Una
constante cultural occidental ha sido la lectura que en distintos momentos
históricos se ha realizado sobre la atracción amorosa, muy relacionada con la
belleza física de sus protagonistas, que desencadena la dialéctica entre
amantes y amados en historias marcadas por Eros –el amor triunfal- o Thanatos
–el amor de trágico destino.
El mito
grecolatino centró gran parte de su cosmogonía y creación del orden humano en
las atracciones y repulsas amorosas entre los titanes, dioses, semidioses y
héroes de sus hermosas historias, que constituyen el sustrato cultural sobre el
que se ha sustentado gran parte de la producción artística, literaria, musical
e incluso religiosa de Occidente. Prometeo y Pandora son espejos en los que se
reflejan Adán y Eva, en una constante cultural que transita por el tejido
histórico de Occidente, en algunos casos incorporando o incardinándose con
tradiciones orientales, lo que aumentaba en ocasiones la carga erótica de sus
contenidos.
Así del
mito grecolatino inicial, Eros quedó incorporado a la tradición occidental en
Cupido como el querubín alado que con sus flechas doradas insuflaba el amor
entre humanos. Una paganización cultural aceptada sin mayores problemas por la
tradición judeo-cristiana, incorporada a nuestra tradición cultural.
La
muestra se articula en varias unidades temáticas que agrupen los fondos
arqueológicos y artísticos en el espacio mediante un mensaje común, que exhiba
ante el público:
1.
La seducción del poder: Dioses y diosas en sus
relaciones humanas. El latino Júpiter o el heleno Zeus es el primer gran don Juan de la tradición
mitológica grecolatina, quien a través de sus múltiples flirteos con otras
diosas del panteón olímpico o, más frecuentemente, con humanas procrea la raza
de intermediación entre dioses y hombres: los héroes. Hebe, la copera de los
dioses, es una de las más acabadas composiciones donde el poder masculino del
dios subyuga la juventud de la joven a la que acaba por atribuir el papel de
servidora del dios.
Otras
acabadas historias del díscolo dios se centran en las transformaciones que a
modo de argucias tiene que adoptar para poder seducir a jóvenes custodiadas por
sus celosos padres o destinadas al celibato por propia decisión. Es el caso de
la joven Leda, a la que el Padre divino seduce transformado en cisne.
Otras
historias han transformado el mito en una especie de fábula con moraleja, bien a través de la seducción triunfal de Eros, como la historia de Ariadna
abandonada por su esposo Teseo en la isla de Naxos donde se la encuentra
Dionisos, ascendiéndola al Olímpo; mientras otras terminarán en un pathos
trágico, como la diosa Diana, célibe en su propia naturaleza, que
sorprendida durante la caza de Acteón en el baño, acaba por darle presa con sus propios perros
de caza. Diana es presa de su propio mito, al que no puede renunciar por la
belleza atlética del joven Acteón.
2.
El amor como deidad: Venus y Cupido. El amor como
concepto se humaniza a través de la diosa que lo personifica, y el joven fruto
de sus amores que se transforma en el mensajero de su madre con poder de rendir
al amor cualquier pieza con sus flechas. Venus, nacida entre las espumas
marinas del Padre de los dioses, constituye uno de los mitos más fecundos en
la producción cultural occidental.
3. Eros
en la vida de los humanos: la transfiguración del mito. El amor como
pulsión vital se instala en la cultura occidental como una constante que continuamente
hace alusión al mito como narración que lo fundamenta, en algunos casos con
aspectos universales como los juegos de seducción entre ninfas y faunos, o el
mantenimiento de historias y leyendas donde los amantes son trasunto de amores
míticos.
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