Los de Igueriben mueren pero nunca se rinden [Málaga, 1924]
Museo de Málaga, depósito del Ayuntamiento
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El Museo de Málaga exhibe de forma permanente un lienzo de
gran formato, última obra del pintor Antonio Muñoz Degrain (Valencia, 18 de
noviembre de 1840 - Málaga, 12 de octubre de 1924), íntimamente vinculado con
el círculo artístico malagueño desde que en 1870 fue llamado por su compañero y
amigo Bernardo Ferrándiz y Badenes para que colaborase en la proyección y
ejecución de la decoración pictórica del techo sobre el patio de butacas del
Teatro Cervantes. Su permanencia en la ciudad la procuró primero su nombramiento
como profesor supernumerario de su Escuela de Bellas Artes el 20 de junio de
1879, plaza muy inferior a su consolidado prestigio artístico al encargarse de
la sustitución de cualquier profesor ante ausencia o enfermedad, y como
profesor auxiliar numerario de Dibujo Lineal y Adorno desde el año 1884,
después. Durante estos años, el pintor valenciano afianzó su vinculación con la
ciudad de forma estable, al contraer matrimonio con la malagueña
Dolores Sánchez Molina e instalar residencia y estudio en la calle Victoria.
Su vinculación con Málaga no terminó en el año 1895, a
pesar de trasladar su residencia a Madrid para tomar posesión de la Cátedra de
Paisaje en la Escuela Superior de Escultura, Pintura y Grabado de San Fernando,
en sustitución del fallecido Carlos de Haes, y de la que llegó a ser Director desde 1901. En la capital del reino alcanzó los más altos galardones y
destacadas distinciones reservadas a los artistas de su siglo, sin que dejase
sus residencias valenciana y malagueña, a las que se trasladaba casi todos los
veranos hasta su fallecimiento y sepelio en Málaga. Esta es la causa de que
dentro del bloque que el Museo de Málaga le dedica en su área de Arte, la
última obra datada del pintor se incluya en la primera de sus unidades
expositivas relacionadas con su pintura vinculada a lo local, pues a pesar de
su residencia foránea se mantuvo vinculado al círculo malagueño y, tras la
jubilación en 1918, Antonio Muñoz Degrain se trasladó definitivamente a Málaga
en 1923, tras recibir el año anterior un cálido homenaje.
La presente obra está en estrecha relación con la
construcción y exorno de la nueva Casa Consistorial que se estaba construyendo a
principios del siglo XX en terrenos ganados al mar, sobre los que se había
diseñado un elegante parque público en la línea de los salones burgueses
europeos, cuajado de gran cantidad de ejemplares botánicos exóticos, crecidos
ferazmente por la benignidad de nuestro clima. El Salón de Plenos de la nueva
Casona del Parque incluyó en la decoración pictórica la representación del
heroico episodio en el que se había distinguido la población malagueña, al
intervenir en el salvamento de la tripulación de la goleta alemana Gneissenau
naufragada a escasa distancia del puerto de Málaga. El comportamiento solidario,
el valiente rescate y la capacidad organizativa del auxilio demostrada por la
anónima población de la ciudad fueron reconocidos tanto por el estado alemán
como por la corona española, concediendo por Real Decreto de la reina María
Cristina en 1901 la divisa heráldica de “Muy Hospitaria” para nuestro
escudo.
Antonio Muñoz Degrain fue el seleccionado por el
Consistorio en 1920 para enfrentar dicho episodio, quien debió ejecutarlo en su
estudio madrileño para luego trasladarlo e instalarlo en
el Ayuntamiento malagueño. Las tres mil pesetas en las que el pintor valoró su
obra fueron donadas para instituir un premio extraordinario destinado a aquellos
alumnos más aventajados de su Escuela de Bellas Artes.
Decoración del
Salón de Plenos, fondos fotográficos del legado José Nogales Sevilla, expuesta
en 1933
junto a la obra de Igueriben en la Sala Muñoz Degrain
Museo de Málaga
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Pocos años después, Antonio Muñoz Degrain completó su
presencia en el exorno del nuevo Ayuntamiento malagueño mediante una nueva
donación. Esta vez se trató de una epopeya de malagueños en tierras africanas
durante la Guerra del Riff: la defensa en 1921 del puesto de Igueriben por el
comandante Julio Benítez Benítez (El Burgo, Málaga, 1878 - Igueriben, Marruecos, 1921) y sus tropas. No fue ésta la primera vez que el pintor se
había sentido profundamente impresionado por la valentía que demostraron
algunos conciudadanos en la Guerra de Marruecos, y en la Exposición Nacional de
Bellas Artes de 1904, donde recibió la Medalla de Honor por Jesús en el lago Tiberiades, ya había presentado: El cabo Noval. Un episodio de la Guerra del Riff (Museo de
Valencia), obra muy controvertida en las crónicas de la época y por la que
recibió la distinción con la Orden de Alfonso XII.
