Femineidad y procreación: El
deseo de perpetuarse.
La primera unidad expositiva se centra en la
presentación al espectador de una de las condicionantes biológicas de la
femineidad que de una forma más clara ha determinado la visión que el hombre ha
transmitido de la mujer: la mujer como madre o procreadora. La maternidad la
sitúa en un ámbito radicalmente distinto al del varón, quien la recluye en los
estrechos márgenes del hogar para garantizar y velar por su única y segura
transmisión genética, y reclama para ella un papel social más pasivo,
determinado por los ciclos de fertilidad y procreación biológicos en la mujer,
su especial disposición hacia la sensibilidad, la ternura maternal, el cuidado
y atención del hogar y la afectividad excesiva, en este caso no permitida al
varón, cargado de otros valores.
Incluye la muestra Torso [1973], del escultor Rafael Carmona (Granada, 1949), visión contemporánea del cuerpo
femenino de abultado vientre fértil. En las representaciones de maternidades
más habituales, dentro del ámbito cristiano occidental, el tema de la Sagrada Familia ha sido tratado con
profusión, como demuestra la obra de Jacob Van Oost, el joven (Lille-1637- 1713), donde la dulzura y
cuidado de las mujeres se enfrenta a la apartada y adusta vigilancia del
hombre. El papel de cuidado y educación de los niños asumido durante siglos en
solitario por la mujer se aprecia en la obra de Vicente Borrás y Abella
(Valencia, 1867 – Barcelona, 1945), La vacunación
de los niños. Este rol femenino se asume desde la más tierna educación
infantil, como lo demuestra la obra de Jeanne Thil-Saingery, Pequeña madre.
Esta obra será la bisagra
con la unidad expositiva siguiente.
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