Cena homenaje por la jubilación del
profesor Isidoro Coloma Martín.
Martes, 01 de octubre de 2013.
Colección Museográfica del Vidrio y
Cristal de Málaga.
En un entrañable acto, se rindió
homenaje por su jubilación de la rutina laboral al profesor de la Universidad
de Málaga D. Isidoro Coloma Martín. Y bien digo de su rutina laboral, pues poseo
el convencimiento de que la talla intelectual y el tesón personal en el
compromiso con los proyectos que inicia no finalizan en un mero acto
administrativo, que no supone más virtud que la liberación de la tiranía de los
relojes y de las ataduras a un espacio finito entre las paredes de un despacho,
que si lo pensamos bien no es una virtud menor. Estoy convencido de que el
profesor Coloma continuará en activo desde la libertad de cátedra que le
permite impartirla allí donde se encuentre su persona.
La cena, con la que se dio cumplido
tributo de amistad, magisterio y reconocimiento profesional, tuvo una
convocatoria reducida por la celebración en los locales de la Colección
Museográfica del Vidrio y el Cristal de Málaga, gracias al ofrecimiento de su
director Gonzalo Fernández Prieto, quien a lo largo de la velada demostró un
sincero agradecimiento al profesor Coloma por su desinteresada colaboración con
la institución de reciente creación y por el magnífico engarce de dos
personalidades coincidentes en sus idearios generacionales y en su intenso amor
por la cultura en general y los museos, en particular. Al Sr. Fernández Prieto
le debemos una velada que resultó mágica por la confluencia constante de los
bienes culturales que nos rodeaban, con otras artes mayores como fueron la
música y no menores, como la gastronomía.
Recital acompañado al piano en la planta alta de la
Colección Museográfica del Vidrio y el Cristal.
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En el marco de una colección que rinde
culto a las Artes Decorativas o Aplicadas a la vida humana, la velada estuvo
íntegramente aplicada a ofrecer al señor Coloma un homenaje “ad hoc”,
confeccionado meticulosamente a medida de su personal pragmatismo castellano,
no exento de senequismo aquilatado en tierras andaluzas, tan dadas a la
exageración y a la desbordante expresión de sentimientos y pasiones, que
contuvimos. ¡Bien me hubiera gustado verter algunas lágrimas y ofrendarlas en
un lacrimarium de los de la colección
Fernández Prieto, para que acompañasen a mi maestro en su paraíso
vallisoletano!
"Mi maestro", no es poca expresión para
referirse a alguien que ha supuesto tan firme timón en mi formación
profesional, presidida por una tozuda defensa de mis convicciones profesionales
en un mundo, el museológico, tan dado a la fácil complacencia al político, al
mecenas, al promotor y al cliente. Desde que decidí realizar mi tesis doctoral
en Museología y Museografía con el profesor Coloma, tras finalizar mi
licenciatura en los umbrales de la década de los noventa del ya pasado siglo,
ambos nos tomamos de la mano y comenzamos a caminar por un sendero entonces aún
poco hollado, donde la bibliografía era exigua y algunos museos comenzaban a
desperezarse, convulsionados por una “escolarización” de estas instituciones
culturales que la democratización social y cultural del país querían convertir
en perfectos complementos a los centros de educación formal. Ello motivó lo que
en la década de los noventa se conoció como “desescolarizar” los museos, a
favor de su extensión al público en general.
El público, con los deseos de conocimiento
y caracterización con respecto a los museos como sus naturales usuarios, tanto
reales como potenciales, eran las preocupaciones de una década que decidió no
escatimar en recursos económicos, técnicos y humanos para lograr situarse con
celeridad a la par de las naciones más desarrolladas de Occidente. El profesor Coloma acababa de publicar en el Boletín de Arte 10 del Departamento de
Historia del Arte de la Universidad de Málaga, en la que introdujo las
enseñanzas museológicas y museográficas, su artículo: “El museo y su clientela”, tras cuya lectura detenida, subrayada,
anotada y a duras penas asimilada, me decidió a realizar mi tesis doctoral en
este elemento museístico que se destacaba dentro de los pilares constitutivos
de un Museo, incluso por delante de las colecciones mismas.
