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martes, 21 de abril de 2015

Málaga: patología museotrófica.



La antaño urbe de las cien tabernas y una librería es hoy “ciudad de museos” en un alarde capitalino un tanto bravucón, por cuanto atañe más a su aspecto cuantitativo que cualitativo. Una treintena larga de instituciones museísticas se publicitan como destino turístico urbano de interés en una extraña amalgama conceptual, donde a renglón seguido encontramos museos en el estricto sentido común del término con instituciones que no lo son, bien por tratarse de otras modalidades institucionales al uso (Centros de Interpretación, Sala de Exposiciones, etc.) o por travestir bajo el término museo realidades bien distintas. En este último caso, transitamos de las colecciones museográficas en términos jurídico-administrativos, a algún apéndice comercial de club deportivo o a almacenes bien ordenados de hermandades y cofradías.  

El artífice de esta desordenada gestión cultural de los recursos museísticos no puede ser exclusivamente reconocido en la alcaldía, obcecada en la vertebración urbana y social de su territorio a través de numerosísimos museos que, como las líneas del metro, dinamicen la ciudad desde su centro histórico hacia sus barrios periféricos. La fiebre por los museos es un fenómeno global de finales de los años noventa del siglo pasado, que se ha hecho crónica en el cuarto que llevamos de éste. Por tanto, es al conjunto de la sociedad malagueña a la que debemos diagnosticar dicha patología museotrófica, donde todos los poderes públicos y privados, laicos y religiosos y algún particular con posibles necesitan sacralizar e inmortalizar sus instituciones y obras con un Museo de… En estos casos los fondos que lo justifiquen, el edificio que lo albergue o el proyecto museológico que lo informe son un escollo menor que, con el suficiente celofán de colores, podría quizá pasar por museo a los ojos del común, y más si ese óculo ordinario es el del incauto turista –incauto en nuestras mentes locales, pues el turista es posiblemente la categoría humana más difícil de definir, pues no se es en esencia turista sino que se está temporalmente de turista, con nuestros deseos, apetencias y necesidades individuales y algunas comunes prácticas de manada.  

Esto no quiere decir que el gobierno municipal no encabece el juego de las inauguraciones fulgurantes de instituciones cada vez más brillantes y definitivas que las anteriores, lo que en publicidad se aplicaría a un producto que de ser super pasa rápidamente al plus para caer en el más, mega e infinitamente plus. Las realidades del Museo del Patrimonio Municipal de Málaga o el Museo Revello de Toro vinieron a desbancarse, como producto más local y provinciano, por el Museo Automovilístico y el Museo Carmen Thyssen Málaga que, ya obsoletos, vinieron a ser superados por el Centro Pompidou Málaga y su apéndice biliar: la Colección del Museo de Arte Ruso. No obstante, si la alcaldía alcanzó techo publicitario con el museo más mega-plus, ahora sólo le queda intentar apropiarse del Museo de Málaga en el Palacio de la Aduana, el único edificio histórico nítidamente neoclásico en la ciudad con más de catorce mil metros cuadrados y una colección que ronda los treinta mil objetos, al que además añadimos franquicia Prado para que sea super-mega-infinitamente más plus.




No dudo que la política museística del consistorio malagueño constituye ya motivo de análisis siquiátrico en instituciones españolas y extranjeras y, museológicamente, algunas de las más prestigiosas universidades internacionales como la de Leicester en el Reino Unido no sólo quieren a nuestro alcalde como “Honoris Causa”, sino como espécimen museográfico a conservar en formol para su estudio neuronal, pues poseen el convencimiento que en alguno de los hemisferios cerebrales se aloja un genoma que nos vincula con la adoración del coleccionismo y la formación de museos, e indudablemente dicho cargo público ofrece una clara hipertrofia, según los más sesudos investigadores en museología forense. 

Pero la realidad es cruda cuando intentamos observar bajo una óptica profesional la operación del Pompidou-Museo Estatal Ruso, cuyas negociaciones fueron abruptamente precipitadas por la incontinencia verbal del protagonista del relato, quien no pudo mantener en la más razonable discreción las negociaciones por lucir un museo-medalla más en su pechera de primer edil de la ciudad. Las infraestructuras las poseía o podía llegar a obtenerlas, después de los descalabros de gestión con una firma comercial para el cubo portuario y con ArtNatura en el centro de concentración de museos con el que se soñaba Tabacalera; el dinero no parece problema cuando se trata de fondos públicos; y las colecciones ya las posee en demasía Francia y Rusia para préstamo en Málaga.

