dispositivos
móviles, con los que realizar una foto y subir al entorno 2.0 de Caixaforum. En
esta actividad se combinan los tradicionales medios de composición y diseño
mediante plantillas para dibujar y colorear en papel, y los nuevos medios para compartir
sus trabajos en las redes sociales, con un lenguaje y una metodología muy
cercana a esta nueva generación.
El dispensario con varios formatos de pliegos en papel y el cajeado de los espacios donde colocarlos durante la actividad completan el mobiliario necesario para su desarrollo, mientras que unos cómodos asientos centrales permiten a la familia disfrutar unidos de la experiencia educativa en el marco de la exposición. Así, la actividad puede compartirse entre los miembros familiares o grupos infantiles: comentando la realización de la actividad, confrontando opiniones sobre su ejecución y resultado. o indicando mejoras en los diseños, lo que afianza la vivencia compartida y participada de la actividad.
La experiencia didáctica en relación con los interesantes recursos divulgativos que acompañan los originales diseños de cartones de Charles Le Brun me han parecido una atractiva oferta: sobre la que poder reflexionar en el campo de la didáctica museológica como medio de ofrecer una actividad amena para los visitantes sobre sólidos contenidos comprensibles y útiles al individuo; y sobre una pedagogía que le es propia a los museos y a las exposiciones temporales, que seguramente gustasen a Luis Caballero y Aurelia Bravamalo cuando comenzaban en el ámbito de la lengua castellana a hablar de la educación en nuestro ámbito específico.
Panel, plantillas y material de dibujo © foto 2016, José Ángel Palomares Samper. |
Desde
el primer texto y la imagen que lo ilustra se invita al público a reflexionar sobre
el empleo del mito y sus atributos como expresión alegórica de contenidos para
la exaltación de la majestad de Luis XIV y los miembros de su corte, lenguaje que manejaban perfectamente
los artistas del barroco clasicista francés, entre los que se encontraba
Charles Le Brun. Así, se invita al visitante a ocupar el lugar de Le Brun,
seleccionar la plantilla de uno de los personajes masculinos o femeninos y dotarlos de algunos de los atributos que faciliten la lectura pública
de su carácter, poder o personalidad. Unas sucintas instrucciones y una tabla donde
relacionar su significado alegórico con el objeto que lo representa dan inicio a la actividad
didáctica, debiendo colocar el papel en los marcos, dispuestos en el amplio panel que
recorre dos de los cuatro muros de la estancia, y delinear con plantilla y
lápiz el personaje y los atributos que lo caractericen, en composición
libre y a la que se debe de dar un título que afiance o aclare la significación de
la escena. El empleo del color completa la actividad, para la que el participante ha
empleado la plantilla a modo de cartón, trasladando su diseño lineal al muro y
completándolo hasta alcanzar la obra final con el pigmento y sombreado de las figuras, emulando los procedimientos de diseño, traslado al muro y ejecución de los pintores decoradores franceses y sus talleres durante el barroco clasicista y el rococó franceses.
Alegorías © foto 2016, José Ángel Palomares Samper. |
Plantillas y hashtag para colgar en red las imágenes © foto 2016, José Ángel Palomares Samper. |
El dispensario con varios formatos de pliegos en papel y el cajeado de los espacios donde colocarlos durante la actividad completan el mobiliario necesario para su desarrollo, mientras que unos cómodos asientos centrales permiten a la familia disfrutar unidos de la experiencia educativa en el marco de la exposición. Así, la actividad puede compartirse entre los miembros familiares o grupos infantiles: comentando la realización de la actividad, confrontando opiniones sobre su ejecución y resultado. o indicando mejoras en los diseños, lo que afianza la vivencia compartida y participada de la actividad.
Dispensario papel © foto 2016, José Ángel Palomares Samper. |
La experiencia didáctica en relación con los interesantes recursos divulgativos que acompañan los originales diseños de cartones de Charles Le Brun me han parecido una atractiva oferta: sobre la que poder reflexionar en el campo de la didáctica museológica como medio de ofrecer una actividad amena para los visitantes sobre sólidos contenidos comprensibles y útiles al individuo; y sobre una pedagogía que le es propia a los museos y a las exposiciones temporales, que seguramente gustasen a Luis Caballero y Aurelia Bravamalo cuando comenzaban en el ámbito de la lengua castellana a hablar de la educación en nuestro ámbito específico.
Biografía:
ALONSO FERNÁNDEZ, Luis, Museo y
Museología, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1988.
BRAVAMALO DE ESPINOSA, Aurelia, El Museo abierto, Quito (Ecuador), 1976.
CABALLERO ZOREDA, Luis, “El museo,
funciones, personal y su futuro”, Boletín
de la ANABAD XXX (1980) 3, Madrid, ANABAD, 1980, pp. 377-385.
VV.AA., Dibujar Versalles. Bocetos y cartones de Charles Le Brun (1619-1690),
Barcelona, Fundación Caixa de Pensiones, 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario