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miércoles, 29 de mayo de 2013

Eros en el Museo de Málaga, de mito a tradición cultural.



Una constante cultural occidental ha sido la lectura que en distintos momentos históricos se ha realizado sobre la atracción amorosa, muy relacionada con la belleza física de sus protagonistas, que desencadena la dialéctica entre amantes y amados en historias marcadas por Eros –el amor triunfal- o Thanatos –el amor de trágico destino.
El mito grecolatino centró gran parte de su cosmogonía y creación del orden humano en las atracciones y repulsas amorosas entre los titanes, dioses, semidioses y héroes de sus hermosas historias, que constituyen el sustrato cultural sobre el que se ha sustentado gran parte de la producción artística, literaria, musical e incluso religiosa de Occidente. Prometeo y Pandora son espejos en los que se reflejan Adán y Eva, en una constante cultural que transita por el tejido histórico de Occidente, en algunos casos incorporando o incardinándose con tradiciones orientales, lo que aumentaba en ocasiones la carga erótica de sus contenidos.
Así del mito grecolatino inicial, Eros quedó incorporado a la tradición occidental en Cupido como el querubín alado que con sus flechas doradas insuflaba el amor entre humanos. Una paganización cultural aceptada sin mayores problemas por la tradición judeo-cristiana, incorporada a nuestra tradición cultural. í﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽en ocasiones         
La muestra se articula en varias unidades temáticas que agrupen los fondos arqueológicos y artísticos en el espacio mediante un mensaje común, que exhiba ante el público:

1.         La seducción del poder: Dioses y diosas en sus relaciones humanas. El latino Júpiter o el heleno Zeus es el primer gran don Juan de la tradición mitológica grecolatina, quien a través de sus múltiples flirteos con otras diosas del panteón olímpico o, más frecuentemente, con humanas procrea la raza de intermediación entre dioses y hombres: los héroes. Hebe, la copera de los dioses, es una de las más acabadas composiciones donde el poder masculino del dios subyuga la juventud de la joven a la que acaba por atribuir el papel de servidora del dios.
Otras acabadas historias del díscolo dios se centran en las transformaciones que a modo de argucias tiene que adoptar para poder seducir a jóvenes custodiadas por sus celosos padres o destinadas al celibato por propia decisión. Es el caso de la joven Leda, a la que el Padre divino seduce transformado en cisne.
Otras historias han transformado el mito en una especie de fábula con moraleja, bien a través de la seducción triunfal de Eros, como la historia de Ariadna abandonada por su esposo Teseo en la isla de Naxos donde se la encuentra Dionisos, ascendiéndola al Olímpo; mientras otras terminarán en un pathos trágico, como la diosa Diana, célibe en su propia naturaleza, que sorprendida durante la caza de Acteón en el baño, acaba por darle presa con sus propios perros de caza. Diana es presa de su propio mito, al que no puede renunciar por la belleza atlética del joven Acteón.

2.         El amor como deidad: Venus y Cupido. El amor como concepto se humaniza a través de la diosa que lo personifica, y el joven fruto de sus amores que se transforma en el mensajero de su madre con poder de rendir al amor cualquier pieza con sus flechas. Venus, nacida entre las espumas marinas del Padre de los dioses, constituye uno de los mitos más fecundos en la producción cultural occidental.

3. Eros en la vida de los humanos: la transfiguración del mito. El amor como pulsión vital se instala en la cultura occidental como una constante que continuamente hace alusión al mito como narración que lo fundamenta, en algunos casos con aspectos universales como los juegos de seducción entre ninfas y faunos, o el mantenimiento de historias y leyendas donde los amantes son trasunto de amores míticos. 

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