El principal escollo parecía la organización de un equipo local de coordinación y gestión de los proyectos que actuase de interlocutor con los equipos técnicos de ambas instituciones extranjeras, y de todos los técnicos municipales de los que disponía, el Sr. De la Torre encontró a su última incorporación en plantilla: el director de la Fundación Museo-Casa Natal Pablo Ruiz Picasso, con perfil de gestor en empresas culturales que se adaptaba a las expectativas en la gestión de las negociaciones financieras más que artísticas del proyecto.

El primer paso fue convencer a la ciudadanía malacitana de la necesidad de aumentar el emolumento de dicho cargo de confianza, por acumular en su persona las gestiones necesarias a tres direcciones de proyecto, lo cual suponía un notable ahorro en el debe y el haber de gastos hasta ese momento inexistentes. Al mismo tiempo, asistimos impávidos a la modificación de la personalidad jurídica de la Fundación Casa-Natal Pablo Ruiz Picasso, que recientemente había sido incorporada al Registro de Museos de Andalucía con carácter de Museo, hacia la creación de la Agencia Pública para la Gestión de la Casa Natal de Picasso y otros Equipamientos Museísticos y Culturales, sin comunicación a la Consejería competente en materia de museos de la Junta de Andalucía, según tengo entendido como vocal de la Comisión Andaluza de Museos que valoró en su día su incorporación a la Red de Museos de Andalucía y a la que obliga notificación dicho acto administrativo.




La creación de una Agencia Pública ya se explicó en prensa como la fórmula que, entre otras virtudes detectadas por los técnicos legales del consistorio, permitía la reducción impositiva sobre las tres instituciones museísticas, lo que añade un ápice más de obscenidad para los tiempos que corren de una administración pública con las herramientas para eludir el 21% de IVA cultural que el resto de mortales nacionales no poseen.

Pero las obscenidades no se detienen aquí y diariamente nos merendamos en la prensa la externalización del conjunto de servicios que los nuevos museos prestan respecto a sus colecciones, exposiciones, edificios y atención y mediación cultural públicas, amén de los habituales de limpieza, seguridad y tienda-cafetería. Desde finales del año pasado, el Ayuntamiento prometió la creación de unos setenta y nueve puestos de trabajo directos y alrededor de un centenar de indirectos en torno a las dos nuevas infraestructuras museísticas, si bien es cierto que adelantaba que dependerían de las subcontratas de servicios a empresas externas a la administración local. Tampoco es nuestro consistorio completamente culpable de este vicio en el empleo cultural, pues como ha desarrollado Elena Vozmediano en un magnífico artículo para El Cultural sobre: “Obra y servicio. El empleo cultural”, la fórmula de subcontratación a ETTs privadas ha extendido su red tentacular por todo el terreno patrio, incluidas las comunidades que desean excluirse.

Los consensos sociales sobre la importancia de la salvaguarda del patrimonio histórico-artístico nacional y su derecho al público acceso mediante la creación de cuerpos facultativos de profesionales, adscritos de forma estable a las plantillas de sus instituciones tutelares mediante fórmulas de ingreso funcionarial o laboral sujetas a procedimientos de acceso reglados por las administraciones públicas en convocatorias que garanticen su publicidad, igualdad de oportunidades y mérito de los aspirantes, hoy en día se subvierten en beneficio de criterios economicistas que conllevan la abdicación de estos poderes públicos de sus obligaciones de conservación, tutela, investigación y difusión de estos bienes culturales en archivos, bibliotecas y museos.

La maquinaria de propaganda consistorial puso en marcha sus engranajes, ofreciendo unas cantidades financieras para la puesta en marcha de las infraestructuras museísticas por desembarcar en Málaga lo suficientemente astronómicas para que cualquier mejora económica en los procesos selectivos de las empresas subcontratantes fuese un evidente ahorro a las arcas municipales, por supuesto en nada comparable a la inexistencia del gasto o al estudio serio de la viabilidad económica de los proyectos donde la titular de los nuevos museos hubiese mantenido el directo control sobre sus múltiples servicios con personal adscrito a su plantilla. Quizás algunos puedan cotejar esta rotunda aseveración con el encarecimiento de servicios municipales producidos en toda España con la externalización de su ejecución por empresas públicas o privadas, sin hablar del menoscabo en su cumplimiento y de la conflictividad laboral provocada.