Según crónica periodística de Muñoz Estrada para la “Unión
Mercantil” de 25 de agosto del año 1923, la obra debió de ejecutarse en ese año en el taller de calle Victoria, incluso dejando otros encargos que ya tenía en
curso para poder donarla a la alcaldía durante su presidencia por José Gálvez
Ginachero. Una vez instalada en la Casa Consistorial, al pintor no le satisfizo
la impresión que causaba en su definitivo emplazamiento, por lo que se devolvió
al estudio donde Muñoz Degrain aumentó las dimensiones de la obra mediante el
cosido de una nueva banda de lienzo en su lateral izquierdo. Durante la
realización de las modificaciones requeridas para el definitivo acomodo de la
obra en su emplazamiento, a Muñoz Degrain le sobrevino la enfermedad que puso
fin a su vida en octubre de 1924.
La testamentaría del pintor aumentó con algunos bienes
culturales de su propiedad el ya amplio legado pictórico de 1915, por lo que el
Consistorio decidió no colocar la obra en su destino y depositarla con el resto
de bienes donados en el Museo Provincial de Bellas Artes de Málaga. En la
cuarta reimpresión al Catálogo General del Museo Provincial de 1920, aparecido
varios años después de esta primera edición, ya se recoge con el número 804
como depósito del Ayuntamiento, y en la ampliación del Catálogo del Museo de
1933, editada su quinta reimpresión en el año 1944, Rafael Murillo Carreras ya
subrayaba la declamatoria presentación de la epopeya militar:
Benítez,
envuelto en la sagrada bandera de España, es saludado, con respetuosa
reverencia por el jefe de taifa, que monta sobre un caballo enjaezado con
alamares y sedas verdes, color preferido del Profeta.
En 1912 algunas áreas del territorio marroquí pasaron del
protectorado francés al español, bajo un acuerdo que evitase la amenaza de
intervención en la zona por alemanes e ingleses. Las tribus rifeñas se
sublevaron contra sus protectores en 1921, capitaneadas por Abd-al-Krim, por lo
que el comandante Benítez, destacado en la guarnición de Sidi Dris, recibió la orden de defender el flanco sur de Annual desde las trincheras de la ladera
del monte Igueriben. Los cinco días
que duró el asedio fueron tremendamente cruentos, a pesar de que el 17 de julio
de 1921 el General Manuel Fernández Silvestre ya había ordenado el abandono del puesto.
El título de la obra subraya en línea panegírica del acontecimiento un escueto
párrafo del telegrama de respuesta a Fernández Silvela: “Los de Igueriben
mueren pero no se rinden”. Las crónicas militares narran un heroísmo con
escasos precedentes pues, declarando que en el atrincheramiento sólo existían
doce cargas de cañón, el comandante Benítez urdió su empleo para hostigar a los
rifenos y, tras su agotamiento, ser la señal para que las tropas españolas
atacasen con artillería el puesto, inmolándose a favor de la destrucción del máximo
número de enemigos. Tras el desembarco de Alhucemas, que puso fin a la sublevación,
los bravos soldados de la defensa de Igueriben fueron enaltecidos como máxima
expresión del patriotismo nacional.
Instalación de
la obra en la Sala Muñoz Degrain del Museo Provincial de Bellas Artes en los
locales de San Telmo
© Rafael
Murillo Carreras, 1933
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La obra ocupó la sala dedicada a Muñoz Degrain en su nuevo
emplazamiento en locales cedidos por la Real Academia de Bellas Artes de San
Telmo, junto a la Escuela de Bellas Artes en el exclaustrado colegio jesuita en
la actual Plaza de la Constitución, en cuyas ilustraciones se aprecia la
existencia de un antiguo marco con amplias cartelas recortadas que explicitaban
con enardecidos textos las hazañas bélicas de Igueriben y orientaban sus claves
de lectura. Conservadas hoy entre los fondos del Museo de Málaga, podemos leer:
Sólo
quedan doce cargas de cañón que em/pezaremos a disparar para rechazar el/
asalto. Contadlas y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros, pues moros y
/españoles estaremos envueltos en/ la posición/ BENÍTEZ”.
