© José Ángel Palomares Samper, colección personal. |
De entre los artistas malagueños
que forman parte de lo que algunos autores califican como escuela decimonónica
de pintura malagueña, uno de los integrantes menos conocido es Joaquín Santana Bonilla.
Nacido en Málaga en la segunda
mitad del siglo XIX, debemos suponer hasta la obtención de más datos
biográficos que recibió su formación artística inicial en la Escuela de Bellas
Artes de San Telmo malagueña.
Sin poseer mucha más información
que de sus otros compañeros de promoción, Antonio Cánovas Vallejo en sus
Apuntes para un diccionario de pintores
malagueños del siglo XIX, publicado en la madrileña Imprenta de Antonio G.
Izquierdo en 1908, lo incluyó en el prontuario de artistas malagueños con errata en su apellido. El próximo conocimiento que demuestra de la gran
mayoría de los incluidos en la publicación pone de manifiesto que no debió ser
así con el pintor que nos ocupa. Sí nos informa, no obstante, que en aquel
momento era discípulo de la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado de
San Fernando en Madrid.
Curricularmente, Santana Bonilla
intentó abrirse camino en el difícil mundo artístico nacional con la presencia
en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, a las que concurrió en dos únicas ocasiones: la primera, a la celebrada en el año 1899, de la que apenas tenemos
más datos que fue la primera a la que concurrió, presentando según el mencionado
A. Cánovas tres paisajes; y la celebrada en 1910, la segunda, a la que
concurrió con un paisaje titulado “En el Retiro” y una obra de composición que
se menciona como “El rey de la creación” o “En el palco”. Como hipótesis
podemos suponer que la ausencia continuada en los certámenes nacionales,
provinciales o locales se deba al escaso aprecio que los jurados realizaron de
sus obras, no sólo no obteniendo galardones y recompensas sino tan siquiera
mención de la crítica artística del momento.
Los éxitos que no alcanzó en el
ejercicio de los pinceles, lo obtuvo en el campo de la ilustración gráfica,
donde participó con personalidad destacada en la vida publicitaria y editora nacional.
Sin pretender ser exhaustivo en
su presentación, Santana Bonilla intervino como ilustrador en la publicación El
Arte del Teatro [Madrid, 1906], para la que realizó los retratos caricaturizados
de los dramaturgos: Ruperto Chapí, Jacinto Benavente, Carlos Arniches, Serafín
Álvarez Quintero, Donato Jiménez, Benito Pérez Galdós y Fernando Díaz Mendoza.
Como ilustrador participó en las
publicaciones en castellano de las obras de Lewis Carrol, Alicia en el país de las Maravillas [Madrid, s.a.] y de Mark Twain,
Cuentos humorísticos para la
Biblioteca Los Cuentos, [Madrid, Noticiero-Guía, 1910]. Para ambos casos,
Santana Bonilla dejó volar su imaginación más fantasiosa y sarcástica según la
orientación de los relatos. En la misma línea, realizó las ilustraciones de Los
zapatos blancos de Enrique D’Artagnan [Barcelona, Sopena-México Maucci,
1902-1910], para su Colección Galante de Novelas Cortas; y el número 219 de El
Cuento Semanal [Vicente Pastor, Los amores de Vicente Pastor, s.l., 1912].
La obra más interesante, es la
ilustración que realizó en colaboración con los dramaturgos Serafín y
Joaquín Álvarez Quintero para la publicación en Madrid, por el Administrador M.
Poveda en 1901, de su obra: Fruslerías.
En la misma línea, fue asiduo
ilustrador para la editora madrileña Rivadeneyra, para la que ilustró varios libretos
en este primer tercio de siglo, entre los que destacan: Tryp, Morito, Zoraida, Catalina, Lino, Las aventuras de Sambo o La Merienda.
A este grupo de publicaciones
pertenece la obra que aquí presentamos, la ilustración del libreto El beso internacional, editado para la
madrileña Artes Gráficas Mateu en el primer tercio del siglo XX, con música de
Francisco Sanna y letra del maestro “Cortadillo”, interpretada por las
cupletistas Olimpia D’Avigny y “Preciosilla”.
La portada desarrolla la
tendencia Art Decó predominante
durante los años de primera guerra y posguerra europeas, que centra la
composición en una elegante figura femenina que, en actitud forzada, nos invita
a conocer la partitura del cuplé. En proporción muy superior a las figuras que
la rodean, la elegancia de atuendo y la delicadeza del gesto se encuentra en la
línea más decorativa y burguesa del movimiento, con cierto regusto oriental en
el empleo de la amplia diadema de raso negro sobre el que campea broche de gran
cabujón esmeralda y los ricos estampados de la sobrefalda sobre
vestido azul intenso, con pasamanería y encajes negros. Más caricaturescas son
las cuatro parejas que rodean en proporción muy inferior a la figura central,
que siguiendo el desarrollo del libreto muestran los besos de distintas
nacionalidades europeas, representadas con los trajes más característicos del
país. Es curiosa la representación de la maja española de impactantes ojos
oscuros, con alta peineta y mantilla con madroñera, que repite en el vuelo de
su falta, que casi fagocita a un pequeño español de mejillas fuertemente
sonrojadas, ambos en la línea más goyesca.
© José Ángel Palomares Samper, colección personal. |
En la portada interior simula
una cartela de perfil sinuoso para enmarcar título, autores e Intérpretes de la obra, que abraza una amplia guirnalda floral de carnosas corolas de reminiscencia Art Noveau, como encuadre de las
reproducciones fotográficas de las cupletistas “Preciosilla” y Olivia D’Avigny.
En un blog de Museología y
Museografía puede producirnos cierta sensación de extrañeza la presentación de
una obra que, no obstante, plantea una disyuntiva sobre la conceptualización de
la pieza como fondo museográfico o bibliográfico en el Museo. El conocimiento
de autor y obra puede quizá decantarnos por seleccionar la pieza como los
fondos museográficos de la sección papel de un Museo más allá de su carácter bibliográfico, que con las necesarias
prevenciones en conservación puede constituir un adecuado ejemplo de la producción que desarrolla el círculo de artistas malagueños en el ámbito
nacional en sala de exposición, muy presente en la ilustración gráfica con autores como Sancha Lengo,
Verdudo Landi, Blanco Coris o el menos conocido, Santana Bonilla. Espero que algún día forme parte por donación de los fondos del Museo de Málaga.
Bibliografía recomendada.
ARNAIZ, José Manuel, LÓPEZ JIMÉNEZ, Javier y
MERCHÁN Díaz, Manuel (dtores), Cine años
de pintura en España y Portugal (1830-1930), tomo X (Sal-Th), Madrid,
Ediciones Antiquaria, 1993, p. 110, s.v. ‘Santana Bonilla, Joaquín’.
CÁNOVAS VALLEJO, Antonio, Apuntes para un diccionario de pintores malagueños del siglo XIX,
Madrid, Imprenta de G. Izquierdo [s.a., 1908], edición facsímil Málaga, Real
Academia de Bellas Artes de San Telmo, Fundación Unicaja, 1996, p. 65.
GODOY ROLLÓN, Dionisio, Artistas andaluces en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes
(1856-1936), Málaga, Fundación Unicaja, 2009.
PEÑA HINOJOSA, Baltasar, Los pintores malagueños del siglo XIX, Málaga, Diputación
Provincial de Málaga, 1964, p. 118.
QUINTERO, Serafín y Joaquín, Fruslerías… con ilustraciones de Santana Bonilla, Biblioteca
Moderna VII, Madrid, Administrador M. Poveda, Calle de Manuel Fernández y
González 8, 1901.