Espaldar de sillón frailero, Museo de Málaga. |
Museos de tan dilatada trayectoria como el Museo de Málaga
ofrecen interesantes historias en torno a sus colecciones, de las que en
algunos casos estas instituciones han perdido una parte de su memoria. Los
fondos museísticos guardan una estrecha vinculación con los museos que los
tutelan, ya que forman parte sustancial de su esencia, desde los más conocidos
que llegan a constituir su imagen pública hasta aquellos que nunca han salido
ni saldrán de sus almacenes. Todos reciben un mismo trato en los cuidados
conservativos de su materialidad, en el control sobre su tutela y en la
disponibilidad para especialistas e investigadores, no obstante algunos
ofrecen interesantes interrogantes sobre su oscura llegada al museo y su
obstinada presencia entre sus colecciones.
El Museo de Málaga custodia entre sus fondos algunas de
estas piezas, máxime si tenemos en cuenta su compleja biografía desde 1913 a
nuestros días. El Museo Provincial de Bellas Artes de Málaga fue creado en la
década de los años diez del pasado siglo como una institución destinada a la
tutela, investigación, conservación y difusión de objetos procedentes de las
Bellas Artes, a los que se sumaron bienes culturales arqueológicos y
etnológicos, hasta que los primeros tuvieron su propio destino en el Museo
Arqueológico Provincial de Málaga desde 1947. En 1969 se redefine el primero en
Museo de Bellas Artes de Málaga con sección etnológica, caso distinto para
otros modelos muselógicos nacionales donde estas secciones se adscribieron a museos arqueológicos. Por su parte, el modelo de museo mixto se alcanzó con la
reunión de ambos en 1973 como una nueva unidad administrativa, bajo la
denominación de Museo de Málaga.
Así, las colecciones no son sólo heterogéneas por su procedencia
y vinculación a distintas categorías científicas de estudio, sino por su misma
valoración cultural y su compleja materialidad. Uno de esos conjuntos lo
forma los fondos textiles del Museo de Málaga, aún más heterogéneos en
procedencia, cronología y valor patrimonial que el resto de bienes conservados.
Además, de alguno de ellos no se tiene memoria documental en la institución.
Ese es el caso de dos piezas de terciopelo carmesí labrados en hilo de oro con
diseño barroco.
Cubre-galería en terciopelo carmesí y labrado en hilo de oro, Museo de Málaga. |
Su procedencia la encontramos en una vieja fotografía de
Juan Temboury Álvarez, quien a finales de la Guerra Civil española inauguró en
la recuperada Alcazaba malagueña un museo integrado por los fondos
arqueológicos descubiertos durante la rehabilitación del monumento y algunos de
los bienes patrimoniales que fueron depositados en sus locales por la Junta del
Tesoro Artístico Nacional de Málaga, Servicio de Vanguardia. Para la formación de este museo,
antecedente del Museo Arqueológico Provincial que desde 1947 lo reemplazó, el
mismo Temboury como Delegado Provincial de Bellas Artes interesó a la Real
Academia de Bellas Artes de San Telmo y al Museo Provincial de Bellas Artes
para depositar un conjunto de obras pictóricas que no se exhibían en los
locales del museo por falta de espacio, mediante acta de 30 de mayo de 1938. La
Sala de Arte se mantuvo hasta su reinstalación con material arqueológico en 1959, cuando se procede a la devolución de los depósitos
al Museo Provincial de Bellas Artes y el ingreso de algunas de sus colecciones incautadas
durante la contienda nacional.
Sala de Arte del Museo de la Alcazaba, primera instalación. |
La sala estuvo ambientada mediante la presentación conjunta de
pintura y escultura con mobiliario, objetos cerámicos y una completa colección
de armas antiguas sobre el ancho ático que coronaba sus paredes. Si realizamos
una minuciosa lectura de la imagen descubrimos dos piezas que se conservan
descontextualizadas entre los fondos del museo malagueño: una larga
cubre-galería (028,50 x 236,00 cm) y una pieza cuadrangular en el respaldo del sillón frailero, ambas con el mismo
terciopelo rojizo de base sobre el que se ha labrado en hilo de oro un complejo
diseño barroco.
Sala de Arte en la década de los cuarenta. |
Así, hoy podemos deducir que ambas piezas presentes en la
colección de la sección de Bellas Artes del Museo de Málaga deben proceder de
los fondos que reunió para su Sala de Arte del Museo de la Alcazaba
Juan Temboury Álvarez a finales de la década de los años treinta, que
estuvieron expuestas hasta su desmonte a finales de los años cincuenta. La
primera quedó olvidada entre los fondos de la sección de arqueología, mientras
que la segunda debió de pasar con el sillón frailero que decoraba a los fondos de
la sección de Bellas Artes, donde se desmontó y conservó en una carpeta debidamente desacidificada con otros bienes textiles custodiados por el museo para su mejor
conservación.
Así,
se recupera la memoria de dos piezas textiles de los fondos del Museo de Málaga de entre las
que mantienen una más oscura filiación con la institución.
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