Cartela
inferior del antiguo marco de la obra, Museo de Málaga
© Del autor
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La composición se abre a una extensa panorámica sobre los
campamentos rifeños que asediaron el baluarte de Igueriben, cuya escena central
la ocupa el plano inferior más próximo al espectador, que centra Julio Benítez
sobre la bandera nacional a modo de santo sudario. El personaje se encuentra
flanqueado por dos escenas en la que un imán se encarga del transporte en
féretro de algunos caídos entre sus filas, mientras que en el extremo opuesto
uno de sus cabecillas parece estar dando órdenes sobre la ocupación de la plaza
por el grupo de rifeños más cercanas al parapeto desde el que momentos antes
disparaban los atrincherados. Los colores son intensos en una atmósfera limpia
y clara, mientras la pincelada es suelta en la definición de las figuras y las
duras sombras bajo la intensa luz solar. La atmósfera sofocante apenas mueve
los paños en los que se envuelven los asaltantes y las diseminadas hogueras del
horizonte elevan con pesadez sus penachos de blanquísimo humo, mientras el
cielo es un manto plano de añil. Los colores se emplean sin apenas
gradaciones, que crean volumen y caracterizan formas por la proximidad de
nuevas cargas de pigmento, en una obra de rápida ejecución.
La sacra concepción del martirio de Julio Benítez, casi en solitaria inmolación en el altar de
Igueriben, plantea la admiración entusiasta del pintor valenciano por la gesta
militar conocida, en que el macilento mártir aún conserva extenuadas fuerzas
para señalarnos la frase que, a modo de rápido grafiti, recorre el interior del
muro de defensa: Los de Igueriben
prefieren la muerte a la rendición Viva España, firmada sobre su base por
Julio Benítez y a cuya ejecución se ha comprometido, rubricándola con las
huellas digitales de su sangre.
Su amplio formato, intenso cromatismo y llamativa composición formal, con una intensa diagonal que marca el primer plano con los fondos, integran
la línea de fuerte atracción que impele al visitante, desde el abandono de la
anterior crujía del museo, a continuar la visita dejándose seducir por la
hazaña del comandante Benítez en Igueriben.
Exposición
permanente de Igueriben en el Palacio de la Aduana, planta primera Arte
© Del autor,
2016
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Desde nuestra actual perspectiva, nos causan sentimientos encontrados la entronización sacralizadora de los fallecidos en Igueriben, sobre unos acontecimientos aún no superados respecto a nuestro papel con la defensa y apoyo del pueblo saharaui, pero que debemos leer con las claves de los primeros años del siglo XX: la debilidad de una corona que necesitaba de estos gestos patrióticos para su supervivencia y una opinión pública polarizada entre la defensa o la demonización de nuestro papel en el protectorado norteafricano, de lo que la obra de Antonio Muñoz Degrain es un magnífico documento histórico.
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Donaciones: 1916-1930. Museo de Málaga, Madrid.
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GUERRERO, Teresa (2004), Tradición e
innovación en el Museo de Málaga (1850-1949). [Palacio Episcopal de Málaga,
febrero – mayo 2004]. Sevilla, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, p.
61.
SAURET
GUERRERO, Teresa (2008), Muñoz Degrain y
las poéticas paisajísticas fin de siglo en Málaga [Museo del Patrimonio
Municipal, 10 de diciembre de 2007 a 30 de marzo de 2008], Málaga, Ayuntamiento
de Málaga, Área de Cultura, pp. 54-61.
Como en sus anteriores artículos sobre Arte, muestra una ardua documentación que se lee con sumo gusto.
ResponderEliminarLe ruego tenga a bien corregir el nombre del Comandante General de Ceuta y Melilla:
General MANUEL FERNÁNDEZ SILVESTRE (1871-1921). -No 'Silvela'-
Gracias y atentos saludos.
Muchas gracias, amigo.
ResponderEliminarTenía confundida la data y, como me indica, paso a actualizar el contenido.
Un afectuoso saludo.
He leído con mucho interés este articulo que me ha parecido super interesante,,, pues también toca la vida y obra de mi bisabuelo, Antonio Muñoz Degrain,,, se lo agradezco personalmente y les mando un fuerte abrazo!! Gracias!!
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