Desde ese momento, el profesor Coloma
desarrolló toda una interesante línea de investigación en este campo,
posiblemente fruto de la larga praxis museográfica que vino desarrollando en el
Museo de Málaga, Sección de Bellas Artes, desde principios de la década de los
ochenta, asumiendo labores de subdirección junto a Rafael Puertas Tricas,
director del citado museo. Al equipo de jóvenes profesionales que trabajaron en
lo que hoy definiríamos como un nuevo Plan Museográfico, lideró el profesor
Coloma para dotar al reinaugurado Museo de Bellas Artes en el Palacio de
Buenavista a mediados de los ochenta de una nueva presentación permanente de
sus fondos, modernizando discursos, aplicando las normas primarias por
indispensables en conservación preventiva de las colecciones y mejorando los escasos servicios que en
aquellos momentos podían los museos ofrecer a su clientela. Junto a la
renovación expositiva, todos los integrantes de este nutrido grupo de
entusiastas colaboradores, hoy todos ellos reconocidos profesionales en patrimonio
histórico-artístico, realizaron importantes labores internas de documentación,
investigación y restauración de las colecciones, creando un importante banco de
datos sobre los que el Museo de Málaga ha sesteado hasta el presente, dormido
en aquellos laureles de los que esperemos despierte tras su reinstalación en el
Palacio de la Aduana.
“La
iluminación: un problema primario en la exhibición museística” (Boletín
de Arte 11, Málaga, 1990) fue fruto de aquellas experiencias profesionales
en el Museo de Málaga, donde los problemas de iluminación adecuada a la
conservación del deterioro fotoquímico de sus colecciones, a la par que
permitía su correcta visualización por el público, con no pocos problemas de
buscar soluciones a la instalación de los equipos técnicos respetando las
armaduras, artesones y techos históricos del Palacio, constituyeron un trabajo
hercúleo para mi profesor.
En los años noventa fue además encargado
por el consistorio de pertrechar un completo Programa Museológico, siguiendo
con la nomenclatura hoy al uso, para el Museo de la Ciudad que se proyectaba instalar
en el recuperado Mercado de Mayoristas de Málaga, hoy CAC Málaga. Su resultado
también fue publicado en el Boletín de
Arte 12 (Málaga, 1991), bajo el título: “Anteproyecto del Museo de la Ciudad de Málaga”.
De su mano comencé a dar a la luz mis
primeros artículos en la misma revista, y reconociendo la carencia de la
provincia en guías para acompañar la visita de los numerosos museos y
colecciones públicas —traducción de lo que hoy la legislación autonómica recoge
como colecciones museográficas—, elaboró unas fichas para cada institución que
nos sirvieran de base para la publicación conjunta con el Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Málaga en 1986 de: Museos y Colecciones Públicas de Málaga, con varias reediciones, y
prácticamente plagiada en posteriores publicaciones locales del mismo tenor sin mencionarla,
como el astuto lector podrá fácilmente comprobar.
Tras la presentación de mi tesis
doctoral y mi ingreso en el Cuerpo Superior Facultativo de Conservadores de
Museos, los caminos de ambos divergieron por mis destinos fuera de la
provincia, pero no así mi admiración y sincera devoción por mi maestro y
profesor. Siempre atento a recibir noticias del profesor Coloma me fui
construyendo un perfil íntimo de la persona, un estereotipo de conducta
profesional donde cualquier dificultad, nuevos retos o proyectos se acompañaban
de: ¿cómo lo hubiese enfrentado Isidoro? Mi íntima respuesta es: siempre con
seriedad, elevación de miras y honestidad con los principios científicos y
técnicos a aplicar, sin aceptar presiones espúreas, ni ceder a personales
simpatías con los proyectos o sus promotores.
Colmado de cariño, de gratitud inmensa
por haber marcado mi camino y de una sincera admiración, le deseamos al
profesor Coloma una nueva etapa que le colme de satisfacciones personales y le
permita enfrentar con la misma ilusión, entusiasmo y dedicación nuevos
proyectos.
Un saludo.