En principio se licitaron servicios con un perfil de finalización a finales de 2015 o durante el 2016, lo que induce a la periódica realización de nuevos concursos en los que podrán variar las empresas y sus eventuales empleados en una sucesión de inciertos cambios que en nada favorecen a la estabilidad de las instituciones museísticas y sus servicios, tan sensibles a protocolos de conservación de colecciones, seguridad y atención al público visitante. Las primeras empresas ganadoras fueron las siguientes: Atlas Servicios Empresariales S.A., por un importe total de 1.060.353€, encargada de la gestión de visitantes; Factoría de Arte y Desarrollo S.L.U., por un importe de 622.743€ para la gestión de actividades y exposiciones, más tarde servicio de coordinación y gestión de actividades; y Prosegur España S.L. el contrato de seguridad por 672.780€. Junto a ellos, se incluyó una licitación para el mantenimiento, reparación y conservación de instalaciones, maquinaria y utillaje de las sedes inclusas en la Agencia Pública, asumiendo junto a los tres museos analizados el servicio a la Sala de Exposiciones municipal, sita en la Plaza de la Merced 13. Este servicio ha sido obtenido por la Unión Temporal de Empresas (desde ahora UTE) integrada por Cobra Instalaciones y Servicios-Actua Infraestructuras por un importe final de 524.363,52€.

El servicio más peculiar, por desconcertante y extraño, es el novedoso de coordinación y gestión de actividades, cuyas atribuciones incluyen: la asistencia al sub-departamento de registro —el porqué del extraño prefijo de inferioridad a un departamento de registro es una incógnita insondable en la organización interna de la agencia pública—, especificando que dicha asistencia será la tramitación administrativa de colecciones en las exposiciones temporales de las instituciones museísticas adscritas y la asistencia técnica en el montaje, manipulación y fijación a soporte de los bienes culturales; la tramitación presupuestaria, archivo y seguimiento de la facturación del Departamento de Programación y Actividades; así como la coordinación, supervisión e implemento con carácter permanente de las actividades didácticas. Dicha disparidad de servicios reunidos en esta subcontrata sólo puede responder a un enorme cajón de sastre donde reunir todos aquellos efectivos laborales que no se ajusten estrictamente al resto de servicios licitados por otros conceptos.

La descoordinación de servicios puede ser pasmosa si tenemos en cuenta que, aunque la gestión se realice por la agencia pública municipal titular, los servicios de actividades didácticas que deben estar coordinados con los de gestión de visitantes tienen en sus trabajadores distintas empresas de contratación, con diferentes lealtades y legítimos intereses empresariales, a los que subrogramos las instituciones culturales en aras de su rentabilidad económica en detrimento de su función patrimonial, cultural y educativa.

El pasmo se intensifica con los segundos contratos licitados por el consistorio a través de su agencia pública, que incluyen un nuevo servicio de conservación de colecciones y mediación cultural  y otro de promoción, comunicación y marketing. Este último servicio ha sido concedido a la UTE integrada por la empresa malagueña Exposiciones Internacionales, Culturales e Interactivas y la madrileña Media Events Consulting, que conforman Media Events-Interexpo para lo que queda de año por un importe de 90.000€.

Tremendamente significativo es la licitación de un servicio de mediación cultural, desarrollo de públicos y conservación de colecciones, en tan extraño maridaje en servicios de público y colecciones que en la propia nota de prensa emitida por el Área de Cultura del Ayuntamiento de Málaga se especifica que, por la variedad de tareas a desarrollar, se divide en dos lotes: uno de mediación y otro de conservación. El primero se dirige a la coordinación de la mediación cultural y de desarrollo de público, mientras el segundo se refiere a los servicios de conservación de los bienes culturales en préstamo temporal para los distintos espacios museísticos gestionados por la agencia pública y la colaboración con la producción de exposiciones. Una vez más, una difícil interrelación empresarial en un mismo área de servicio museístico.

No obstante, la contratación del personal ha sido realizada por Adecco en su División de Adecco Outsourcing, especializada en la externalización de procesos selectivos para las Administraciones Públicas. Precisamente, han sido las condiciones laborales de los más de cincuenta trabajadores contratados a través de la empresa Atlas —del grupo Adecco—, al que se añade una nueva oferta de un coordinador/a de servicio de atención al visitante y unas veinte plazas más de vigilantes de sala, la espoleta que ensombrece con su estallido la brillante proyección, actual gestión e incierto futuro de estas instituciones museísticas de tan compleja ingeniería funcional y laboral.

Espero seguir reflexionando en torno a otros aspectos referidos a este asunto…

Bibliografía:
VOZMEDIANO, Elena, “Obra y servicio. El empleo cultural” El Cultural dirección http://www.elcultural.com/blogs/y-tu-que-lo-veas/2015/03/obra-y-servicio-el-empleo-cultural/ (consulta 06/04/2015).

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