© Colección José Ángel Palomares Samper, 2014 |
El madrileño
Museo ABC. Centro de Arte / Dibujo / Ilustración, abierto al público desde
noviembre del año 2010, cuenta hoy con una colección en torno a las doscientas
mil obras de entre las que destacamos el cerca del millar de dibujos realizados
por el ilustrador malagueño Francisco Sancha Lengo, conjunto que abarca desde su
primera colaboración en 1888 para la revista ilustrada Blanco y Negro hasta su última contribución en 1936, año de su
muerte, para el diario ABC.
Fernando
Hernández Cava ha comisariado una excelente exposición temporal: “Francisco
Sancha. El alma de la calle”, en la que se reúne una selección de las obras
ejecutadas por Sancha para Prensa Española entre los años ya mencionados, y
algunas ilustraciones de las realizadas en París para la revista L’Assiette au Berre y en Londres para la
edición de su: Libro de las horas amargas,
compuesto de refranes españoles [Birminghan, ed. Percival Jones, 1917].
La
noticia nos parece excelente por cuanto enfrenta un merecido homenaje a la
figura más destacada del humor gráfico de finales del siglo XIX y primer cuarto
del XX salida de Málaga, a la que sumaríamos a José Jiménez Niebla y Joaquín
Santana Bonilla. Además, la presente muestra a juicio de su comisario subraya
el papel jugado por Sancha en la ruptura del academicismo hegemónico del dibujo
gráfico español a principios del siglo pasado y lo distingue como uno de los maestro
del: realismo crítico.
Francisco
Sancha Lengo nació en Málaga un 16 de agosto del año 1874, hijo de José María
Sancha y Antonia Lengo, hermana del pintor Horacio Lengo, de cuyos genes
debieron derivar la vocación y dotes artísticas de los tres hermanos: Francisco,
Luis y Tomás. Su formación artística la completó junto al maestro Martínez de
la Vega en la Escuela de Bellas Artes de Málaga, desde la que se trasladó a
estudiar bajo el magisterio de José Moreno Carbonero en la Escuela Superior de
Escultura, Pintura y Grabado de Madrid.
Establecido
en la capital, Sancha comenzó a colaborar con sus dibujos en la prensa gráfica
como medio de sustento, a la vez que concurrió a las Exposiciones Nacionales de
Bellas Artes para afianzar su profesionalización artística, y en las que
coincidió con Pablo Picasso en la celebrada en 1897, donde Sancha obtuvo
Mención Honorífica por sus caricaturas y pasteles. Con la ayuda de D. Francisco Silvela se
trasladó a París para continuar su formación en la línea de la vanguardia europea,
donde continuó colaborando con revistas gráficas como: Le cri de Paris, Le rire,
Frou, Frou y L’Assiette au Beurre. En 1904, de vuelta en Madrid, mostró públicamente
la renovación de estilo que la experiencia parisina le había procurado, al tiempo que
contrajo matrimonio con Matilde Padrós.
En
1912 decidió trasladarse con su familia a Londres, donde obtuvo cierto éxito
como ilustrador. Sorprendido en la capital británica por la I Guerra Mundial, adoptó una
posición crítica ante la difícil situación política y sus consecuentes desastres bélicos del
momento.
De
regreso en España, continuó colaborando en la prensa gráfica nacional, donde se
afianza su denuncia de los problemas sociales y las consecuencias que las
enormes diferencias económicas imponen en la población española, dominada por el
caciquismo, la falta de instrucción pública y el control religioso que
encorseta España en un inmovilismo nacional ajeno a las innovaciones europeas. Sumado
a las filas del republicanismo, en 1936 se trasladó a Oviedo para sumarse a la
aventura de Javier Bueno, que fundó la revista socialista Avance, en la que Sancha trabajó como dibujante hasta que apresado
por las fuerzas nacionales falleció en octubre durante su cautiverio.
Autorretrato [1897]. Museo de Málaga. |
Autorretrato [detalle]. Museo de Málaga. |
El
estilo de Sancha evolucionó en la línea de los artistas de la generación del
98, quienes intentaron despertar conciencias mediante la denuncia de los males
endémicos nacionales, así depuraron su línea, contuvieron sus paletas y
oscurecieron sus composiciones para dar una visión menos amable y costumbrista
de España. Sancha muestra en personajes caricaturizados una enorme
simpatía por las clases más desfavorecidas, sin renunciar a su caracterización
más realista y, a veces, descarnada. La sátira social y el humor irónico
gustaron a Sancha desde sus años de formación, de los que el museo conserva un
autorretrato donde se autoafirma la capacidad del artista por idealizar y
embellecer la realidad circundante. No obstante, esta se impone con
fuerza cuando el artista debe asumir un compromiso socio-político con su
tiempo, caso del que aceptó hasta sus últimas consecuencias Francisco Sancha
Lengo.
© Colección Palomares Samper. |
En el
terreno del dibujo, Sancha demostró un dominio absoluto de la línea en rápidos
trazos que logran caracterizar sicológica y socialmente a los personajes, caso
de un vendedor de boquerones malagueño, donde se aleja de la típica
representación folklorista del tipo hacia un realismo mayor. El marengo se
universaliza mediante la representación de un retrato masculino con boina
obrera, amplia guayabera y pantalones recogidos a la altura de las rodillas,
cuya figura casi se refleja en las ondulaciones del agua que se adivina a sus
pies. No estamos ante la estampa idealizada para consumo turístico del cenachero
malagueño, sino ante la cotidiana tarea del vendedor de pescado de cualquier
ciudad portuaria española.
El
modelo es ensayado por Sancha en su caracterización fisiológica de amplio y
poblado bigote, bajo el que se desdibujan labios y mentón, una potente nariz y
unos diminutos ojos que ensombrecen una gorra o amplia boina de duro paño, que
adivinamos por los profundos pliegues ensombrecidos. En algunos casos, la
caricaturización del personaje se realiza mediante estridentes poses como la
ancha boca abierta mostrando la incontenible presencia de una sonrisa congelada
en mueca forzada, y los grandes ojos almendrados que enmarcan pobladas
cejas y amplio surco de sus pómulos, con una gran carga grotesca.
Recomendamos
la visita a esta exposición temporal, que sin duda nos mostrará una amplia
panoplia de tipos sociales en escenas que nos retrotraerán a otra España, germen
de la que hoy vivimos.
Bibliografía:
CÁNOVAS, A., Apuntes para un
diccionario de pintores malagueños del siglo XIX, Madrid, 1908.
OLALLA GAJETE, L. F., Museo de Málaga. La pintura del siglo XIX,
Madrid, 1980, pp. 180-181 (cat. nº 287, p. 97).
MUSEO PICASSO MÁLAGA, El Factor
Grotesco [Museo Picasso Málaga, 22 de octubre de 2012 – 10 de febrero de
2013], Málaga, Fundación Museo Picasso Málaga, 2012 [reproducción p.
245].
PEÑA HINOJOSA, B., Los
pintores malagueños del siglo XIX, Málaga, 1964.
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