Hoy
nos hemos desayunado con la noticia de que el Museo Nacional Centro de Arte
Reina Sofía (desde ahora MNCARS) se instalará próximamente en Santander,
gracias al legado del industrial José María Lafuente, quien ultima el depósito
de sus colecciones en la institución madrileña por un período de diez años, transcurridos
los cuales el Estado tendrá la opción de su adquisición. El Archivo Lafuente se
compone de más de ciento veinte mil documentos y una colección de unas tres mil
piezas entre pintura, escultura y obra gráfica. La ubicación no es baladí, pues
el propietario de la colección ha manifestado su deseo de que el conjunto se
mantenga reunido en una institución pública santanderina. Por ello, podemos
considerar como parte de las cláusulas de depósito la instalación en Santander
de dichos fondos artísticos y documentales, a lo que el también santanderino
Secretario de Estado de Cultura, José María Lasalle, ha sido proclive en su
participación en las negociaciones entre el Museo Nacional, el Gobierno de
Cantabria, Ayuntamiento y depositante.
Con
ello no queremos establecer ninguna sombra de duda sobre dichas gestiones, y
menos desde el Museo de Málaga, que en los años de la II República Española
disfrutó de una situación proclive al depósito de numerosas obras de los Museos
Nacional del Prado y de Arte Moderno por el malagueño Ricardo de Orueta y
Duarte, entonces Director General de Bellas Artes y Archivos. Gracias a su intermediación se
depositaron en el Museo de Málaga obras de: Moreno Carbonero, Simonet Lombardo,
Gartner de la Peña, Sala Francés, Viniegra y Lasso de la Vega; además de
importantes obras antiguas de Correa de Vivar, Morales, Murillo, Castillo Saavedra, Giordano,
Carducho, etc.
La
operación cuenta además con un edificio, que la comunidad cántabra anunció como
sede del Museo de Prehistoria y Arqueología (MUPAC), el antiguo Banco de España
en Santander cuya instalación y mantenimiento corren a cuenta del gobierno
autonómico, mientras que la dirección técnica y su personal estarán a cargo del
MNCARS. En este caso, fue el museo quien se interesó por el Archivo del editor,
coleccionista e industrial Sr. Lafuente, sobre todo por sus cientos de
documentos sobre arte contemporáneo de difícil reunión ex nihilo, cuya obtención pasa por atender las expectativas del
titular de la colección sobre la instalación en su ciudad. No en vano, la obtención del archivo
sitúa al MNCARS como centro de referencia en documentación varia en torno al arte
de la vanguardia histórica y de la producción artística española y latinoamericana de los
años sesenta, los dos núcleos en los que se articula el archivo reunido por
Lafuente desde el año 2002.
El 21
de octubre de 2014, el Patronato del MNCARS dio luz verde a su director para
entablar negociaciones por el depósito del Archivo Lafuente, con la condición
de que se estableciese un acuerdo con la comunidad cántabra para la cesión del
edificio y recursos suficientes para su instalación. No obstante, ¿se trata de
una sucursal o subsede del MNCARS?, por declaraciones del museo no se trataría
de una sucursal stricto senso ya que
se trata de un depósito en una infraestructura de titularidad autonómica con la
que el MNCARS trabajará en red, garantizando la adecuada investigación y
difusión del Archivo Lafuente con su dirección técnica y su personal, y
liderando exposiciones temporales que contextualicen adecuadamente los fondos
permanentes de la nueva infraestructura cultural o sean producción de la
pinacoteca madrileña. El término sucursal, subsede o franquicia es cuño de los
responsables políticos y medios de comunicación social, cuyo principal interés
parece centrarse en el rótulo que presida su fachada con la leyenda Reina
Sofía. Para los museólogos no puede ser más que una etiqueta de falsa entidad,
pues cada museo es una realidad individual, única y escasamente extrapolable a
otras realidades culturales, geográficas o sociales; mientras que para los
juristas es un complicado contrato administrativo que suele imponer condiciones
draconianas a los lugares donde se instalan, pues no suelen responder a
proyectos culturales sólidos —que ya desarrollan en sus sedes—, sino a
ampliación de mercados y obtención de nuevas fuentes de financiación. A esta
personal afirmación tan sólo podría oponer la honrosa excepción del Museo
Guggenheim de Bilbao, que ha minimizado en el ideario colectivo nacional a su original
neoyorquino.
En sentido museológico, no es el centro santanderino una sucursal del MNCARS sino el
medio más útil y eficaz de poner en valor un archivo privado bajo la
supervisión museológica y técnica de una institución que vela por la tutela,
conservación, investigación y difusión de un legado de frágil pervivencia.
No
obstante, la noticia nacional, sin base alguna en mi modesta opinión, vuelve a
sacar a la palestra la hipotética definición del Museo de Málaga en su apertura
en la Aduana de Málaga como subsede del Museo Nacional del Prado (desde ahora
MNP). Quizá lo deseable en la aplicación de la fórmula santanderina sea que la
dirección técnica y el personal procedan del MNP, lo que demuestra el
desconocimiento y menosprecio del trabajo de la dirección, cuerpo técnico
facultativo y personal del Museo de Málaga durante tantos años.
Por
otra parte, qué importante prócer malagueño posee una colección tan apreciable
para el MNP como para inducir a su Patronato a aceptar un depósito o donación
que incluya como cláusula la apertura de una sede en Málaga para su tutela,
investigación y difusión. En cualquier caso, quizá corresponda al activo
gobierno municipal ofrecerle otro espacio en tabacalera y los fondos para su
instalación y mantenimiento, según la fórmula santanderina. No mencionamos deliberadamente
que incluya la posibilidad de formar parte del circuito de exposiciones
temporales del MNP, pues difícilmente podría contar: con la capacidad y
equipamiento de las salas de exposiciones temporales del nuevo Museo de Málaga
en el Palacio de la Aduana; una mejor relación técnica con la pinacoteca nacional; y mayor profesionalidad en conservación preventiva,
gestión de préstamos y formación museográfica que los profesionales que hasta
el momento venimos sirviendo, desde el Cuerpo Facultativo de Conservadores de
Museos, a la institución decana de Málaga.
¿Falta
de colecciones? Este tema creo contestado en los numerosos post de este blog,
así como de las exposiciones temporales que se han venido exhibiendo en la
capital, al menos desde el cierre de las sedes de la Alcazaba y Palacio de los
Condes de Buenavista, cuya numeración sería demasiado prolija. Algunas obras puntuales del
MNP podrían verse en Málaga, pero ese puñado de piezas no constituyen una
subsede, sino la relación normalizada entre iguales de dos instituciones de
primera línea.
No
entraremos en el estéril enredo de las “marcas”, ya que no compete a los
técnicos en museología y museografía de una institución con tan dilatada
trayectoria como el Museo de Málaga, que transitó desde la monarquía de Alfonso
XIII, al advenimiento de la II República, el estallido a sus puertas de la
Guerra Civil española, el nuevo régimen del General Franco, la monarquía
constitucional y el estado de las autonomías, con la transferencia de su gestión desde 1984. Dejemos el debate a los políticos
y a los medios de comunicación.
Bibliografía:
BALBOA,
Guillermo, “El Reina Sofía desembarca en Santander con el Archivo Lafuente como
fondo permanente”, El Diario montañés, 21 de octubre de 2014.
LÓPEZ,
Antonio Javier, “Cultura y Sociedad. La llegada del Reina Sofía a Santander
reabre la puerta a la subsede del Prado en la Aduana”, Diario Sur, Málaga, lunes 1 de noviembre de 2014, p. 34.
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